Mijail Baryshnikov (Foto: Alfonso Quiñones)

SD. Le dicen Misha y ha roto la creencia de que los bailarines son afeminados u homosexuales.

Nacido en Riga, Letonia, donde vivió hasta los 16 años, Mijail Baryshnikov (27 de enero de 1948), se marchó a San Petersburgo (entonces Leningrado), donde estudió ballet.

“Viví en Rusia solamente 10 años, a los 26 años me marché del país para nunca más volver”, dijo en una entrevista exclusiva, en medio de un apagón que siniestraba la Zona Colonial, antes de abrir al público en Casa de Teatro su muestra fotográfica “Dominican move”.

Considerado uno de los más importantes bailarines de todos los tiempos, ‘gracias’ a su baja estatura, tuvo que buscar roles en los que desempeñara en solitario. Su estilo y el modo de ‘flotar’ le hicieron opinar a la crítica que rompía las leyes de la física. Ahora nada quiere saber del ballet clásico.

Texto de Baryshnikov sobre su muestra (Foto: Alfonso Quiñones)

P: ¿Qué recuerdos le quedan, qué olores, qué amistades, de su infancia en Riga?

R: De aquellos tiempos sólo me quedaron amigos. Muy cercanas amistades con las que me encuentro a cada rato. Ellos viajan hasta acá, o nos vemos en terrenos ‘neutrales’, en cualquier punto de Europa.

P: ¿Y usted nunca más volvió ni a Rusia ni a Letonia?

R: En Letonia si estuve. Acabo de estar en Letonia por segunda vez. Allí está enterrada mi madre, así que fui a visitar la tumba de mi madre. Estuve diez u once años atrás y ahora regresé hace apenas tres semanas atrás.

P: ¿Quedan familiares en esa zona?

R: No, no, en Letonia no me queda ningún pariente. En Rusia apenas tengo un primo y una prima.

P: ¿Y cómo fue que usted llegó al ballet?

R: Mi mamá era amante del teatro, de la música, del ballet y me llevaba mucho a la ópera y el ballet; así que me incliné hacia el teatro y la danza.

P: ¿Cuál fue el rol más amado por usted en el ballet?

R: Difícil responder. Puede ser que el Albrecht de “Giselle”. Bailé mucho ese rol desde la misma adolescencia hasta el final de mi carrera clásica.

P: ¿Y por qué transitó del ballet clásico a la danza contemporánea?

R: Ese fue un movimiento natural para mí, porque yo siempre bailé paralelamente clásico y contemporáneo desde el momento en que llegué a Estados Unidos.

P: ¿Cómo se valora a sí mismo como un Artista o un bailarín a secas?

R: Difícil clasificarme solo como bailarín, cuando mi discurso va escribiéndose desde la danza. Pero Artista es demasiado pretencioso llamarse. Soy un hombre que me ocupo de distintas tareas. Una de ellas es la fotografía, por ejemplo, actúo en el teatro, hago algún rol en la televisión…

P: … En el cine también…

R: En el cine hace mucho no he trabajado, pero de cualquier manera tengo distintos intereses, por eso nunca he querido quedarme con ningún sello o clasificación en mi vida.

P: ¿Y no escribe?

R: No, no escribo lamentablemente. Creo que no tengo talento… aunque casi seguro es que tampoco tengo deseos.

P: ¿Será que no desea profundizar demasiado en su pasado?

R: ¿Qué? ¡Escribir sobre mi vida? Mi vida no es tan interesante. Interesante es el día de mañana. Y lo que pasó en mis últimos sesenta años seguramente se quedará en mi memoria sencillamente.

P: La mayor parte de su vida ya la ha pasado en el extranjero…

R: Pasaron ya unos 35 años…

P: De manera que seguramente recibió también bastante de la cultura norteamericana u occidental…

R: No sabría decirte cuánto. Claro que el idioma inglés nunca será mi idioma natal como, por ejemplo, en su caso el idioma ruso en el cual hablamos usted y yo no es su idioma natal por muy bien que lo hable. Su español siempre será el natal. Y por esto, claro que la literatura o el folclor norteamericanos de cualquier manera son para mí mirados como un extranjero, como comprenderás, porque me fui de Rusia a los 26 años de edad, lo cual fue un poco tardío Y siempre hablaré el inglés con acento extranjero. Y yo me siento a sí mismo norteamericano por pertenencia. Cuando estoy en Nueva York, siento que estoy en casa.

