Ernesto cardenal cuando fue reconocido en su última visita a Santo Domingo, por el presidente Danilo Medina (Fuente externa)

El domingo a las 3:06 de la tarde falleció, tras cuatro días interno por problemas respiratorios, y a los 95 años, el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal.

Su cadáver será enterrado en Solentiname, el archipiélago que hizo célebre mundialmente a través de su praxis religiosa y de su obra poética.

Cardenal y Nicolás Guillén, a fines de los dos 80 (Fuente externa)

El sacerdote trapense fue el primer ministro de Cultura del gobierno sandinista de su país. A partir de 1990 en que perdieron las elecciones, se fue distanciando del entonces presidente y hoy dictador nicaragüense Daniel Ortega, así como de la esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, quienes ahora han decretado tres días de duelo nacional. En 2017 declaró que era un perseguido político de la pareja presidencial.

Gioconda Belli fue la encargada de dar a conocer su muerte. «Se fue quieta y dulcemente a ese cosmos que cantó, nuestro querido poeta Ernesto Cardenal. Muy triste perder la lucidez y poesía con que vivió hasta el final. Más que llorarlo hay que celebrar una vida como la suya, consecuente y creativa, infatigable por 95 años».

Fumándose un cigarrillo cuando era ministro de Cultura (Fuente externa)

El actor y director teatral Héctor Manrique, dijo a través de su cuenta de Twitter: «Murió Ernesto Cardenal, poeta y sacerdote nicaragüense. Fue un ejemplo de coherencia y honestidad intelectual. Fue de los primeros en darse cuenta que Daniel Ortega, era un delincuente que secuestró los sueños de justicia de un país maltratado. Tuvo el valor máximo de corregirse!»

Mientras, el grupo musical chileno Inti Illimani, lo despidió así: «Porque nos enseñaste que espiritualidad, poesía y revolución pueden caminar juntos para dejar este mundo mejor que como lo encontramos, hoy te despedimos aplaudiendo de pie tu lucha, que fue, es y será justa y necesaria. Adiós Ernesto Cardenal, hombre imprescindible».

Leyendo, en una hamaca (Fuente externa)

Cardenal fue uno de los máximos representantes de la Teología de la Liberación en Nicaragua, y su militancia política le costó la suspensión del sacerdocio durante 30 años. El papa Juan Pablo II le amonestó públicamente en el aeropuerto Augusto César Sandino, durante su primera visita a Managua. No obstante, “el sacerdote aceptó la pena canónica que le fue impuesta y se ha atenido siempre a ella, sin llevar a cabo ninguna actividad pastoral”, como recordó la Nunciatura hace unos años.

Fue hace poco más de un año cuando el Papa Francisco le rehabilitó de aquella sanción que en su día le impuso Juan Pablo II. “El Santo Padre ha concedido con benevolencia la absolución de todas las censuras canónicas” impuestas a Cardenal, informó en 2019 la Nunciatura de Managua. Por aquellos días, Cardenal estaba hospitalizado con problemas de vesícula.

Hace pocos años, Ernesto Cardenal (Fuente externa)

Fue “injusta la reprimenda del papa”, consideró Cardenal en su libro ‘La Revolución Perdida’, merecedor del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2012.

Sus primero libros fueron La ciudad deshabitada (1946) y El conquistador (1947), luego publicó Hora cero (1960), Epigramas (1961), Gethsemani Ky (1960) Salmos (1964), Oración por Marilyn Monroe y otros poemas (1965), El estrecho dudoso (1966) y Homenaje a los indios americanos (1969). También Canto nacional (1972), Oráculo sobre Managua (1973), Tocar el cielo (1981) y Vuelos de victoria (1984). Entre sus últimos libros de poesía se encuentran Cántico cósmico (1989), Los ovnis de oro (1992), Telescopio en la noche oscura (1993), Antología nueva (1996) y Vida en el amor (1997). Como ensayista son destacables el volumen dedicado a La poesía nicaragüense de Pablo Antonio Cuadra (1973) y Cristianismo y revolución (1974). En 1998 se publicó el primer volumen de su autobiografía.

En verso libre, con una ironía y un sentido mágico de lo cotidiano, su mejor poesía capta la intensidad alucinante de la vida moderna y se inspira en motivos de su compromiso cívico y en sus experiencias religiosas

La última vez que lo vi lo saludé, mientras él caminaba en solitario y como perdido, en la confluencia de la callejuela donde se encuentran las oficinas de la Feria Internacional del Libro y la calle trasera del Teatro Nacional Eduardo Brito. Siempre quise decirle lo importante que había sido para la poesía cubana del siglo XX. Para el desarrollo de la vertiente coloquialista, y en su posterior evolución hasta convertirse en un puente entre lo lírico y lo coloquial. Siempre que lo vi me faltaron palabras para decirle cosas que evidentemente ya él sabía muy bien.

Cuandon fue reprendido por el Papa Juan Pablo II, aeropuerto de Managua (Fuente externa)

Su poeta preferido era Ezra Pound, opinaba que debe existir vida inteligente fuera del planeta Tierra, creía que eran capaces de crear arte.

En varias ocasiones ha estado entre los nominados al Premio Nobel de literatura; en 2009 fue condecorado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda en Chile y a principios del 2012, con el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Nunca le entregaron siquiera el Premio Cervantes que muy bien merecía. Poetas de menor caldo y trascendencia que Cardenal lo han recibido. República Dominicana le fue agradecida, por la influencia ejercida en la poesía de esta media isla, otorgándole el prestigioso Premio Pedro Henríquez Ureña en el 2014.

Quizás su foto más reciente, Cardenal en el lecho de muerte (Fuente externa)

A continuación algunos poemas de Ernesto Cardenal.

Esta será mi venganza:
Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta
famoso
y leas estas líneas que el autor escribió para ti
y tú no lo sepas.

Muchachas que algún día leáis emocionadas
estos versos
y soñéis con un poeta:
sabed que yo los hice para una como vosotras
y que fue en vano.

Te doy Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
Son para ti solamente, pero si a ti no te interesan,
un día se divulgarán, tal vez por toda Hispanoamérica.
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y tal vez verás, Claudia, que estos poemas,
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.

De estos cines, Claudia, de estas fiestas,
de estas carreras de caballos,
no quedará nada para la posteridad
sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia
(si acaso)
y el nombre de Claudia que yo puse en esos versos
y los de mis rivales, si es que yo decido rescatarlos
del olvido, y los incluyo también en mis
versos
para ridiculizarlos.

Bienaventurado el hombre que no sigue las consignas del Partido ni
asiste a sus mítines
ni se sienta a la mesa con los gánsters
ni con los Generales en el Consejo de Guerra
Bienaventurado el hombre que no espía a su hermano
ni delata a su compañero de colegio
Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales
ni escucha sus radios
ni cree en sus slogans

Será como un árbol plantado junto a una fuente.

Cuídate, Claudia, cuando estés conmigo,
porque el gesto más leve cualquier palabra, un suspiro
de Claudia, el menor descuido,
tal vez un día lo examinen eruditos,
y este baile de Claudia se recuerde por siglos.

Claudia, ya te lo aviso.

Al perderte yo a tí, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

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