Hoy los científicos mostraron la ilustración de dos minutos de la medianoche (Fuente Externa).

SD. En 1947, este reloj de alarmas, comenzó su tic tac a las 11 y 50 de la noche. En 1956 estuvo lo más cerca del final: 11:58 de la noche. Este 2019, hemos vuelto a estar a esa misma cantidad de tiempo del fin de los tiempos.

Se le llama el Reloj del Apocalipsis (Doomsday Clock, en inglés). Es un reloj que existe en las conciencias de los científicos comprometidos con la humanidad. Fue creado en 1947 por el Boletín de los Científicos Atómicos, un grupo de científicos de la Universidad de Chicago que habían ayudado a desarrollar las primeras armas atómicas en el Proyecto Manhattan.

Aunque surgió como una analogía de la amenaza de guerra nuclear global, desde hace algunos años incluye también los cambios climáticos, y todo nuevo desarrollo en las ciencias y tecnología que pudiera infligir algún daño irreparable en la humanidad.

La decisión de mover (o dejar en su lugar) la manecilla de los minutos del Reloj del Día del Juicio Final se toma todos los años en la Junta de Ciencia y Seguridad del Boletín, en consulta con su Junta de Patrocinadores, que incluye 15 premios Nobel. El Reloj se ha convertido en un indicador universalmente reconocido de la vulnerabilidad mundial a las catástrofes causadas por las armas nucleares, el cambio climático y las nuevas tecnologías emergentes en otros dominios.

El número de minutos para la medianoche —que mide el grado de amenaza nuclear, ambiental y tecnológica para la Humanidad— es corregido periódicamente. El 25 de enero de 2018, el reloj se adelantó desde «tres minutos para la medianoche», en donde estaba desde el 19 de enero del 2017, a «2 minutos y medio para la medianoche». Hoy ha vuelto adonde estuvo hace 71 años, cuando la confrontación nuclear entre la Unión Soviética y Estados Unidos, estuvo más cerca.

El coctel perfecto existe. Algunos le han llamado los cuatro jinetes del Apocalípsis: ellos son los armamentos nucleares, el cambio climático, la biotecnología y la inteligencia artificial.

Rachel Bronson, presidenta del Boletín escribió en su introducción de este año, que además de las amenazas nucleares y del cambio climático, «También apunta a un cambio cualitativo en la guerra de información y una tergiversación constante de los hechos que socava la confianza en las estructuras políticas y la investigación científica. Al mismo tiempo, la ciencia está avanzando, y se necesitan desesperadamente nuevas estructuras de gobierno global para gestionar tecnologías de rápida evolución y potencialmente peligrosas».

Así mismo explica que en 2017 «Argumentamos que los líderes mundiales no solo no trataron adecuadamente las amenazas nucleares y climáticas, sino que las aumentaron «a través de una variedad de declaraciones y acciones provocativas, incluida una retórica descuidada sobre el uso de armas nucleares y el desafío sin sentido de las verdades científicas». Dos años más tarde, se ha vuelto aún más claro que «la corrupción intencional del ecosistema de información» amenaza con socavar el discurso racional necesario para enfrentar tales desafíos. La declaración de 2019, por lo tanto, proporciona un marco para que los ciudadanos puedan comenzar a organizarse y responder».

El editor en jefe de el Boletín es John Mecklin, el nuevo presidente ejecutivo es Jerry Brown, y el presidente de la Junta de Patrocinadores, Bill Perry.

El Boletín cuenta con el apoyo de la Escuela de Política Pública Harris de la Universidad de Chicago, la Fundación MacArthur, la Corporación Carnegie de Nueva York, el Fideicomiso Holthues, el Fondo Plowshares y la Fundación de Apoyo Sisyphus, entre muchas otras.

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