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Caminar y caminar y caminar y caminar.
Pequeña, cansada,con los pies dolientes.
Quiero el mar, ¿vienes conmigo?
¡Ven! El mar es enorme y el mar es muy viejo
y algunas cosas flotan mientras otras se hunden, y allá hay una isla y aquí hay una ola
y ven con tus brazos y ven con tus piernas
y ven, y ven, y ven.
Ahora hay un bosque. Ramas y hojas y pequeños nidos, todo en movimiento.
No tengas miedo; el bosque es el bosque
y el mar es el mar y este es el camino.
¡Ven!
Y luego, salir del bosque
de las sombras, de tus pies
de tu cabeza. ¡Ven!
Un nubarrón.
No tengas miedo; la lluvia es la lluvia
y la lluvia es risueña y se seca muy rápido.
Es sólo una gota, ¿lo ves? no hay peligro.
Gotas y gotas y gotas y tú y yo.
Tú y yo, yo y tú
y los brazos y las piernas
y las espaldas y las caderas
y el mar y el camino. ¿Quieres una sonrisa?
Andar, tropezar, saltar, pisar
sobre y dentro y entre y por debajo.
Delante, detrás, uno y dos.
Frío y resbaladizo, templado y húmedo:
el camino viene y se va.
Hay un muro, pero no una puerta
sino una escalera, y hay un sombrero para nosotros.
¡Ven!
Alto, muy alto,
y profundo, muy profundo. ¿Saltamos?
¿Estás seguro? ¿Te duele?
—Sí.
Mira. El mar.
Poema de Vanessa Gardeen De la Cruz
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Es cubana. Desde hace más de dos décadas reside en Oslo, capital de Noruega. Hace una década ha vertido sus textos en el blog La Guardarraya de Siberia. Es profesora.