Baryshnikov durante la inauguración de su exposición en Casa de Teatro (Foto: Alfonso Quiñones)

P: Figuras como Vasíliev, Nuréyev, Plisetsky, por ejemplo, fueron antecesores suyos en el ballet clásico, ¿cómo influyeron en Baryshnikov?

R: Ellos prepararon la plataforma. Tanto Nuréyev, como Vasíliev, Maya Plisetskaya, todos estos bailarines y bailarinas inmortales abrieron el ballet ruso a los nuevos tiempos.

P: ¿Y Azari Plisetsky?

R: Un gran amigo mío.

P: ¿El murió?

R: No, quien murió fue su hermano Oleg Plisetsky, su hermano. Pero era toda una familia. Porque hay que mencionar a Asaav Mezerer, Suamif Mezerer, la familia Mezerer-Plisetsky son una familia espléndida en bailarines. Pero habría que mencionar en el teatro al que yo pertenecía, el Kírov, de Leningrado, a Soloviov, Massa Kalpakova, Makarova, Subkovskaya, Zipienkaya, y muchos bailarines que fueron de generaciones anteriores, sin los cuales, yo difícilmente hubiese podido hacer algo.

P: Los críticos decía en su tiempo que con su estilo y sus saltos usted rompía las reglas de la física…

R: ¿Sabe? No soy yo quien debo juzgar qué rompí o dejé de romper. Lo que sí de seguro me rompí la cabeza… No sé, yo siempre he sido de la opinión que hasta el momento en que me marché de Rusia fui bien tradicional, bien clásico. Cuando me fui, claro que la experiencia fue otra.

P: De todos modos, parece que usted no fue tan tradicional que digamos…

R: Puede ser que no sea del más tradicional estilo del ballet clásico, porque como soy de tamaño pequeño, cuando vivía en Rusia me veía muchísimo más joven de lo que realmente era. A los 25 años parecía tener unos 19. Y por eso la interpretación de algunos de los roles era un poco fuera de lo habitual, porque parecía que era demasiado joven para transmitir todas las emociones que lograba transmitir. De todos modos era algo un poco tal vez extraordinario, pero en lo demás nunca rompí ningunos moldes.

Haydeé de Rainiery, Frank Rainiery y Freddy Ginebra miran a otro lente, Baryshnikov al nuestro (Foto: Alfonso Quiñones)

P: Última pregunta, ya que quiso que fuese breve…

R: Tenemos tiempo, todavía, no se preocupe…

P: Me interesa conocer sus intereses literarios.

R: Sigo leyendo mucha poesía y literatura rusa.

P: Poetas ¿Cómo cuales?

R: Brodsky siempre fue para mí algo especial; Pushkin,Pasternak, Ajmátova, Tsivietáeva, Mandelshatm… Brodsky fue un gran amigo mío, hasta el último momento. Él ejerció en mí una gran influencia como ser humano y como poeta, porque lo conocí muy bien. Me dedicó dos o tres grandes poemas y varios poemas pequeños. Duele que él no esté ya, porque fue un gran poeta. Hablé con él dos horas antes de su muerte. Era el día de mi cumpleaños, yo estaba en Florida y él me llamó a las 10:00 de la noche, y en una o dos horas estaba muerto.

P: Rusia y todas las ex repúblicas soviéticas son sitios de grandes culturas, repletos de tesoros. Pero en el caso de las artes plásticas, por ejemplo, se quedó muy atrás.

R: Como pasó también con el ballet y con cualquiera de las artes, desde el año 23 más o menos, se dio una regresión colosal, con una presión tremenda sobre todas las cosas y sobre gentes como Shostakovich o Pasternak por solo poner dos ejemplos. Luego la liquidación de millones, entre ellos la intelectualidad. ¿Usted se imagina que clase de país hubiese sido si toda esa gente no hubiese sido liquidada? Hubiese sido otra estructura social diferente. Otra hubiese sido la historia, y hubiese sido otra nación, realmente una nación benévola. Claro que es muy difícil mentalmente apartarse de “la Casa soviética”, y por eso ese resurgimiento que hay hoy del “novorizh” (los nuevos ricos) y de todos estos billonarios y trillonarios, basado en el enfrentamiento del hombre ruso unos contra otros y contra todos, lo cual se refleja también en el Estado y esto es terrible.

P: ¿Será que estos puntos de vista suyos tienen relación con el hecho de que usted no volvió a ir a Rusia?

R: Yo no quiero hablar de esto. Esto es un tema íntimo. Yo nunca más volví, ni creo que vuelva jamás a Rusia hasta el final de mi vida. Partí de allí en una situación demasiado seria. Y nunca fui disidente ni allá ni acá. Y por eso nunca hablo de estos temas.

