Si te gusta el cine, te resultará imposible no apreciar El Proyeccionista, la conmovedora y nostálgica mirada de José María Cabral a la historia de amor de un hombre y el relato de una amistad muy especial. Es una narrativa muy personal (pero no empalagoso) y sentimental (pero no tonta).

La mayor parte de la película se cuenta a través de flashbacks. Cuando comienza la película, conocemos a Eliseo (actor-director Félix Germán), en una reunión donde se le está presentando la nueva tecnología para exponer sus películas, el DCP. Eliseo, aun románticamente apegado al rollo, se encuentra todo como un mal chiste. El, un hombre inteligente pero solitario, rinde homenaje a la laboriosa profesión de su padre de presentar películas acerca República Dominicana en su «Guagua del Cine» proyectando filmes al aire libre en comunidades aisladas que no tienen acceso a salas de cine.

Luego de que un accidente en su hogar, destruyera algo importante para él, Eliseo decide emprender un viaje de búsqueda, para descubrir la verdad detrás de la misteriosa mujer de la que está enamorado.

Luego de presentar el drama carcelario Carpinteros, la cual le dio una marca internacional al joven cineasta, Cabral muestra en El Proyeccionista una mayor ambición en cuanto a estilos narrativos, tomando ciertos riesgos en la cinematografía, superando los utilizados en su película anterior, y claro, suprimiendo esos toques de querer aleccionar al público y arrebatos melodramáticos, señalamientos negativos de su film anterior, sustituyendo estos por una construcción de personajes más oscura y profunda. Los seres humanos que vemos en el film tienen conflictos no resueltos y es allí donde emprenden un viaje de búsqueda interna y de libertad espiritual.

Cabral y Hernán Herrera, su usual director de fotografía, juegan con las luces y la perspectiva para crear una relación real entre Eliseo y esta misteriosa mujer de la que el está enamorado. Esta relación, es creada como si fuera un personaje más dentro de la historia, ya que se nos presenta en los primeros minutos de metraje y luego, mientras el viaje avanza, va tomando forma, y sin darnos cuenta, ya estamos involucrados la audiencia con la historia. Eliseo sostiene conversaciones con ella, aunque propiamente son con su imagen proyectada en una película y es mediante esta estrategia, que el director Cabral nos convence de su intimidad.

El cine es el arte de la representación por excelencia, desde su nacimiento se ha utilizado para celebrarse a sí mismo, en un eterno retorno narcisista sobre el mismo. Esta inclinación egocéntrica ha producido algunas de las mejores películas de la historia.

El Proyeccionista de alguna manera es una carta de amor por esta maravillosa forma de entretenimiento, que se convierte, para el que decide vivir de ella, en la vocación más dotada y decidida de la vida. En la puesta en escena de este film de José María Cabral quien ciertamente no lo hace con delicadeza, centrándose en la deficiencia emocional y no en un razonamiento reflexivo, en esta presentación plasma su compromiso en cuerpo y alma con una historia. No obstante haber percibido algunos clichés en su parte final, El Proyeccionista es una película irresistible.

Los valores universales que la película defiende de manera inequívoca nos afectan aún más profundamente a los que amamos el cine, como si tuviéramos que vivir una vida llena de huecos y melancolía, como lo hace Eliseo.

El mismo Eliseo, como personaje, resulta ser el talón de Aquiles dentro del guión de Cabral, la edad y sus motivos, le restan credibilidad a la hora de emprender su búsqueda, es poco creíble que un hombre de cincuenta y tantos, tenga este estilo de vida basándose netamente en una mujer que solo conoce por rollos de película. Asimismo, las piezas de su rompecabezas caen a la perfección a medida que va descubriendo situaciones de su pasado.

El melodrama que adorna algunas de las películas del director, acompañado de su estilo aleccionador, se ve de manifiesto en la secuencia de la presentación de la película entre el puente que une República Dominicana y a Haití, una propuesta forzada con el objetivo de mostrar la forma en que el cine nos une. Una estrategia cursi, mas no nostálgica.

Para nosotros, los espectadores más incondicionales, la sala de cine es una catedral. No lo asociamos a un negocio millonario en donde nosotros como espectadores invertimos dinero y tiempo, con el único retorno de una una buena discusión, algunas frases, momentos o decepciones, sino también como en un lugar de culto, donde las películas presentadas son el evangelio.

Establecido desde hace décadas. La magia del cine se mantiene viva gracias a la experiencia colectiva, a veces triste, a veces jubilosa, y a las emociones más íntimas que cada uno de nosotros mantendrá hasta el final de su existencia. Lo que sucede en la pantalla gigante es un reflejo de nuestra propia percepción del mundo, nuestras fantasías y nuestros temores, incluso una identidad dual que nos hace soñar con una vida mejor y un mundo mejor. Todos estos aspectos esenciales del cine se combinan en la trama de esta película, que no pierde de vista la dimensión visceral y popular del espectáculo cinematográfico.

El Proyeccionista no se va por lo fácil, amén de sus deficiencias, la relación de Eliseo con las mujeres podría ser el reflejo de una industria hacia ellas. Rubí, por su parte, podría ser el movimiento naciente de cineastas independientes. Soñadora pero rebelde, de temperamento explosivo, esta joven mujer deber crear vínculo de sumisión, para lograr ser la aprendiz sumisa de su profesor gruñón, que explota con improperios ante cualquier error.

Es una película que disfruté, pero creo que si Cabral aplicara la máxima, “Menos es más”, tendríamos su primera obra maestra.

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