Lolita Flores, en escena (Fotos: Alfonso Quiñones)

Lola, Lolita, Lola… domingo y noche en el Teatro Nacional en un Santo Domingo que llueve, es capaz de suscitar el interés de cientos de personas movidas por la nostalgia. Ya lo dijo la hija de La Faraona, que no solo ella lleva tantos años en la escena, sino los de público también, acompañándola.

Y no es juego, viene de presentarse en Estados Unidos y en Puerto Rico. Cuando se arman estas giras brincacharco, tiene que armar una banda. Y ella se ha traído la de su hermana Rosario, a quien no ve hace meses, por la pandemia, pero que tienen la esperanza de verse este 24 de diciembre para celebrar la Nochebuena.

Mientras tanto el Teatro Nacional Eduardo Brito la ha recibido, de la mano de César Suárez Jr., dos años después de su presentación junto a su hermana Rosario y a Diego El Cigala. Esta vez el escenario ha sido solo para ella, por lo que puede hacer todo lo que quiera. «Estoy feliz de estar aqui y con todos vosotros”.

El reencuentro de María Dolores González Flores -que es su nombre real- ha iniciado con Amor, amor de Paco Cepero, la canción que la lanzó a la escena mundial a los 17 años, a fines de 1975. Entonces era el amor platónico de los adolescentes de su generación. Sus discos viajaban bien resguardados en las maletas de los que íbamos a estudiar a otras tierras. Se escuchaban y bailaban tan lejos como en Moscú y uno soñaba con conocerla.

Lolita lleva 46 años en la escena (Foto: Alfonso Quiñones)

Ahora, la banda que la acompaña en el tour va con piano-teclados, bajo, batería, guitarra prima y guitarra española, así como percusión menor. La escenografía es compuesto por planos altos para la percusión y un camino angosto entre ellas. Lo demás son luces, y una pantalla donde proyectará una que otra fotografías familiares. Todo muy minimalista y natural. Orgánico, dirían por ahí.

Lolita canta en el mismo tono de siempre, no ha tomado sol hoy para cuidarse las cuerdas vocales, dice que lo hará este lunes antes de partir a Madrid. Qué será de mí, de J. Ruiz Venegas y Johnny Galvao. Hay un momento en que la guitarra prima crea un ambiente íntimo más bien, aunque de nube, con la extensión de las notas.

En Mía, de Armando Manzanero, comienza diciendo «cómo han pasado los años desde la primera vez que vine a esta tierra siendo una niña… ¡y muchos de ustedes también eh, que no solo yo!». Habla de su padre El Pescailla. En la guitarra uno de los Habichuela. Y es hijo de Antonio Carmona (el de Ketama, esa agrupación leyenda que nunca llegó por aquí) y la hermana por parte de padre de Lelia, Antonia González y or lo tanto nieto del Pescailla. En la pantalla fotos de ella muy pequeña con El Pescailla, o con sus hermanos siendo pequeños.

Alguien gritó «¡Viva España!» y ella respondió «¡Que vivan ustedes!» Pidió bajar el aire acondicionado. Los primeros acordes le dieron posibilidad de hacer un silencio de dos segundos largos y comenzó No renunciaré, otra de Paco Cepero, cantada también por el público.

Dice que es mejor decir No renunciaré que decir Estúpido, temas que interpretó uno detrás de otro. Y tras los cuales salió de escena seguramente a beber agua y pedir le bajen el aire.

Regresa para hacer Dejar de pensar en ti en tiempo de bolero. Una canción no muy conocida por estos lares. Pertenece a su disco Lola, Lolita, Lola del 2001 y su compositor es Manuel Alejandro, el más importante compositor de lengua española y merecedor del premio Cervantes. Porque si Bob Dylan ganó el Nobel de Literatura, ¿qué pasa con que Manuel Alejandro se agende el Cervantes?

Antes de hacer Lola, Lolita, Lola se puso sobre los hombros un chal negro y ligero. Después salió de escena y se produjo un pequeño bache.

vestido en flecos, estola blanca, peineta y rosa blanca al cabello (Foto: Alfonso Quiñones)

La guitarra española del sobrino comenzó a describir escenas moriscas, con sabor a Paco de Lucía, a manera de introducción de Pena, penita, pena, un clásico familiar compuesto por Quintero, León y Quiroga. Entra pues Lolita por donde mismo salió. Ahora regresa vestida de negro en flecos y estola blanca, y peineta con rosa blanca en el cabello recogido, declamando Con ruedas de molino de León y Solano, que da pie a la canción que este año ha cumplido 70 años.

