Miguel Hernández en el frente durante la Guerra Civil en 1936

«Llegó con tres heridas, la del amor, la de la muerte, la de la vida» se puede leer en la tumba donde descansan los restos de Miguel Hernández, el poeta y pastor de cabras de Orihuela, en el cementerio Nuestra Señora del Remedio de Alicante, en España. Allí lo llevó el 30 de marzo de 1942 un séquito muy reducido de amigos junto a su viuda.

Había fallecido en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad, enfermo de tifus y de tuberculosis.

Tumba del poeta Miguel Hernández en Alicante (Fuente externa)

Pablo Neruda, que lo había conocido, escribió sobre él: «Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!».

Miguel, el autor de las Nanas de la cebolla, había sido comisario político del 5to Regimiento republicano durante la Guerra Civil Española. El 9 de marzo de 1937, en medio de la guerra se casó con Josefina Manresa, quien cuando el poeta estaba en la cárcel el escribió una carta donde le decía que solo tenían para comer pan y cebolla, lo que le inspiró a escribir el poema musicalizado por Joan Manuel Serrat.

En el verano de ese mismo año asistió al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en Madrid y Valencia, donde conoció al peruano César Vallejo, al chileno Pablo Neruda, al mexicano Octavio Paz, al cubano Nicolás Guillén, al inglés W. H. Auden, al estadounidense Langston Hughes, al francés André Malraux, al alemán Heinrich Mann, entre muchos otros extranjeros y coincidió con sus coterráneos Antonio Machado, Rafael Alberti, Jacinto Benavente y León Felipe, entre otros.

Miguel Hernández, saliendo de la inauguración del II Congreso de Intelectuales para la Defensa de la Cultura. Valencia, 1937.

En 1939, finalizada la guerra, cayó preso cundo intentaba escapar a Portugal, ahi comenzó un periplo por algunas cárceles, hasta que fue a dar a Marie, donde gracias a una gestión de Neruda con un cardenal, logró salir libre sin juicio. De regreso a Orihuela fue delatado otra vez y llevado al penal en Madrid donde fue condenado a muerte, en marzo de 1940, por un consejo de guerra presidido por el juez Manuel Martínez Margallo y en el que actuó como secretario el alférez Antonio Luis Baena Tocón. La pena le fue conmutada por 30 años de cárcel. En la cárcel de Alicante, debido a las pésimas condiciones carcelarias enfermó de bronquitis, tifus y luego tuberculosis, causa de su muerte.

Prohibido borrar

A 79 años de su muerte el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 3 de Alicante ha declarado ajustada a derecho la negativa de la Universidad de Alicante (UA) a eliminar de sus buscadores de búsqueda en Internet el nombre del secretario del juzgado que instruyó el procedimiento sumarísimo contra el poeta Miguel Hernández, aquel alférez Antonio Luis Baena Tocón.

La sentencia, que puede ser recurrida en apelación, desestima la demanda por el llamado “derecho al olvido” que había presentado el hijo del aludido Beana Tacón, contra la resolución dictada el 29 de julio de 2019 por el rector de la institución académica.

Según el periódico El Diario, el recurrente solicitaba que el repositorio digital de la UA no redirigiera a los internautas al artículo titulado ‘El Caso Diego San José y el Juez Humorista’ -escrito por un profesor universitario y que analiza el papel del Juzgado Especial de Prensa entre los años 1939 y 1943- al introducir los datos personales de su progenitor.

El magistrado entiende que debe prevalecer “la libertad científica del investigador en un trabajo de investigación histórica, frente a la protección de los datos personales, cuando la información que contiene tiene relevancia o interés público”.

“Conocer el nombre de las personas que ejercieron autoridad y funciones públicas, como es el caso del juez y el secretario judicial, además de estar íntimamente relacionado con la finalidad misma del trabajo de investigación, resulta de interés público”, concluye el juez.

Así, la memoria histórica prevalece.

EL POETA MIGUEL HERNÁNDEZ JUNTO A SU MUJER, JOSEFINA, EN UNA IMAGEN DEL VERANO DE 1937, EN JAEN

El año 2022 se cumplirán 80 años de la muerte del poeta puente de las generaciones del 27 y el 36. Algunos de sus descendientes, como su nuera, Lucía Izquierdo, están colaborando con la miniserie que lleva adelante la productora Plano a Plano, de César Benitez, sobre su vida.

La participación de los descendientes del poeta y dramaturgo, sirve de respaldo a lo que probablemente sea un docudrama con escenas ficcionadas.

El director Benito Zambrano (‘Solas’, ‘Intemperie’, ‘La voz dormida’) y el guionista Curro Royo (‘Desaparecidos’, ‘Cuéntame’, ‘Las aventuras del capitán Alatriste’) han asumido la recreación de la vida desde la humilde infancia, su formación autodidacta y la persecución y posterior enjuiciamiento al que se vio sometido durante la Guerra Civil Española el poeta Miguel Hernández. Se espera que la miniserie esté lista el año próximo.

Miguel Hernández se salva del olvido por dos cosas esenciales. Una por la vigencia de su poesía intensa, vivaz, única; y dos por los que se oponen a borrar las historia.

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