Fachada de La Bodeguita del Medio
Fachada de La Bodeguita del Medio

SD. La Habana es una foto antigua de sí misma. Es quizás la capital que más ha quedado congelada en el tiempo, en todo el mundo, morbo del turismo. Poblada de personajes sui géneris y de sitios legendarios, hay uno de gran reconocimiento mundial, que hasta ha logrado reproducirse por algunas ciudades de otros países en forma de franquicias: me refiero a La Bodeguita, nacida en 1942, hace 75 años, de manos del emprendedor santaclareño Angel Martínez, quien le dio nombre definitio en 1950.

Pero en la historia de La Bodeguita no todo ha sido coser y cantar. Después de 1959, se inició una época de nacionalización de empresas grandes primero, y medianas después, hasta llegar a los más minúsculos ventorrillos en 1968, año llamado por el gobierno cubano “Año de la Ofensiva Revolucionaria,”.

De acuerdo con datos publicados por el periódico Granma en marzo de aquel año, se confiscaron 55.636 pequeños negocios, muchos operados por una o dos personas. Entre ellos 11.878 comercios de víveres (bodegas), 3.130 carnicerías, 3.198 bares, 8.101 establecimientos de comida (restaurantes, friterías, cafeterías, etc.), 6.653 lavanderías, 3.643 barberías, 1.188 reparadoras de calzado, 4.544 talleres de mecánica automotriz, 1.598 artesanías y 3.345 carpinterías.

Entre aquellos 8,101 restaurantes, se encontraba La Bodeguita. Sus paredes con las firmas originales de quienes hasta ese momento habían dejado plasmada su presencia allí, desaparecieron, pues fueron pintadas, así como se perdieron muchas de las fotos originales que allí estaban colgadas. Dicen que fue gracias a Salvador Allende, luego presidente de Chile, y gran amigo de Nicolás Guillén, que se reabrió La Bodeguita.

En La Bodeguita hay dos textos que conforman su santo credo. El primero, uno que escribió Ernest Hemingway: “My mojito in La Bodeguita. My daiquiri en El Floridita”. Aunque algunos dicen que quien fuera mi amigo Fernando G. Campoamor, historiador del ron cubano y gran conocedor de la historia republicana en Cuba, habría dicho que Hemingway jamás puso un pie en La Bodeguita, queda como testimonio la foto del manuscrito del autor de “El viejo y el mar”.

Hoy La Bodeguita es una leyenda de obligatoria visita. SIempre hay mucha bulla en la parte del bar, pero si se adentra, podrá ver que, a pesar de la humedad, adentro se abre un espacio con aires de museo, donde el aroma del congrí, el puerco frito, los tostones y la yuca con mojo, se mezcla con el mojito y la cerveza fría.

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