Juan Luis Guerra y Alejandro Sanz
Juan Luis Guerra y Alejandro Sanz

NOCHE DE MÚSICA RECONFORTANTE, CON ALEJANDRO SANZ Y JUAN LUIS GUERRA

Por Alfonso Quiñones MACAO. HARD ROCK HOTEL & CASINO PUNTA CANA. Fue Pablo Pou quien me insistió: va a comenzar a las 8 en punto. Bueno, está bien, comenzó a las 8.20 de la noche. El campo de entrenamientos del Campo de Golf, donde mismo se han presentado Rihanna y Marc Anthony recibió la noche del sábado a dos de los artistas de habla hispana de mayor calado -dos buques madres, dirían en marinería- Alejandro Sanz y Juan Luis Guerra. “Entonces es que nos vemos a las 9 en punto” abrió Alejandro Sanz, el amigo de Fernando Quiñones aquel escritor español que regaló cuentos que de un modo u otro lo influyeron. Imágenes de una ciudad en blanco y negro, animadas, respaldan lo que canta. Nadie lo anuncia. Ni falta que hace. Han caído unas columnas de tela que recuerdan la torre Eiffel. Le llueven flores y él las devuelve. Luego alguien le regala un sombrero y él lo coloca sobre el piano. Chasquea los dedos. “Cerré mis puertas/ pero dejé abierta la amistad”, confiesa enfundado en chaqueta negra y t-shirt negro. Al final habla “gracias Dios mío por Santo Domingo”. En “Mira que busqué”, la sorpresa de Juan Luis en dúo con Alejandro. Ovación. “Te he buscado en un millón de auroras y ninguna me enamora”. Bien acoplados. El madrileño expresa: “Por esas cosas doy las gracias, aunque sea cinco minutos de compartir con un maestrazo como Juan Luis…”. No es cumplido. Sabe que lo que dice es cierto. ¡Un maestrazo! En el teclado el dominicano Chris, hijo de Henry Hierro, el de Taxi Amarillo. Un músico muy informado y muy bien formado. La banda tiene cinco integrantes mujeres: 2 en coro, trompeta, dos guitarras. Pero esa es una consideración de paso, porque arranca un Popurrít que incluye fragmentos de temas como “Desde lejos”; “Quisiera ser”; y otros. Canta “Después de esta cita”, ilustrada con imágenes algo surrealistas. Explicó que la utopía sirve para caminar. E interpretó “Me ire”, del CD “Con el alma al aire”, en un hermoso coro con piano… A esas alturas el público necesita estar más animado. Parece que por eso cantó “Cuando nadie me ve”, que fue bien coreado. Al final anuncia que  hará “Una canción nueva, de hace cinco días solamente y ojalá les guste” y se cantó uno de sus clásicos  “Mi soledad y yo”,. donde ruega “Vuelven pronto, te esperamos mi soledad y yo”, con un solo bueno de guitarra prima al final. Para el descanso del cantante, Chris Hierro presentó la banda multinacional donde había otra dominicana, trompetista y corista. Al regreso, Sanz entonando “Veinte años”. “Les quiero mandar todo el cariño del mundo. Mucha fuerza, Venezuela. Arriba, Venezuela!”, dice Alejandro Sanz, antes de anunciar otro de sus “estrenos”. “Una nueva canción de apenas cuatro días”, lo dijo en tono guarro, a lo Freddy Ginebra. “Corazón partío”, con coro y ovación incluida. “Soy de nadie” permitió que en la pantalla led cayeran copos de nieve, pero una nieve más impersonal y fría, la digital. Aquí dijo que ya estaba llegando al final, pero el público, que no! Miren que viene por ahía Juan Luis, Que no!, le gritaban. Levantó de nuevo el ánimo con otro de sus grandes éxitos “No es lo mismo” (con rémoras de rap y house en el arreglo). Raúl Baz pedía el agradecimiento del Altísimo ya en la despedida de Sanz, con gesto de pelotero señalando hacia el cielo. Sara Ibáñez, corista, acompañó a Sanz en el tema que popularizó junto a Alicia Keys “Alguien como tú”. No a Raúl, sino a Sanz, claro está. Al final, después de un punto en la pantalla led, se despidieron a pesar de que pidieron otra. El intermedio fue casi todo con música de Barry White, como para limpiar la garganta, los oídos con otro ritmo y otra sensibilidad.

UNA TORMENTA SONORA Cuando arrancó Juan Luis, fue como si a cada silla le hubiesen puesto un resorte. todo el mundo de pie recibió a la gran estrella dominicana, que hizo entrada con “A pedir mi mano” -y ya nadie se sentó-; “La bilirrubina” y “Ojalá que llueva café”, como para que no quedase la más minima duda de quién manda en casa. Luego adelantó el tiempo y comenzó con temas del más acá: “La llave de mi corazón” (mambo-fusión); “Te regalo una rosa” (bachata) que hizo a dúo con Alejandro Sanz ( “uno de los más grandes compositores de habla hispana de todos los tiempos”, dijo Juan Luis de Sanz) Juan Luis le dijo a Alejandro: “es un privilegio tenerte como amigo y ahora como Bachatero”, lo que provocó risas. Después de la incursión de Sanz en la bachata, Juan Luis puso un midley de salsa: Mil razones para amarte y Carta, entre otros, Más tarde canto un segmento con temas casi todos cristianos como “Rey de Reyes”;  “Como yo te quiero”; “Qué bendición” y “Para ti no hay nada imposible”. Juan Luis también le dio la bienvenida a los venezolanos. Habló de Robi Draco quien iba a estar con ambos esá noche; “se está recuperando y va muy bien, muy bien. Es lo que se llama un campeón, un campeón!”, manifestó y pidió que el público le secundará a coro “larga vida”. Luego cantó a dúo con el video clip de “Eso es vida” con Robi Draco Rosa, en un homenaje hermoso. Juan Luis con los ojos cerrados parecía rezar por la salud del artista puertorriqueño.  Luego hizo la Bachata son con Adalgisa, “Reforéstame”. Le siguió “El Niágara en  bicicleta”, “Buscando visa”. Detrás de donde estoy sentado, dos jóvenes panameñas: Marie Millard e Ivonne Casanova, cuentan que vinieron desde Panamá a República Dominicana solo a este concierto. están en otro hotel, pero al día siguiente, domingo, se irían a conocer la capital. “Bachata en Fukuoka”, “La guagua” y “En el cielo no hay hospital”, trajeron al Juan Luis de AsonDeGuerra, y en las postrimerías “La cosquillita”. Juan Luis dijo buenas noches, pero la ñapa fue con “Como tu” y “Las avispas”. Y luego esa sensación de haber asistido a una noche hermosa, reconfortante, que a ritmo de buenas letras limpia el alma, entre tanta música mediocre. Aplausos también para la excelente organización de un evento que acaparó la atención de unas 15 mil personas, inicialmente solo concebido para 10 mil. Ovación. Que con la tormenta sonora de Juan Luis Guerra, nadie se volvió a sentar.

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