Después pone sobre la mesa otro clásico de su mamá, A tu vera, también de León y Solano, que fuera banda sonora del filme El balcón de la luna de Luis Saslavski. “Como he dicho me gusta hacer homenajes”, así reconoce el pequeño homenaje que le hace a su madre y de paso también a su hermana Rosario Flores, con quienes canta el tema gracias a la tecnología. Un momento conmovedor de la noche. «Ese aplauso es para ellas dos, una en el cielo y otra en la tierra».

Del repertorio materno heredó también El Lerelé, de Genaro Monreal, en un arreglo con aires árabes, que para algo estuvieron reinando en españa 400 años. Salió de escena Lolita otra vez y otro pequeño bache.

Salen los músicos menos el pianista y el percusionista menor Ramón González «El León», quien fuera músico de Ketama y lo es de Rosario Flores, pero que tiene a su haber una larga hoja de servicios con los legendarios Pello el Afrokán y Los Papines, así como con José Mercé, Caco Senantes, Diego el Cigala, Mónica Naranjo, Melendi, Omara Portuondo, Barry Harris o La Vieja Trova Santiaguera, entre otros.

Lolita… (Collage de Alfonso Quiñones)

Regresa Lolita de pantalón negro blusa blanca y chaleco negro. Habla de su hermano Antonio y canta La espina, quien la escribió en un viaje que hicieron juntos a Marruecos. “Debe estar por ahí muerto de risa acompañado de su madre, de su padre y de otras personas tan queridas que se han ido”, comentó.

Lolita cuenta que «se nos ha ido hace poquito un genio porque no se puede escribir tantas canciones cantadas por tanta gente» refiriéndose a Manzanero. Afirma que lo más seguro es que en el futuro termine cantando boleros de los repertorios de Luis Miguel, Olga Guillot, Omara Portuondo y habla del cariño que le tenia a Armando Manzanero, con quien era el único con el que se sentía alta, y de quien interpretó Como yo te amé.

También de Manzanero cantó No. Lolita no solo canta, sino actúa cada canción, las hace suyas, las interviene con gestos, con su estado de ánimo, las viste de su sensibilidad especial y de su personalidad.

A petición cantó a capella trozos de Quién lo va a saber -«la canté hace 40 años y mas nunca la volví a cantar»-, y sacando cuentas lleva 46 años de vida artística y 63 años de edad. También cantó trozos de Te voy a dejar; Amor, amor; etc.

Con la banda completa continuó el hilo del show en la entrega de Amnesia, de Chico Novarro, traída del repertorio de José José. «Creo que me he ido hasta de tono, eso te pasa cuando no quieres recordarte de alguien. Los artistas también somos seres humanos. Las precesiones van por dentro… nos emocionamos, se nos va la letra, se nos va el tono y se nos va el alma», aseguró.

Habla entonces del Goya que ganó como actriz revelación con la película Rencor, de Luis Miguel Albaladejo. Cuenta de alguien de quien estuvo enamorada desde jovencita y que la llamo un día de un número desconocido y como ella no contesta ese tipo de llamadas («¡los bancos, impuestos internos!»… risas), le dejó un mensaje de voz «Oye toma la llamada, soy Serrat», quien le contó que Massiel había dicho en un programa que ellos habían tenido un romance -«es el poeta de este siglo»-. Y asegura «¡qué más quisiera yo!», y que Serrat le manifestó tanto ella como él estaban ya pasados de edad para cualquier cosa.

Fue cuando se cantó Mediterráneo. Coreada y aplaudida.

«No me gusta decir adiós sino hasta luego, hasta siempre… Hay que vacunarse y ponerse la mascarilla y sobre todo darle las gracias a Dios que estamos vivos, porque se ha ido mucha gente», manifestó. Pidió aplausos para la banda de su hermana mencionó al guitarrista Israel Sandoval, a su sobrino Carlos Carmona en la guitarra acústica, en percusión León, en la batería Diego Illan, Alex técnico y Miguel de la Vega, a César Suárez Jr («y quiero mandarle un beso a su padre César Suárez que me trajo primero»). «Y a dos músicos que produjeron los primeros discos de mi hermana Rosario, el productor Fernando Illan (padre De Diego el baterista) y Tato Castro, tecladista que fue productor de mi hermano y desde entonces trabaja conmigo… Santo Domingo gracias de corazón», se arrodilló. Y cantó para el falso final Lo voy a dividir, de Roberto Livi. Un tema de sus inicios.

El real final llegó con Sarandonga, de Compay Segundo, una de las canciones legendarias, compuestas en la Calle Salud No. 578, altos, en Centro Habana, Cuba. Que la rumba flamenca y los boleros han intercambiado fluidos rítmicos y melódicos desde siempre. Canciones de ida y vuelta que forman parte del acervo común. ¡Que vuelva pronto Lolita!

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