Anthony Quinn y Mikis Theodorakis (Captura de pantalla)

Tenía 96 años de edad, y fue no solamente uno de los músicos esenciales del siglo XX, sino para todos los tiempos, con más de mil composiciones musicales y una vida de activista político que lo llevó después de haber pertenecido a una agrupación fascista en su juventud, a luchar contra los nazis y sufrir cárcel y exilio.

Su activismo lo mantuvo hasta su más reciente participación en las manifestaciones ultranacionalistas en contra del acuerdo para refundar a Macedonia. Izquierda con pespuntes era la de Mikis Theodorakis, hombre como vemos controversial, quien -después de haber salvado judíos en la II Guerra Mundial y haber luchado contra los nazis-, le echó la culpa a los judíos de muchas cosas malas del mundo. Sin embargo, en 1943, ayudando a familias judías a escapar de las autoridades germanas, fue detenido y torturado por los italianos.

Mikis Theodorakis pasó a la posteridad no ahora, sino cuando a través de las imágenes de Zorba el griego, de Mijalis Kakoyiannis, nos legó esa preciosa sirtaki con la cual brindó significado y pasaporte internacional a la música de su país.

Nacido el 29 de julio de 1925 en la isla de Xíos (Quíos) se inclinó hacia la música desde muy pequeño. Y así como la poesía tenía a Elytis, a Seferis, a Nikos Kazantzakis, a Konstantin Cavafis, la música tuvo a Theodorakis, quien vino a empatarse con una academia ya en París, mucho después de haber comenzado a hacer música, bajo la influencia del folclor griego y la música bizantina. En el año 1942, a los 17 años ofreció su primer concierto como parte de un coro.

Autor del concierto para piano Helikon, Protis Sinfonía, Tres Suites orquestales, alcanza su madurez absoluta en la década de los 80 con las sinfonías 3, 4, 7 y con la Sinfonía No.2 La canción de la Tierra, para coro de niños, piano y orquesta (1981). Justo ese año arribó a La Habana el 20 de julio con cantantes e instrumentistas griegos. Alto, mucho más alto que Fidel Castro, casi siete pies de alto, Theodorakis impactó a Castro no acostumbrado a ver personas más altas que él, y bajo cuya invitación viajó al país caribeño por primera vez.

Ese mismo año Theodorakis es electo diputado (1981-1986) y luego lo sería nuevamente (1989-1993).

Compuso cientos de canciones, varios himnos, cinco óperas (La metamorfosis de Dyonisios, Medea, Electra, Antígona y Lisístrata), 18 obras de música de cámara, y algunas cantatas u oratorias, donde destaca el Canto general con letra de Pablo Neruda (1971-1982), Lorca (1982-1983) con letra del poeta gaditano y el Canto olímpico (1992), entre otros.

Dentro de la música para cine, además de Zorba, el griego (1964), venía componiendo para este tipo de soporte desde 1958 cuando hizo la música de Luna de miel (de Michael Powell). Con Kakogianis, además de Zorba… hizo cuatro películas más. Pero entre lo más significativo se encuentran dos películas clásicas de esa época Z (1969) y Estado de sitio (1972), ambas de Costa Gavras. Sidney Lumet le pidió la música para Serpico (1973) que le valió una nominación al Grammy Award, premio que nunca recibió por ninguna otra obra, teniendo calidad de sobra. Con el chileno Miguel Littín hizo Actas de Marusia (1976).

Mikis Theodorakis (Captura de pantalla)

Fue casi siempre un activista de la izquierda a favor de la democracia en su país y de la justicia social. Conoció a Pablo Neruda, Miterrand, Olof Palme, a Josip Broz Tito y a Salvador Allende, a quienes acercó a la realidad política de su país.

En 1995, en Munich, ocurrió este reencuentro entre Mikis Theodorakis, Anthony Quinn.

El de este 2 de septiembre seguramente es en el cielo

Grecia está de luto.

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