Una editorial francesa ha decidido cambiar a su antojo el título de un clásico «Diez negritos», de Agatha Christi por «Eran diez». En el caso de esta novela conocida desde que salió en español por primera vez como Diez negritos, fue la adaptación del original en inglés «And Then There Were None», cuya traducción literal al español es «Y entonces no quedó ninguno».

El título viene de una antigua canción que en inglés existe bajo el título de «Los diez soldaditos», mientras en español se titula «Los diez negritos» y cuyo texto es el siguiente:

«Diez negritos se fueron a cenar; / uno se asfixió y quedaron nueve. // Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde; / uno se quedó dormido y entonces quedaron ocho. // Ocho negritos viajaron por Devon; / uno dijo que se quedaría allí y quedaron siete. // Siete negritos cortaron leña; / uno se cortó en dos y quedaron seis. // Seis negritos jugaron con una colmena; / una abeja picó a uno de ellos y quedaron cinco. // Cinco negritos estudiaron Derecho; / uno se hizo magistrado y quedaron cuatro. // Cuatro negritos fueron al mar; / un arenque rojo se tragó a uno y quedaron tres. // Tres negritos pasearon por el zoo; / un gran oso atacó a uno y quedaron dos. // Dos negritos se sentaron al sol; / uno de ellos se tostó y solo quedó uno. // Un negrito quedó solo; / se ahorcó y no quedó… ¡ninguno!»

Los franceses han tomado la decisión de cambiar el título para acabar con el racismo, según afirman. También habría que cambiar el título a la película de René Clair de igual nombre y basada en el libro, estrenada en 1945. La decisión llama a chanza puesto que habrá que cambiar el nombre a todo de un tiempo a esta parte. El propio libro Diez negritos es un clásico de la Novela Negra, que es como se le llama a la literatura policíaca. De modo que deberá llamarse Novela con tintes oscuros.

Recuerdo aquella vieja canción «Angelitos negros» a partir del gran poema del venezolano Andrés Eloy Blanco, con música de Manuel Álvarez (Maciste), que popularizó Antonio Machín en toda Iberoamérica. La canción fue grabada también por Javier Solís, o por aquel detestablemente kitsch grupo peruano Los Pasteles Verdes. Existió incluso una película mexicana donde participó Rita Montaner, titulada Angelitos negros. La historia de esta canción tiene que ver con la Virgen de Coromoto, Patrona de Venezuela y un lienzo de esta Virgen pitado por Pedro Centeno Vallenilla, donde aparece rodeada de ángeles rubios, trigueños e indios, pero donde no habían angelitos negros, por lo que el poeta se inspiró y creó el poema. Imaginemos si hay que cambiar este poema, y allí donde dice negro diga de color (lo cual es un eufemismo, pues todos somos de color) o se escriba de color oscuro… En fin, aquí está el poema de Andrés Eloy Blanco:

Píntame angelitos negros

«¡Ah, mundo! La Negra Juana,

¡la mano que le pasó!

Se le murió su negrito,

sí señor.

 

-Ay, compadrito del alma,

¡tan sano que estaba el negro!

yo no le acataba el hueso;

como yo me enflaquecía,

 

lo medía con mi cuerpo,

se me iba poniendo flaco

como yo me iba poniendo.

 

Se me murió mi negrito;

Dios lo tendría dispuesto;

Ya lo tendrá colocao

como angelito del Cielo.

 

-Desengáñese, comadre,

que no hay angelitos negros.

 

Pintor de santos de alcoba,

pintor sin tierra en el pecho,

que cuando pintas tus santos

no te acuerdas de tu pueblo,

que cuando pintas tus Vírgenes

pintas angelitos bellos,

pero nunca te acordaste

de pintar un ángel negro.

 

Pintor nacido en mi tierra,

con el pincel extranjero,

pintor que sigues el rumbo

de tantos pintores viejos,

aunque la Virgen sea blanca,

píntame angelitos negros.

 

No hay un pintor que pintara

angelitos de mi pueblo.

Yo quiero angelitos blancos

con angelitos morenos.

