Félix Germán, en sus tiempos de director de Bellas Artes (Fuente externa)

Felix Germán es intenso. Yo no tuve el honor de conocer a su mamá, quien falleció hace pocas semanas, pero intuyo que mucho de ella debe tener este hombre que es un magnífico actor, director y productor de teatro y de cine. Cuando hablamos, acababa de regresar del cementerio adonde fue a conversar con su madre, que habría cumplido este jueves 93 años de edad.

Germán, como los demás Germanes -Milagros, Carlos y sus descendientes- son gente buena, noble, aguerrida, sensible y de la Cultura.

Hasta hace pocos días Félix Germán dirigió Bellas Artes. Se dice por ahí que aspiraba a que lo dejaran unos meses más para poder concluir proyectos comenzados. Esto, según las malas lenguas, gracias a la cercanía de su hermana Milagros, speaker del Presidente Luis Abinader… pero no ha sido así. Lo han mandado a la casa.

Él no lo dice, pero lo digo yo. Arrinconado por la burocracia inoperante en que sucumbió el Ministerio de Cultura en el 2016, solicitó que Bellas Artes fuese descentralizado. La petición, que duró más que lo que demora el hombre en llegar a Marte, fue aprobada tarde y mal, provocando una ola de desentendidos, tropezones y finalmente huelgas por parte de quienes componen la esencia y el por qué (en segunda instancia, que la primera es la cultura del pueblo) del Ministerio de Cutura: los artistas, los creadores.

Romper la inercia, saltar las retrancas de la burocracia, echar a andar cualquier proyecto, por bueno que sea, no es cosa de coser y cantar. Cualquier tardanza en el sector cultural dura toda una eternidad y tiende a deformar logros.

Félix Germán se defiende.

P. ¿Crees que con tu salida del puesto de director de Bellas Artes se pone en peligro lo logrado?

R. Bueno, al momento de esta entrevista, el Ministerio de Administración Pública acaba de publicar la resolución mediante la cual, todo lo logrado gracias al proceso de modernización de las instituciones del Estado, de calidad de la gestión y el gasto por la desconcentración, acaba de ser revertido. Todo el presupuesto nacional será manejado por los pocos ministerios del país. Un atraso para la modernización. Volvimos a la centralización, en vez de la apertura. Que en Paz Descanse Bellas Artes y las demás instituciones descentralizadas del Estado.

P. Has pasado muchos años, como un satélite, girando alrededor de Bellas Artes.

R. Hace seis años, en el 2014, fui nombrado por decreto del presidente Danilo Medina director general de Bellas Artes, adonde ingresé muy joven y en la que he desempeñado posiciones tanto técnicas como artísticas. He sido apuntador en la sala Máximo Avilés Blonda, actor, director de la Compañía Nacional de Teatro… En el momento de la designación encontré la institución en medio de grades desafíos en sus metas misionales, sumida en un marco legal ineficiente, generado por la Ley de Cultura que dejaba importantes vacíos. Súmale a eso, grandes carencias de presupuesto, una clase artística docente y administrativa en la lucha por merecidas reivindicaciones, una profunda crisis de infraestructura y una cantidad preocupante de niños y niñas buscando la oportunidad de formarse como artistas.

Con poco más de 70 años a la fecha de mi llegada, la Dirección General de Bellas Artes, migrada sin los procesos necesarios del Ministerio de Educación al Ministerio de Cultura, perdió su antigua y legal autonomía que le otorgaba la Ley 311 de Bellas Artes que la creaba, producto de una ambiciosa política cultural del visionario gestor cultural Rafael Díaz Niese, del cual somos todos deudores. La encontré desprovista de la capacidad de desarrollar su visión y completamente dependiente del Ministerio de Cultura, desde donde a toda la distancia, se decidían las cuestiones más irrelevantes, desde comprar un toner de la impresora de mi oficina, hasta comprar una lavadora para poder lavar el vestuario de las compañías de Bellas Artes. Para que tengas una idea, las zapatillas de ballet no se podían comprar, las suplían los patronatos; desde suplir a una escuela de una flauta dulce de 500 o mil pesos, hasta darle una mano de pintura a las paredes descascaradas de locales alquilados de las escuelas de arte del país. Aquello parecía más la inoperancia burocrática del socialismo tropical que una institución democrática de esta época.

P. Un panorama difícil y retador, sin dudas.

R. En medio de este panorama, nos enfrascamos en la ardua tarea de conquistar un marco de acción, un formato que permitiera una entidad más eficiente en el cumplimiento de sus propósitos a partir de su autonomía funcional y la conseguimos a través de la ley de Desconcentración, por medio de la cual podíamos ejercer el control funcional de la institución. Ardua tarea de años, contra viento y marea pues no contábamos con el apoyo de los ministros, que veían en Bellas Artes su gran cuota de poder. De igual manera, emprendimos una búsqueda infatigable de recursos para mejorar el servicio que ofrecíamos y muy en particular la cobertura y la calidad de la formación artística especializada, o sea la enseñanza de las cuatro disciplinas que allí se imparten: Teatro, Danza, Música y Artes Visuales.

P. ¿Lograste algo, además de la descentralización de Bellas Artes?

R. Las Memorias 2014/2020, que estoy a punto de publicar y subir a todos los archivos y plataformas posibles, para que quede en los récords, es el resultado de esos esfuerzos; no refleja a cabalidad las ingentes ejecutorias de un equipo de trabajo interdisciplinario, pero sobretodo de gran compromiso, sin embargo, nos permite volver a mirar a Bellas Artes, alcanzando hoy sus 80 años, es lamentable que se haya producido la reversión del proceso de desconcentración funcional, ya que esto hubese sido el salto cualitativo hacia la modernización y la eficientización del servicio a los usuarios, empoderada la institución del manejo de sus presupuestos y recursos humanos.

Presentamos los frutos de nuestras escuelas, de nuestras prestigiosas compañías de difusión y de igual manera, los grandes y sustanciales avances institucionales provocados por la desconcentración funcional, indudablemente, nuestra mayor conquista.

Presentaremos otro de nuestros mayores logros, el de que a partir de una gestión del talento humano esforzado y valiente, haber encaminado esta institución hacia la integral profesionalización de la función pública, del trabajo artístico y de la formación artística especializada.

En medio de grandes dificultades y resistencias a la inminente modernización de Bellas Artes para su eficientizacion, logramos: el aumento salarial de los artistas y profesores, que fue un compromiso que asumimos desde mucho antes de la desconcentración y que se consiguió a partir de esta; a nivel de infraestructura logramos dar continuidad y ampliar la rehabilitación del Edificio Elila Mena, que alberga algunas escuelas y el Teatro Manuel Rueda.

Acontecimientos que marcan un antes y un después. Sobre todo, que sentarán las bases creadas para que Bellas Artes vuelva a tener -algún día- en sus manos, la capacidad de cumplir las metas de desarrollo y modernidad.

P. ¿Qué le deseas al nuevo director de Bellas Artes?

R. A Mario (Lebrón) mi amigo le deseo tenga el valor para defender con la justificación que da la Ley el poder desarrollar el Plan Estratégico planteado en nuestra gestión, en beneficio de Bellas Artes.

P. ¿Te hubiera gustado hacer el traspaso de mando?

R. Me hubiera encantado, porque me hubiera dado la oportunidad en ese escenario de haber socializado los logros obtenidos.

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