Francisco Pancho Céspedes homenajeó a Johnny Ventura

(Fotos de Alfonso Quiñones)

Pancho Céspedes está mas loco que nunca. Quiero decir mas lúcidamente desenfrenado. Parece un bebé inmenso que está en ese estado de euforia anterior al estado de gracia.

“Yo tuve la mala decisión de que el show esta vendido con el título de «Ya no es lo mismo», pero se le puede cambiar el nombre. «Un show para Johnny»”, dijo Francisco ‘Pancho’ Céspedes al inicio del concertazo brindado la noche de este viernes en el Teatro Nacional Eduardo Brito, bajo la producción de Billy Hasbún. Recordó Céspedes que él y Johnny recibieron un doctorado juntos en México. Entonces puso un video de Johnny Ventura, sobre el secreto de la vida. Y comenzó a cantar Donde está la vida. Al final dijo “Te mandamos todos un beso. Siempre Johnny Ventura”, tras haber soltado lágrimas y dedicar a doña Fifa y sus hijos -presentes en el teatro- el concierto primero que realiza en el país tres años después.

El público que aplaudió, muchos de pie, el sentido homenaje, cantó con él “Parece que, todo acabo / cuando se fue, / Un tiempo asi sin descubrir / Que hay un después / Que difícil es, / que dificil fin”… Puro jazz, filia. Y Pancho que es un hombre 30% locura y lo demás sentimiento,   y lo demás teatralidad, y lo demás espontaneidad, se reinventa cada segundo que permanece en el escenario.

La banda con saxo, teclado y piano, guitarra y batería es suficiente (aún sin bajista), está hecha a su medida, son músicos con esa capacidad de respuesta que tienen los músicos cómplices, esos que se gozan el show y tiran para adelante con las improvisaciones recurrentes. «Cantando voy… amando todo y eso consuela esta tristeza mia (Que tú te vas), cantaba y teatralizaba Pancho Céspedes.

Todo es un misterio, entregó después el cantautor cubano, y también Quédate más, para luego dibujar I’m a food to want you, un cover de Billy Holiday, con la voz trémula de filing.

De pronto un rompimiento. Oye bien la clave, un tema de su Autorretrato Okan Eyó, un disco del 2005, y un tema desbordado en inspiración y en ritmo, que sirvió de cortina para pasar a un momento muy especial.

Enseguida se invitó a Pablo García y a duo se cantaron Qué manera tan loca.

Pablo Garcia cantó después a solas, con su poderosa voz, una canción donde arrancó con un do sostenido, para decir en su primera vez en el Teatro Nacional aquí estoy yo. Decidido a brillar y que fuese memorable como una de las mejores voces dominicanas, gracias a un registro altísimo y un excelente uso del diafragma para alargar las notas. Se ganó una ovación y salió del escenario.

Luego Pavel Nuñez llegó a escena y se cantaron Qué hago contigo. Y a duo, donde Pancho puso la segunda voz. Pancho hizo mutis para que Pavel cantara Viene gente, acompañado de su guitarra. La gente que vino lo coreaba trozos enteros de su canción.

Pavel invitó a escena a Carlos Luis, el trovador cubano dominicano («El Richard Gere de la trova cubana», dijeron en broma) y juntos se cantaron con letra y música de Carlos Luis Pudo ser, y luego en la bohemia Tengo, un tema maravilloso de Pavel con arreglo de Carlos Luis. A solas Carlos Luis cantó Perla Marina, de Sindo Garay con esa guitarra suya inmensa en intensidad, limpísima, rica en matices. Y de Manuel Corona un Longina a capella, en un duo que logró uno de los momentos más emotivos de la noche y una de las mejores interpretaciones de ese clásico de la trova tradicional que he escuchado. Al trío (Pancho, Pavel, Carlos Luis) se sumaron Pablo y Badir quien cantó de Alvaro Carrillo Se te olvida.

Ripostó Pavel con un Corazón de doble filo acompañado de su guitarra. Y con el piano, y de Carlos Gardel, Pablo García interpretó El dia que me quieras. Se sumó toda la banda e improvisadamente cantaron los cinco. La ronda la cerró Pancho, a manera de desquite cantando una canción compuesta en la pandemia: «Estaba, estaba y estaba feliz, mas o menos feliz». Regaló el bolerazo de Concha Velázquez Bésame mucho. Y de Maria Greever Alma mía. Que va haciendo filigranas entre susurros y mímica, con algo que él mismo llama “revisionista de letras” por lo que le va agregando de manera improvisada.

Pone entonces sobre la mesa Pensando en ti, que le cantara Luis Miguel. Y después Nadie como tú, que le grabara Presuntos implicados. Y ya hacia los finales Señora a veces la vida y Tu amor es como el viento.

El pianista Julio Baró, dueño de una voz a tener muy en cuenta, dijo una canción propia Yo quiero un mundo contigo…

Pancho ya en los finales interpretó Todavía. Habló de su hija Mariana Céspedes González lo que dio pie a una larga narración sobre cómo conoció a su madre, y las vicisitudes en Cuba, y luego el regreso suyo a Cancún, donde tuvo que esperar año y medio por su amada, por quien escribió Esta vida loca. Que fue el punto final del concierto mas loco de todos los que he visto de Pancho.

Loco de atar, lleno de esa rara lucidez que da el caos fusionado con la gracia, donde la bohemia y la pasión por el arte, crean esa poesía de las grandes letras bellas que reconforta el alma.

¡Aún existen estos oasis, gracias a Dios!

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