Asalto en Progreso, ¿es una película mala o buena?  Ninguna producción promedio de cine nunca es enteramente buena, ni completamente mala.

Comentar una producción que ha recibido tanta atención mediática por razones no cinematográficas, tiene, para el crítico, serios riesgos y desafíos de desenfoque.

La calidad como cine de Asalto en Progreso, no tiene relación alguna con los acontecimientos (provocados o derivados, acciones legales de terceros), no puede ser juzgada por las acciones de promoción y autopromoción como proyecto. La calidad de un drama social o de cualquier otro proyecto de que se trata, no  puede ser juzgado por el éxito o fracaso en taquilla del mismo.

Asalto en Progreso ha sido un éxito de taquilla gracias a las acciones de promoción previa, al impacto del hecho que refiere, al que es, en realidad, el segundo asalto a una entidad bancaria dominicana. Afirmar que se trata de «El primer asalto a un banco dominicano», es  una falsedad histórica.

El primer banco dominicano asaltado, refiere el crítico y gestor cultural  Jimmy Hungría, lo fue la sucursal del Banco de Reservas ubicada en la avenida Bolívar por el  Grupo Rubirosa, el 6 de diciembre de 1974, por el grupo de izquierda Los Trinitarios,  cargando con  185 mil pesos.

Hay otros atracos que podrían resultar invisibilizados si no aparece quien precise, por ejemplo, que el 1 de agosto de 1967 fue asaltado un vehículo del Banco Popular.

En aquella ocasión, en que los asaltantes se llevaron 65 mil pesos, se rumoró que el hecho fue cometido por el Movimiento Popular Dominicano, datos que aporta el historiador Alejando Paulino Ramos, ex-subdirector del Archivo General de la Nación.

La produccion  tiene aspectos altamente positivos, incluyendo el rescate  de la memoria histórica de este hecho, ajeno hasta el momento para las presentes generaciones, a lo que se agrega la capacidad histriónica de sus principales protagonistas.

 

Hony Estrella estuvo centrada en su papel, demostrando que  es una actriz de fuerza expresiva. FOTO:  JOSE NOVA

El rol actoral de sus principales roles en gran medida salvó Asalto al Progreso:

Pepe Sierra, (Santo Guzmán, el asaltante) carga con la responsabilidad de protagonizar el filme, y lo hace apelando a animal interpretativo, en un papel difícil y retador: meterse en la mente y las acciones de un hombre frustrado por una crítica situación económica y – sin precedentes delictivos transformarse en un asaltante de banco, inflexible, impositivo, difícil de acceder a las mediaciones que se intentaron.

María Castillo, (gerente del banco) muestra las razones por las cuales es un talento académico preparado al extremo con una amplia experiencia en teatro y cine. No trata de resaltar con una actuación moderada y centrada.

Judith Rodríguez, (como la esposa de Santo) destaca en sus contados parlamentos en los cuales sustrae la atención total del espectador por lo convincente y expresiva.

Irving Alberti, (coronel Fernández) está correcto y adecuado al tipo de oficial honesto que representa. Un acierto cinematográfico que debe apuntar a su carrera.

Richard Douglas, (coronel Candela) está adecuadísimo a las características del tipo de oficial corrupto existentes y operantes en los gobiernos de Joaquín Balaguer.

Hony

Estrella se supo medir y cumplir con los requerimientos de las directrices de su personaje.

Hay otras actuaciones dignas de algunos rehenes, como la de Javier Grullón que cumple con corrección escénica el rol asignado.

Pero…

Las actuaciones de soporte, en especial del conjunto de policías, que dan unos saltitos tan ridículos como innecesarios y degradantes de la intensidad del momento vivido.

De igual forma, hace ruido la actuación del Félix Tejeda (Ñonguito), como agente de tránsito, que cae en una caracterización ridícula del rol que desempeña y es un claro ejemplo de lo que nunca debería hacerse ante una cámara de cine.

El director se centró en que los papeles principales resultaron adecuados y asertivos, y lo logra, pero comete el error de no extender ese criterio al cuidado de las actuaciones de soporte.

