Felipe de Edimburgo y la Reina Isabel II (Fuente externa)

Un crespón negro cuelga metafóricamente del corazón de la Casa de los Windsor. Este viernes 9 de abril ha muerto, a punto de cumplir 100 años, el príncipe Felipe de Edimburgo, consorte de la reina Isabel II de Inglaterra.

De regreso de hospital, hace pocos días (Fuente externa)

“Damas y caballeros, se presenta ante ustedes la persona con más experiencia en el mundo en descubrir placas conmemorativas”, decía el príncipe Felipe de Edimburgo, en sus actos públicos, antes de retirarse definitivamente en el 2017. Ese sentido del humor, indiscutiblemente inglés, a pesar de ser hijo de la realiza griega, le acompañó hasta sus últimas consecuencias.

Cansado de estar en un segundo plano y de que sus hijos no llevaran su apellido Mountbatten, alguna vez lanzó este suspiro: «No soy más que una maldita ameba, soy el único hombre en este país que no puede dar sus apellidos a sus hijos».

“¿Dónde has conseguido ese sombrero?”, le espetó a la reina Isabel, su mujer, después de su coronación.

A un profesor de choferes en Escocia, le preguntó: «¿Cómo mantienes a tus alumnos sobrios el tiempo suficiente como para que puedan aprobar el examen?».

A punto de cumplir los 90 años soltó esta prenda: “Me estoy empezando a caer a pedazos”.

En una visita a Cardiff le dijo a unos niños de una asociación británica de sordos, que se encontraban junto a una banda caribeña de metal: “Si habéis estado cerca de esta música, no hay duda de por qué os habéis quedado sordos”.

En Canadá manifestó: “No venimos aquí por salud. Podemos pensar en otras maneras de divertirnos”.

En una visita a un transbordador espacial, le expresó a un adolescente: “Bueno, nunca viajarás en él, estás demasiado gordo para ser un astronauta”.

Al presidente de Nigeria en 2003, vestido con su traje tradicional, de toga y chillaba, le soltó esta: “Pareces listo para meterte en la cama”.

Sobre la casa de la Duquesa de York: “Parece la habitación de una tarta”.

A Elton John sobre su Aston Martin dorado: “Oh, eres tú el que tiene el coche ese espantoso, ¿no?”.

Ironizando sobre la crisis económica de 1981, el Duque de Edimburgo se atrevió a criticar a los parados: «Todo el mundo estaba diciendo que debemos tener más tiempo libre. Ahora se quejan de que están en el paro».

En febrero de 2013, el consorte visitó el Hospital Universitario Dunstable en Luton, al norte de Londres. Al saludar a una enfemera filipina no se le ocurrió otra cosa que decir: «Filipinas debe de estar medio vacío porque estáis todos aquí trabajando».

En un recorrido por un centro social, la reina Isabel preguntó a un invidente si le quedaba algo de visión y el duque añadió: “no le queda nada, a juzgar por la corbata que lleva”.

Durante un viaje a Kenia en 1984, una mujer le entregó una estatuilla. Su Alteza Real no debía tener claro ante la persona que se encontraba, así que tuvo la desfachatez de preguntarle: «Eres una mujer ¿no?».

Durante una visita a China, les aconsejó a unos estudiantes británicos que no estuvieran mucho tiempo en aquel país porque acabarían con los ojos rasgados.

En un encuentro con mutilados de guerra el 11 de noviembre de 2013 (el 11 de noviembre es el Día del Recuerdo), el Príncipe Felipe charló con Cayle Royce, un soldado que perdió las piernas en la guerra de Afganistán. Sin pensárselo dos veces le dijo que en vez de las piernas ortopédicas que llevaba: «¿Por qué no te pones unas ruedas?». El veterano se lo tomó bien, ya sabe a qué se atenía con un señor que fue genio y figura hasta la sepultura.

Dicen que coleccionaba viñetas de los humoristas gráficos británicos más célebres, de las cuales llegó a tener casi doscientos dibujos originales, los cuales sabiamente los repartió por los cuartos de baño de todos los palacios y castillos de la Casa de los Windsor. Por aquello de que quien ríe último ríe mejor, que hasta allí llegaba su poder.

El Príncipe Felipe, consorte de la Reina Isabel II (Fuente externa)

Lo cortés no quita lo valiente

Felipe de Grecia y Dinamarca nació en la isla de Corfú, en el palacio familiar de Mon Repos, el 10 de julio de 1921. Hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg, fue miembro de la casa real griega por nacimiento y de la británica por su matrimonio. Su tío era el rey Constantino I de Grecia, quien fue obligado a abdicar después las derrotas infligidas por el ejército turco de Kemal Ataturk, por lo cual su padre arrastró consigo a toda la familia huir del fusilamiento.

En la víspera de su boda, celebrada el 20 de noviembre de 1947, con la entonces princesa Isabel, su suegro Jorge VI le concedió los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón Greenwich, otorgándole el tratamiento de Alteza Real. Pero su esposa, ya reina, le nombró príncipe del Reino Unido en 1957. La declaración oficial decía así: «La Reina se ha complacido en declarar su voluntad y placer de que Su Alteza Real el Duque de Edimburgo sea conocido en adelante como Su Alteza Real el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo».

En 2011, con motivo de su cumpleaños número 90 nonagésimo, otra vez su esposa la reina le concedió un título que venía ostentando ella desde 1964, el de lord gran almirante del Reino Unido, en recompensa a sus años como consorte junto a ella.

Fue un furibundo defensor del medio ambiente. En 1956 visitó las Islas Malvinas y desde entonces dedicó muchos de sus esfuerzos a la causa medioambiental.

El Duque de Edimburgo, pescando (Fuente externa)

Desde mediados de febrero a mediados de marzo de 2021, el príncipe Felipe, de 99 años, estuvo ingresado en el hospital Rey Eduardo VII y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente.

Le sobreviven su esposa, la reina Isabel II. Sus cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, ocho nietos y diez bisnietos.

Entre los cargos que ostentó se encuentran: Lord del muy Honorable Consejo Privado de Su Majestad; Miembro del Consejo Privado de la Reina por Canadá; Ayudante de campo de Su Majestad; Lord gran almirante del Reino Unido; Gran maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra.

Monograma del Príncipe Felipe (Fuente externa)

De manera que su título real, que consta de 152 palabras, era: Su Alteza Real el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo, Conde de Merioneth, Barón Greenwich, Caballero Real de la Orden Más Noble de la Jarretera, Caballero Extra de la Orden Más Antigua y Más Noble del Cardo, Miembro de la Orden del Mérito, Caballero Gran Cruz de la Real Orden Victoriana, Gran Maestre y Primer y Principal Caballero Gran Cruz de la Más Excelente Orden del Imperio Británico, Miembro Adicional de la Orden de Nueva Zelanda, Compañero Extra de la Orden de Servicio de la Reina, Caballero de la Orden de Australia, Jefe Real de la Orden de Logohu, Compañero Extraordinario de la Orden de Canadá, Comandante Extraordinario de la Orden del Mérito Militar, Condecoración de las Fuerzas Canadienses, Señor de Su Majestad el Más Honorable Consejo Privado, Miembro de la Reina Privy Council for Canada, Asistente de campo personal de Su Majestad el Rey Jorge VI, Lord Alto Almirante del Reino Unido.

Que en paz descanse.

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