Fernando Pérez (Foto: cortesía de Mario Luis Reyes)

El más importante cineasta vivo cubano y uno de los intelectuales de la punta de la vanguardia estética y ética de Cuba, Fernando Pérez también ha sido conmovido por las imágenes que ha visto el mundo desde el pasado domingo y que aunque se encuentran sembradas en una tensa calma, en un país vigilado por las tropas especiales.

Aquí la declaración íntegra del autor de Clandestinos, Hello Hemingway, Madagascar,La vida es silbar, Suite Habana, El ojo del canario, entre otras películas, quien había respaldado a los jóvenes que hicieron un plantón en el Ministerio de Cultura en noviembre del pasado año y que terminó días después con un manotazo a un joven por parte del mismísimo ministro de Cultura.

«Cuando el 27 de noviembre un grupo de jóvenes artistas se reunió frente al Mincult y surgió el 27N dije y luego escribí: “En esta acción pacífica percibo el inicio de un nuevo lenguaje que le hace falta a la cultura cubana y a este país”.

Ese nuevo lenguaje reclama libertad de expresión, inclusividad, derecho al disenso, participación activa de una sociedad civil plural y diversa. Ha pasado el tiempo y las puertas han continuado cerradas: sus voces no encontraron espacios, sino desconfianza, linchamientos mediáticos, “manotazos”, silencio.

Cuando el 11 de julio muchos de esos jóvenes artistas y cineastas (los conozco, sé lo que piensan y con ellos comparto su actitud contestataria) se plantaron pacíficamente frente al ICRT para plantear, una vez más, su derecho a ser escuchados, ese acto es para mí el símbolo de la temperatura de muchos sectores en Cuba hoy: NO más exclusión, NO más inmovilismo, NO más represión ante el que piensa diferente.

El problema no está en las redes, donde estos jóvenes encuentran un espacio que aquí les niegan, sino en unos medios cerrados que informan un solo discurso y nunca la diversidad en la que nuestra realidad se forja.

Por eso hoy sí hay un estallido social y no solo “disturbios” o “vandalismo”.

Quiero una Cuba independiente, soberana, sin injerencias extranjeras, pero una Cuba como la expresó Daniel Romero interpretando al joven Martí en “El ojo del canario”: una Cuba inclusiva, con el derecho a la palabra, al pensamiento libre y el respeto a la libertad individual.

La construcción de ese país tiene que ser a través del consenso y no de la violencia y la represión. Una Cuba en la que la tranquilidad y la unidad tengan que ser preservadas con las calles en manos de las tropas especiales, será una Cuba rota».

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