La Delegación Permanente de la República Dominicana ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), participó hoy la segunda reunión de la propuesta multinacional que busca la inscripción de “La Tradición taína de la elaboración del Casabe, en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, de ese organismo multilateral.

En el encuentro que se realizó de forma remota, participó la embajadora alterna de la misión dominicana ante la UNESCO, Ada Hernández, en representación del embajador Andrés L. Mateo; la embajadora de Cuba, Yahima Esquivel; la embajadora de Haití, Dominique Dupuy, el embajador de Venezuela, Jorge Valero y el consejero de la Delegación de Brasil, Bruno Zetoca, quienes en conjunto trabajan para que esa organización de las Naciones Unidas lo inscriba como un elemento propio, durante la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que se celebrará en el año 2023.

De igual manera, participó Jesús Paniagua, secretario general de la Comisión Nacional Dominicana para la UNESCO, el artista plástico Geo Ripley, encargado de Patrimonio Cultural Inmaterial del Ministerio de Cultura de la República Dominicana; Benito Irady, presidente del Centro de Diversidad Cultural (CDC), de Venezuela y George Amáis, enlace del CDC con la Comisión Nacional de Venezuela para la UNESCO.

Los funcionarios coincidieron en la idea de que, “el arte de la elaboración del casabe se ha transmitido de generación en generación, presente en los cinco continentes, constituyendo junto al tabaco y al listado de vocablos taínos integrados al castellano, uno de los raros elementos culturales de las extintas naciones amerindias del Caribe que lograron sobrevivir a su trágica y vertiginosa desaparición”.

La propuesta de nominación cuenta además con el de representantes de la sociedad civil en varios países de la región, de ellos; Cuba, Haití, Venezuela, Brasil, y el gobierno de la República Dominicana ha expresado formalmente su intención de la postulación, con el compromiso de continuar diseñando políticas para preservar y promover esta noble tradición de los pueblos amerindios.

Teniendo en cuenta los estrechos vínculos de amistad y cooperación entre nuestros países los citados Estados Miembros, preparan este expediente multinacional para inscribir el elemento gastronómico en la lista representativa, establecida a través de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial del 2003.

Un poco de su historia:

Tras la llegada de los españoles al continente americano, se empezaron a conocer fuera de la región algunas costumbres y elementos culturales de las naciones indígenas. En el Caribe insular, muchas de estas tradiciones desaparecieron a consecuencia del brutal proceso de conquista y colonización. En la mayoría de los casos, los vestigios de esa luminosa cultura solo quedan evidenciados en los relatos de algunos cronistas de la época.

Conforme a estudios arqueológicos, alrededor de 6000 años antes de la era cristiana, varios pueblos de origen guaraní y arahuaco, en Paraguay, Brasil y, finalmente, en la costa este de Venezuela, domesticaron la raíz tuberosa a la que llamaban yuca. El cultivo de algunos rubros como la yuca y el maíz facilitó el proceso de asentamiento de comunidades de cazadores, recolectores en aldeas y ciudades. La migración de las poblaciones desde el continente hacia el archipiélago de las Antillas acarreó consigo el ancestral bagaje de usos y costumbres.

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