P: Al mismo tiempo, hace poco que murió Solzhenitsin, quien fue exiliado, regresó y siempre se esforzó por pensar una Rusia grandiosa…

R: Todos, claramente tenían esta idea, esta inclinación. Justamente, creo que por el hecho de que Solzhenitsin vivió demasiados años en el extranjero, a su regreso tuvo un perplejidad superficial, porque a muchos no conocía y muchos no lo conocían. Por eso él tenía esta fuerte tendencia de que había que cambiar algo y a él sencillamente lo escuchaban muy poco. Sobre todo la generación que creció sin él. Y por esto se queda en la herencia rusa como un gran hombre que descubrió muchas cosas y como un gran previsor. Pero no como el hombre que tenía la llave exacta. Hubo algo pues que en él no se dio, aunque yo delante de su nombre, de su valentía, su vida, su talento, me quito el sombrero. Me lo quito delante de su literatura, vaya, hasta sin que sea necesario incluir Archipiélago Gulag. Fue un gran artista como escritor, pero no como político. Y pasará a la historia como un escritor, no como un revolucionario, aunque la imagen humana en su obra es muy alta. Tal vez no de una gran diapasón, pero fue un gran escritor.

P: ¿Toda esa gran literatura rusa se está quedando en un atrás definitivo? Pienso en obras como Chevengur, de Andrei Platonov.

R: Me es difícil hablar de eso, porque de cualquier manera me fui de allá hace tiempo. No puedo enjuiciar el nivel de la literatura. No tengo acceso a esto. Casi todo el tiempo hablo inclusive en inglés, porque me relaciono mucho con los muchachos y muchachas que vienen de allá y no hay mucho que conozca. Me da vengüenza enjuiciar el nivel del ballet, el teatro, parte de la literatura (leo menos de la mitad de lo que leo en ruso); si alguien me comenta algo sobre una novela o un ensayo, lo busco, pero si no, no me meto en Internet a buscar. No tengo tiempo para eso.

P: ¿Y le interesa la política rusa?

R: Mucho me interesé en la dirección política de Putin, ahora de Medvediev, por supuesto que me interesa qué sucede en este país, adónde va Rusia, pero también me interesa la política americana, porque soy demócrata.

P: ¿Barack Omaba?

R: Yo estaba por Hilary Clinton, ella perdió el chance y por supuesto, me reconecté con la campaña de Omaba.

P: Hablando del ballet, ¿qué piensa sobre lo que sucede hoy en día con el ballet?

R: Con el ballet la cosa está difícil, porque de todo esto se quedan unos pocos espectáculos clásicos, los cuales son como equivalentes de óperas como Otelo o las de Puccini, Verdi, Donizetti, Mozart. Para los cantantes de ópera hay mucho más repertorio que el ballet. Lamentablemente no hay coreógrafos interesantes. Esto es algo muy raro de encontrar. Muy raro.

P: ¿Y con la danza contemporánea?

R: Hay muchos, sobre todo en estados Unidos, Canadá, en algunos países europeos, como Alemania, Francia o Inglaterra.

P: ¿Y si tuviese que mencionar algún bailarín del mundo que le pareciera interesante en estos momentos?

R: No es porque no quiera o no me guste. Es que veo muy poco ballet clásico. Voy muy raramente al ballet clásico. En el tiempo libre lo que voy a ver es sobre todo danza contemporánea, que es lo que hago ahora y me interesa. Pero el ballet clásico me es muy aburrido verlo. No tengo tiempo para esto. No tengo tiempo en mi vida para ver durante tres o cuatro horas viendo ahí “El lago de los cisnes”.

P: Pero en su tiempo libre, además de la fotografía, ¿qué otras cosas hace?

R: Bueno, tengo mi propia fundación, junto a otros construimos el Baryshnikov Art Center, que está situada en la calle 37 y la 7ma Avenida, en la parte occidental del Nueva York central. Allí nos ocupamos de programas culturales, con los estudiantes que salen de las escuelas teatrales, con actores y dramaturgos y músicos, cantantes, coreógrafos, con estudiantes de las universidades de Nueva York, de Yale, de Columbia, con cursos de verano, exposiciones. Freddy Ginebra estuvo allí par de veces. Allí fue donde nos conocimos, a través de conocidos mutuos y participó en algunas de esas tertulias, e incluso escribió sobre eso. O sea, tengo el plato lleno de cosas por hacer. Demasiado trabajo, además de bailar. Y de verdad estoy muy feliz de que mi exposición puede ser vista en Casa de Teatro.

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