Carlos Monsiváis, durante su conferencia en el Centro León de Santiago (Foto: Centro León)

Era tan famoso en México como lo fue María Félix. Era tan público como Cantinflas. Carlos Monsiváis era tan respetado como quizás solo Carlos Monsiváis. En él veía el mexicano de a pie reflejada su verdad. Fue el gran cronista de México del siglo XX y la primera década del siglo XXI.

“¡Viva Monsi!” gritaron el domingo 19 de junio del 2010 sus anónimos seguidores, miles de mexicanos que se agolparon en el lugar donde velaban los restos de quien fue llamado “la conciencia crítica de México”. Había nacido el 4 de mayo de 1938. Su obra la constituyó medio centenar de libros de crónicas y ensayos, 15 textos biográficos sobre sí mismo y otras personalidades que admiró, tres libros de aforismo, traducciones, antologías, prólogos, etc., donde los temas culturales eran el centro, asumiendo el cine, la música popular, el teatro, la poesía, el cuento, la historia. Por su obra obtuvo varios doctorados Honoris causa de universidades mexicanas, medallas, reconocimientos, premios nacionales e internacionales. En El Museo del Estanquillo, sito  en el edificio La Esmeralda, en la esquina de Isabel La Católica y Madero, en el Centro Histórico de la capital mexicana, se encuentra la colección personal del escritor, que abarca desde pinturas, y fotografía hasta juguetes, álbumes, calendarios, publicidad y libros. Su biblioteca personal fue depositada en la Biblioteca México José Vasconcelos.

Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, irse finales de los años 60 (Fuente externa)

 

La entrevista que reproducimos a continuación, fue brindada por el escritor el 18 de abril del 2009 (un año antes de que fuese internado por fibrosis pulmonar y de donde nunca se recuperara) para el programa de televisión “Mundos Paralelos”, durante su visita a Santiago de los Caballeros, adonde viajó para participar en el III Congreso Internacional Música e Identidad Cultural del Caribe, dedicado al Bolero y donde ofreció una conferencia verdaderamente magistral con la que inauguró el evento.

P. Maestro, ¿qué papel ha jugado la música en su vida?

R. Si no el primordial, uno de los primordiales. El primordial ha sido, desde luego, la literatura. La palabra que, en algunos momentos es música verbal. Y el cine. No practico la música, ni hago cine, pero no podría vivir sin ninguna de esas dos instancias.

P. Dentro de sus gustos musicales, ¿qué escalón ha tenido el bolero?

R. El bolero, si quiero ser sintético, es mi autobiografía repetitiva. Una y otra vez vuelvo a unos cuantos boleros, porque ahí identifico la dicha, la desdicha, el placer de saber que -pese a todo- he podido tener una vida emotiva, emocional.

Carlos Monsiváis con Juan Rulfo (Fuente externa)

Esto no se relaciona con la verdad. La verdad está en otra parte. Se relaciona con la gana de crear una verdad a través de las melodías y las letras. Se relaciona con el placer de sentirse inesperadamente vivo, recordando una relación importante. No de quién se trataba, pues eso es parte de otro problema y la mayor parte de las veces los nombres no vienen a la memoria. Pero sí el hecho de que era importante y de que la vida emocional es definitiva. Así uno se quede con esas maravillosas briznas de la vida emocional que son los boleros o las canciones rancheras o las sinfonías o lo que uno quiera.

P. El machismo, que es algo que trae en el ADN el latinoamericano, y con especial énfasis los caribeños, y los mexicanos -que ahora Ud. se enteró que México también forma parte del Caribe…

R. Me enteré aquí que México es también parte del Caribe… Siempre había sospechado que el Zócalo era una playa (risas).

Monsiváis con Octavio Paz (Fuente externa)

P. Pues ese machismo juega un papel preponderante, protagónico en el bolero. En estos tiempos, pues, del feminismo, ¿ha encontrado Ud. algún bolero que forme parte de esa nueva realidad?

R. Sí, el contra-machismo, que estaba ya en el repertorio de una gran bolerista, Chelo Silva, y que ahora en México ha potenciado Paquita la del Barrio, cuando dice: “tres veces te engañé, tres veces te engañé, tres veces te engañé/ la primera por coraje, la segunda por capricho, la tercera por placer…” es la mujer que reivindica el derecho a hacer lo que le da la gana. Lo que desde luego está muy bien. O “El cheque en blanco”, que termina diciéndole al miserable: “donde dice desprecio, debe decir tu precio/ y va firmado por mí”. Todo esto es ya la eliminación de lo que había, desde luego ya no demasiado poderoso del machismo en el bolero. El machismo donde se refugia es en la canción ranchera. En el bolero mucho menos.

P. Sin embargo, está ese bolero de los 50, que se tocaba en lo que ustedes llaman la sinforola, que en Cuba llaman victrola, y vellonera en la República Dominicana, que tilda a la mujer de cruel, de mala, y que le endilga una cantidad de epítetos a la mujer, que quizás alguna se lo merecía, ¿no? Porque tal vez no se hicieron por gusto…

R. Por mercado también… Pero son anteriores, la mayoría son de los años 30 y algo de los 40. “Por qué te hizo el destino pecadora/ si no sabes vender el corazón/ porque pretende odiarte quien te adora,/ por qué vuelve a quererte quien te odió”… Eso depende de la necesidad de endiosar una forma de conducta que resulta a todas luces atractiva, fascinante, y que desde luego debe ser enmarcada por el pecado por el castigo divino. Pero todo es mercadotecnia también, desde entonces.

P. Como lo hay en todo. La vida nuestra del siglo XX y lo que va del XXI está signada por la mercadotecnia.

R. Si, luego llega uno a sospechar que la repartición de la semana en el Génesis, se debió a la necesidad de darle al domingo un tipo de relación mercantil distinta. Porque si descansó, tiene que hacer algo. Y entonces vienen los productos de fin de semana.

Dos Carlos: Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis (Fuente externa)

P. ¿Cuáles son los boleros preferidos de Carlos Monsiváis?

R. Depende del día, depende del sentimiento. Desde luego, “Verdad amarga”, de Consuelo Velásquez; desde luego “Cenizas”, de Walo Rivas; desde luego, “Tú me acostumbraste”, de Frank Domínguez, pero en la versión de Olga Guillot; desde luego “Noche de Ronda”, de Agustín Lara. Todos marcan esa relación dramática con la noche. Esa relación dramática con lo que pudo haber sido y no fue. Y todo marcan también -aunque uno sepa- que lo percibido y experimentado es ficción. Pero si uno va a vivir todo el tiempo en la verdad entonces no tiene tiempo ya de retroceder. Sin embargo, el psicodrama se facilita.

P. ¿Se considera Ud. un hombre solitario?

R. Desdichadamente no. Me considero una persona populosa -para emplear el adjetivo de Borges- inmersa en los ritos de la soledad, cuando quiero imaginarme que soy distinto.

P. ¿Es pues un noctámbulo empedernido?

R. Era, porque la seguridad de la Ciudad de México no se presta para andar de noche. Si uno puede llegar en un tanque a un lugar nocturno, sí. Y yo no sé manejar tanques.

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