El mar (Foto de Vanessa Gardeeng de la Cruz)

Caminar y caminar y caminar y caminar.
Pequeña, cansada,con los pies dolientes.
Quiero el mar, ¿vienes conmigo?

¡Ven! El mar es enorme y el mar es muy viejo
y algunas cosas flotan mientras otras se hunden, y allá hay una isla y aquí hay una ola
y ven con tus brazos y ven con tus piernas
y ven, y ven, y ven.

Ahora hay un bosque. Ramas y hojas y pequeños nidos, todo en movimiento.
No tengas miedo; el bosque es el bosque
y el mar es el mar y este es el camino.
¡Ven!

Y luego, salir del bosque
de las sombras, de tus pies
de tu cabeza. ¡Ven!

Un nubarrón.
No tengas miedo; la lluvia es la lluvia
y la lluvia es risueña y se seca muy rápido.
Es sólo una gota, ¿lo ves? no hay peligro.
Gotas y gotas y gotas y tú y yo.

Tú y yo, yo y tú
y los brazos y las piernas
y las espaldas y las caderas
y el mar y el camino. ¿Quieres una sonrisa?

Andar, tropezar, saltar, pisar
sobre y dentro y entre y por debajo.
Delante, detrás, uno y dos.
Frío y resbaladizo, templado y húmedo:
el camino viene y se va.
Hay un muro, pero no una puerta
sino una escalera, y hay un sombrero para nosotros.
¡Ven!

Alto, muy alto,
y profundo, muy profundo. ¿Saltamos?
¿Estás seguro? ¿Te duele?
—Sí.

Mira. El mar.

Poema de Vanessa Gardeen De la Cruz

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