Angel de buena familia

no basta para mi cielo.

 

Si queda un pintor de santos,

si queda un pintor de cielos,

que haga el cielo de mi tierra,

con los tonos de mi pueblo,

con su ángel de perla fina,

con su ángel de medio pelo,

con sus ángeles catires,

con sus ángeles morenos,

con sus angelitos blancos,

con sus angelitos indios,

con sus angelitos negros,

que vayan comiendo mango

por las barriadas del cielo.

 

Si al cielo voy algún día,

tengo que hallarte en el cielo,

angelitico del diablo,

serafín cucurusero

 

Si sabes pintar tu tierra,

si has de pintar el cielo,

con su sol que tuesta blancos,

con su sol que suda negros,

 

porque para eso lo tienes

calientito y de los buenos.

aunque la Virgen sea blanca,

píntame angelitos negros.

 

No hay una iglesia de rumbo,

no hay una iglesia de pueblo,

donde hayan dejado entrar

al cuadro angelitos negros.

Y entonces, ¿a dónde van,

angelitos de mi pueblo,

zamuritos de Guaribe,

torditos de Barlovento?

 

Pintor que pintas tu tierra,

si quieres pintar tu cielo,

cuando pintas angelitos

acuérdate de tu pueblo;

 

y al lado del ángel rubio

y junto al ángel trigueño,

aunque la Virgen sea Blanca,

píntame angelitos negros».

Otro poeta al que habría que cambiarle más de un poema sería a Nicolás Guillen, quien se estaría riendo de estas cosas de lo Políticamente Correcto, a mandíbula batiente. De modo que su magnífico poema Canto negro, del libro Songoro cosongo cambiaría su título a Canto oscuro, por ejemplo.

Canto negro

¡Yambambó, yambambé!
Repica el congo solongo,
repica el negro bien negro;
congo solongo del Songo
baila yambó sobre un pie.
Mamatomba,
serembe cuserembá.
El negro canta y se ajuma
el negro se ajuma y canta,
el negro canta y se va.
Acuememe serembó.
                      aé;
                      yambó,
                      aé.
Tamba, tamba, tamba, tamba,
tamba del negro que tumba:
tumba del negro, caramba,
caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé!
Pero donde sí se moriría de la risa el gran poeta cubano sería al imaginarse su otro poema tan conocido -uno de los poemas icónicos de la poesía afroantillana-,  Negro bembón y que a la luz de hoy día, sería un desastre de prejuicios raciales y feministas, más que cuando lo escribió.
Nicolás Guillén (Fuente externa)
Negro bembón
¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te dicen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembóm?
Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene, te lo dá tó.
Te queja todavía,
negro bembón;
sin pega y con harina,
negro bembón,
majagua de drí blanco,
negro bembón;
sapato de dó tono,
negro bembón.
Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene, te lo dá tó.
Y mucho menos sería posible poner en televisión al inolvidable Luis Carbonell, «E Acuarelista de la Poesía Antillana», com le llamaban. Quien interpretaba este poema afroantillano:

Este tipo de medidas como la de los franceses o de los norteamericanos con la raza negra y lo políticamente correcto es tan incorrecto que solo llama a más prejuicios.

Imagine Ud. lector si algo así ocurriera en nuestros países de negros y mulatos. Por ejemplo, habría que desaparecer la famosa y muy rica Harina de Negrito. Ah y si fuésemos a entrar en la onda del MeToo habría que inventar Harina de Negrita. Que debe ser una delicia.

Los países con complejos serios con la raza negra, por los desmanes realizados contra sus colonias hace cuatro y cinco siglos, y por la expoliación de sus riquezas naturales, como por ejemplo Francia o Inglaterra o siglos después Estados Unidos, deberían echarse al hombro países como Haití, Burkina Faso, Togo, Malí, Benin, Nigeria… y no aliviar su situación, que con curitas de kits de emergencia no se hace nada, sino con una cirugía a corazón abierto, que de una vez por todas coloque esos países pobres en el rumbo real del desarrollo.

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