Lo mismo se puede decir de la “actuación” del general Juan Manuel Méndez, director del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y que representa una ofensa al arte actoral bien entendido.  La inserción de Méndez tiene buenas intenciones al incluir un personaje que en la vida real es un modelo de servicio ciudadano, pero que pierde brillo porque se le ubica en un rol para el cual no estaba preparado.

De los personajes que hicieron mediación en la crisis, el de mayor parecido físico y en la modulación vocal es el Omar Patín como Freddy Beras Goíco, a diferencia del intento de Teo Terrero que no logró la representación del entonces síndico Rafael Corporán de los Santos, con una tonalidad cómica que nos pareció fuera de lugar y en disociación con el matiz dramático de la situación de rehenes. Los recursos visuales.

Jochi Santos, como presidente del Banco, asume una actitud inexpresiva, lo que le preserva de la sobreactuación pero que no aporta la fuerza  actoral que debía expresar. Estan asaltando una sucursal de  su banco y no lo transmite.

Este es un gesto que debió quedarse en los garfios de la edición. Foto de la producción. Es una exageración  y el actor que hace el papel de seguridad, orientó mal la expresión, influido por el humor que se hace en televisión.

Recursos técnicos

El director de fotografía de una película es quien determina el correcto uso de la cámara y de los equipos de iluminación y es la persona responsable de tomar decisiones artísticas y técnicas relacionadas con la imagen, en coordinación con el director de la película.

La dirección de fotografía es correcta, pero en el marco de no arriesgar nada. Realiza sus tomas a nivel del ojo humano con notable influencia de la labor similar a las de cámaras de televisión.

Es adecuado el uso de videos tomados durante los hechos reales a los que se refiere, aun cuando en algunos momentos es saturante y roba protagonismo a las acciones narrativas de la película.

La dirección de arte

La dirección de arte de una película se encarga de diseñar la imagen de la película y crear una concepción visual a partir de los aspectos temáticos, emocionales, psicológicos, sociológicos e históricos que surjan del guión.

El objetivo es otorgar al film una estética global y una coherencia visual. Esa función no se alcanza adecuadamente en Asalto al Progreso. En imagen, se nota una debilidad en cantidad de detalles tanto en el interior de la sucursal como el ambiente de los despachos policiales y la celda, marcadas por el simplismo que procura soluciones rápidas. Aparecen unas paredes verdes de estudio que debieron ser decoradas apropiadamente.

El guión

Los guionistas (Jossel Hernández y Joel Marte) aportan una la psicología (imaginada) del personaje mediante un breve monólogo (un recurso de libertad creativa) a la cual se agrega la adaptabilidad interpretativa de P. Sierra (Santo Guzmán).

Asalto al Progreso acusa fallos argumentales que pudieron haberse subsanado con una curación externa (Script doctor), facilitando una narración audiovisual más rica en mejores variaciones dramáticas que ofreciera a los actores mucho mejores condiciones para su lucimiento.

Asalto al Progreso es una cinta que satisfará el gusto del público de la cuota de facilismo sensacionalista al tiempo de ser un aporte a la preservación de la memoria histórica.

Cuenta con excelentes actuaciones protagonistas y lamentables papeles que invalidan el proyecto en gran medida, responsabilidad de un director que descuidó los detalles.

POSTER WEB – 1

Ficha técnica

Asalto al Progreso

País: República Dominicana

Año: 2024

Género Drama

Dirección: Josell Hernández

Guión: Josell Hernández y Joel Marte

Elenco: Pepe Sierra, Judith Rodríguez, María Castillo, Richard Douglas,Hony Estrella, Irving Alberty, Jochi Santos, Omar Patín, Javier GrullónJohnnie Mercedes, Chanel Leguizamón, Ovandi Camilo.

SINOPSIS: Santo Guzmán, odontólogo de 44 años, endeudado, con la casa embargada, casado con Francisca, enferma de pancreatitis, decide asaltar un banco hecho que origina una transmisión de 13 horas del primer asalto a un banco, en República Dominicana. Esta historia es basada en el asalto al Banco del Progreso en el año 1993.

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