Ha sido Julio Sabala, el famoso imitador, quien ha recordado el Principio de Peter en una amena conversación. El creador fue Laurence J. Peter (1919-1990), un pedagogo y escritor canadiense que publicó su The Peter Principle junto a Raymond Hull (Morrow, NY,) en 1969.

¿Qué es el Principio de Peter? A grosso modo, cuando las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad, a tal punto que llegan a un puesto en el que no pueden formular ni siquiera los objetivos de un trabajo, y alcanzan su máximo nivel de incompetencia.

Eso parece que le ha sucedido al presidente cubano Miguel Díaz-Canel, quien mandó las hordas represivas con palos y pistolas a reprimir a los miles de manifestantes, cientos de los cuales fueron identificando después a través de videos. Del mismo modo que se pudo documentar el nivel de represión contra civiles desarmados. Esa orden dada por el señor Díaz-Canel, abrió la llave para que llegaran a las casas de los identificados a través de los videos o del solo parecer de alguien -muchas veces cometiendo abusos innombrables-, sin siquiera un documento que les identificara como policías, unas vestidos de negro otras de civil, a reprimir y llevarse presos, algunos de los fueron desaparecidos durante días.

Según el Principio de Peter, con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.

Es lo que le sucede a Díaz-Canel. Ni más ni menos. Y el pueblo cubano, sigue sin derecho a protestar, a manifestarse, ni a decir ni ji. A pesar de eso, 400 personalidades han publicado en The New York Times un documento en el que piden a Biden «Dejar vivir a Cuba».

El documento ha sido movido por el movimiento Black Lives Matter, que padece del síndrome de la doble moral. Aprueban la represión contra los manifestantes cubanos mientras para ellos piden el derecho a manifestarse libremente y suya es la Cultura de la Cancelación, una caricatura del muy infausto macartismo de los años 50 en Estados Unidos.

Entre los firmantes se encuentran Susan Sarandon, Silvio Rodríguez, Noam Chomsky, Danny Glover, Oliver Stone, Jane Fonda,Frei Betto, Ignacio Ramonet, el escultor cubano José Villa Soberón, la artista plástica cubana Lesbia Vent Dumois, el duo Buena Fe, el músico Orlando Valle «Maraca», la actriz Verónica Lynn, el humorista Osvaldo Doimeadiós, Max Lesnick, y sorpresivamente el actor Mark Ruffalo, la actriz brasileña Marisa Tomei, el cantautor Chico Buarque, el pintor cubano Choco, los escritores cubanos Miguel Barnet, Graziella Pogolotti, Francisco López Sacha, Frank Padrón, Nancy Morejón, el movimiento Sinn Fein de Irlanda, Pablo González Casanova (México), entre muchos otros sindicalistas, profesores, y activistas sociales de Estados Unidos, Irlanda y algunos otros países.

Claro que hay derecho a hacer esa petición. Claro que es legítimo que tantos amigos del gobierno cubano respalden «Dejar vivir a Cuba». Pero si el espacio pagado en The New York Times no pasa también por la imprescindible exigencia de libertad de manifestación, de expresión y pensamiento, de prensa y partidos políticos en Cuba; si no pasa por la exigencia de detener la bestial represión contra los jóvenes que se manifestaron pacíficamente; si no pasa por la petición de detener las torturas psicológicas, los golpes brutales, que se han visto y están debidamente documentadas en incontables videos transmitidos en vivo y en directo en las calles de La Habana y otras ciudades cubanas; si no pasa por la solicitud de que devuelvan a sus casas a los desaparecidos, entonces no tiene sentido. Es victimizar doblemente al pueblo cubano, de por sí sacrificado por tantas décadas.

Todavía se desconocen las cifras reales de las víctimas del 11 de Julio. El envejecido y manipulador discurso de que la culpa de todo lo tiene el bloqueo americano, los nudillos golpeados en la mesa mientras decía «La orden de combate está dada», no son más que muestras fehacientes de que el presidente cubano padece del Principio de Peter.

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