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Esta ha sido una semana de pruebas, para mí. Ver a mi pueblo reprimido y encarcelado, con la angustia, la rabia y la impotencia que conlleva la distancia, ha removido un sedimento de bilis en mi corazón.
Aún así, quieto resaltar, a manera de exorcismo, lo que me ha salvado, por aquello que repetía mi abuelita: vista hace fe:
Mi hermana, La Maga y La Pato, un trinomio al que puedo acudir después de tres copas o tres sanciones del corazón; no sería yo sin sus risas, sus querellas internas, sus ironías desde los ovarios.
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Los amigos de siempre, que me centran la brújula del carácter con sus comentarios: nadie ha cambiado tanto.
Los amigos nuevos, con los cuales comparto el astrolabio de la vida; quién sabe en cuál esquina nos darán tres puñaladas.
Y por último, mi amado mierdómetro, tan usado y tan capaz, que me permite aún reconocer a un hombre de Maisinicú y anunciarlo, aunque sea bajo el signo de Cassandra: mi locura no disminuye tu canallada.
A todos, gracias. Que nos amanezca una mejor Cuba, hoy.
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Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.