Planta a carbón de Punta Catalina (Fuente externa)

Hoy sábado 21 de agosto, a cuatro meses y nueve días de que expire el año, nos hemos tragado lo que disponía la Tierra para vivir en ella. De aquí en adelante es sobregirará que va. Hoy se conmemora simbólicamente el Día de la sobrecapacidad (Overshoot Day), fecha que marca y sirve de alerta, de cómo la humanidad agotó todos los recursos que la Tierra es capaz de regenerar en un año, según Global Footprint Netwrok.

La ONG norteamericana se encarga desde 2003 de adelantar estos cálculos. Los responsables de la misma informaron que el registro este año se extendió tres semanas más, en comparación con 2019, gracias a la pandemia, pero «no hay motivos para alegrarse».

El freno en la actividad económica e industrial provocada por la crisis del coronavirus contribuyó a que los recursos naturales perduraran por un poco más de tiempo.

Según los cálculos de la organización, este año harían falta 1,6 planetas Tierra para satisfacer las necesidades de la humanidad de forma sostenible.

¿Cómo se calcula?

El cálculo se obtiene cruzando el impacto ecológico de las actividades humanas (las superficies terrestre y marítima necesarias para producir los recursos consumidos y absorber los residuos de la población) y la «biocapacidad» de la Tierra, es decir, de los ecosistemas para regenerarse y absorber los desechos producidos por el hombre, sobre todo mediante la captura de dióxido de carbono (CO2). La sobrecapacidad del planeta ocurre desde el momento en que la presión humana supera las capacidades de regeneración de los ecosistemas, una fecha que se adelanta sin cese desde hace 50 años: 29 de diciembre en 1970, 4 de noviembre en 1980, 11 de octubre en 1990, 23 de septiembre en 2000 y 7 de agosto en 2010.

El año pasado el Día de Sobrecapacidad fue el 29 de julio. El 22 de agosto de 2020 marca una insólita mejoría, atribuible solo a las consecuencias de la pandemia mundial, que paralizó a sectores enteros de la actividad humana.

«No hay ningún motivo de alegría, puesto que viene acompañado de sufrimiento, no se hizo a propósito, sino debido a una catástrofe», subrayó el jueves Mathis Wackernagel, presidente del Global Footprint Network, en un evento en línea, en el que también advirtió que los recursos planetarios son «como el dinero: se puede gastar un poco más de lo que se tiene, pero no de forma permanente».

Desde hace años los científicos determinaron las consecuencias de este estilo de vida, donde se sobrevive «a crédito con el planeta, llegando a manifestarse con el cambio climático que ya está ocurriendo y la desaparición de especies y ecosistemas, que también son ya una realidad.

Caída inédita de las emisiones

Solo con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el abandono de las energías fósiles (plantas de carbón como la de Punta Catalina), y un cambio drástico del modelo de producción agroalimentario, podría lograrse mejorar la situación, según los más recientes informes científicos de los expertos de la ONU.

Para cumplir con el Acuerdo de París -al cual ha renunciado Estados Unidos, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo- debería reducirse esas emisiones a nivel mundial en un 7,6% cada año.

La revista científica Nature Climate Change advirtió por su parte que la caída sin precedentes de las emisiones durante el confinamiento de buena parte de la población mundial – que podría ser de 8 por ciento según sus autores y de más de 10 por ciento, según Global Footprint -, no servirá de «nada» si no se da un cambio sistémico en materia de energía y alimentación.

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