Kim Stanley Robinson (Fuente externa)

Con 19 novelas y numerosos cuentos cortos, Kim Stanley Robinson, el autor de la Trilogía Marciana (que incluye los títulos Marte, Aurora y Nueva York 2140), es uno de los autores de ciencia ficción más sobresalientes de las últimas décadas. En las historias que narra casi siempre el héroe es un científico; y toca temas tan candentes y humanos como la ecología, la cultura y la política desde la perspectiva de fantasía utópica. Su visión del mundo le ha ganado lauros como el premio Hugo a la mejor novela, el premio Nébula a la mejor novela y el Premio Mundial de Fantasía. Titulado en las universidades de California, Boston y San Diego, escribió su tesis doctoral acerca de las novelas de Philip K. Dick.

Es de esos autores que, a pesar de todas las señales negativas que nos rodean, es capaz de ofrecer una visión esperanzadora para la mayoría. De ahí su más reciente título The Ministry for the Future, aún sin traducir al español, en la que aborda el paso del presente a un futuro mejor.

 

Una reciente entrevista con el autor, publicada por Contra el Diluvio en Climática (climática.lamarea.com) el escritor, nacido en Illinois en 1952 habló de temas como la ficción utópica, el cómo llegar a un orden social mejor, la escandalosa inutilidad de los multimillonarios, y el tema actual relacionado con la pandemia.

Preguntado acerca de esto último, el autor de 2312, expresó que «en algunos aspectos la respuesta ha sido sorprendentemente buena: el nivel general de consenso social, y la respuesta científica al coordinar un estudio tan grande del virus y la creación de vacunas. Luego ha habido partes malas, de mantener la presión económica sobre la gente en lugar de suspender la deuda, etc. En el batiburrillo de respuestas ha sido difícil saber qué pensar. Creo que este año nos dirá mucho. Puede ser que aprendamos lo suficiente de la pandemia como para que hagamos la década de los 2020 mejor de lo que la habríamos hecho sin ella. Un pequeño resquicio de esperanza».

El autor cree que las lecciones que saque la humanidad de esta pandemia permitan un futuro mejor de lo que podamos imaginar. En The Ministry for the Future sigue una línea esperanzadora. «Espero que lo hagamos aún mejor en el mundo real. Me explico: esto es sólo una esperanza, pero desde que comenzó la pandemia, creo que la gente ha mejorado su capacidad de imaginar lo mal que podrían ir las cosas si no lo hacemos mejor. Y las cosas que escribí en el libro como si fueran a ocurrir en la década de 2030 o 2040, ¡están empezando a hacerse ahora mismo en 2021! Algunos lectores incluso han comentado esto, diciendo que por qué soy tan pesimista, ¡ya estamos haciendo algunas de estas cosas buenas! Es cierto que también hay lectores que consideran el escenario de este libro como ridículamente optimista. Pero el caso es que es solo un escenario. El abanico de futuros posibles que se extienden desde ahora abarca toda la gama que va desde la catástrofe total hasta una civilización próspera, justa y sostenible para todas las criaturas. Lo que intenté fue hacer de esta novela una especie de mejor escenario posible, pero en el que todavía se pudiera creer, tal vez», explicó.

Robinson manifestó que «la ideología es algo muy poderoso, y como dice mi libro, todos tenemos una ideología. La mayoría de las veces, la gente se las arregla para convencerse de que tiene razón. Pocos hacen cosas malas sabiendo que son malas; hay algunos así, pero los consideramos enfermos. En su mayor parte, la gente siempre tiene sus razones. Por eso, como novelista, me gusta tratar de imaginar lo que piensa el otro, y hablar en nombre de personajes con los que quizá no esté de acuerdo».

En la novela que promueve, se habla de criptomonedas como el carboncoin («El dinero es un asunto muy serio, y la confianza entre extraños es difícil de generar y mantener»), de violencia política, y en ella los multimillonarios salen mal parados. «Sí, no tengo fe en ellos», enfatiza. «No deberían existir, y no tienen suficiente dinero y poder para hacer algo importante a nivel sistémico. Las organizaciones benéficas suelen ser mecanismos de evasión fiscal en su mayor parte, y sería preferible tener una fiscalidad progresiva, y normas de propiedad diferentes, para empezar, que limitaran la riqueza personal y también el tamaño de las empresas. Además, y de forma aún más obvia, debería haber un suelo de ingresos por debajo del cual nadie pudiera caer. Este tema de la paridad salarial se discute en las cooperativas, y de hecho la lista de valores cooperativos que el movimiento ha generado es un llamamiento a un post-capitalismo que comienza dentro del sistema actual. Lo adecuado como base, y luego diez veces lo adecuado como techo, la llamada relación salarial de diez a uno. Esa es una buena meta para comenzar a trabajar». Y luego explica más a fondo: «Estoy de acuerdo en que existe una especie de cultura de la celebridad en la que los multimillonarios aparecen como héroes y/o villanos, y es cierto que las historias, al estar basadas en los personajes, tenderán a centrarse en esas personas. Megafauna carismática y todo eso. Pero para mí esto no es más que una distracción de la política real. Me encantaría ver niveles impositivos realmente progresivos, tanto contra las personas como contra las corporaciones, de tal manera que se acabara con los multimillonarios. Podríamos llamarlo “El gran corte de pelo”».

Acerca de las utopías, aseguró que desde Pacific Edge ha intentado redefinir la utopía como un nombre para un proceso dinámico en la historia en el que las cosas mejoran. «H.G. Wells inició esta redefinición, pero la connotación popular como un estado final perfecto, probablemente sacada de Platón o de Moro, mantiene su lugar central en el imaginario popular. Pero trabajar en esa redefinición me da historias que contar». Reconoció errores que le han advertido en El Ministerio del Futuro «que me gustaría arreglar en alguna historia posterior. Eso sí, en historias más cortas».

«La distopía puede ser un pesimismo de moda, un intento de parecer inteligente siendo cínico, etc», sentenció Robinson en la entrevista con Climátcia. «Tiene su propósito, pero la utopía es mucho más esperanzadora, y la gente quiere historias esperanzadoras. Así que veo todo el hopepunk, el solarpunk y la ficción climática positiva como una reacción instintiva a nuestra peligrosa situación. Soy mayor y mis grandes contemporáneos utópicos, Le Guin e Iain Banks, han muerto, así que me gusta ver a los escritores más jóvenes recoger la antorcha». Sobre estos el escritor destacó nombres como Andrew Hudson o Cory Doctorow «que ha tenido una gran presencia y ahora hay nuevos escritores, más jóvenes que él».

Acerca de la forma, la estructura de sus novelas, dijo que en el caso de Ministerio…, «tenía mucha intención de hacer un juego de formas en el que cada capítulo, cuando comienza, no se sabe qué tipo de texto será, o de quién tratará, etc. Dado lo sombrío de gran parte del material, pensé que tener un juego así sería un alivio y un placer».

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