María y Xiomara en escena (Foto servida)

Colaboración de Patz Guerrero

Es muy fácil señalar y apuntar con el dedo. Vemos a las personas y creemos que la línea que se dibuja de ellas a nuestra simple vista, es lo que define a un individuo. “Ella es medio loca”, podría ser la definición habitual para Julia (interpretada por María Castillo) una mujer que a simple vista es insoportable (y sí, lo es) no piensa en los demás, de hecho los demás solo son objetos que sirven para su día a día y le molestan cuando no tiene una función que le beneficie. Nos da risa ver a alguien equivocarse ante la vida, pero la risa no es más que un impulso nervioso de nuestro mayor temor a ser algo como eso, nos distancia de ser eso pues, mira, nos estamos riendo, sería imposible ¿verdad?.

Cuando vi “El reencuentro” yo tampoco podía parar de reírme desde la primera escena. Primero porque solo dos monstruos de la actuación como María Castillo y Xiomara Rodríguez pueden lograr contestarse de aquella forma en vivo ante una audiencia, y segundo, porque por más extraño que nos parezca, hay un montón de personas que pasan por situaciones similares con sus familiares, y verlas en su máxima expresión, obviamente magnificadas, liberó la memoria escondida de muchas situaciones conocidas, y muchas otras que no quisiéramos conocer.

Mi papá por ejemplo, no soporta, aún hoy, que alguien vaya a la casa sin avisar… Oh Dios!, que boche y actitud la que podrían encontrarse en esa situación. Para él tener esa agenda es tan importante, y reconozco que yo soy igual, aunque lo disimule mejor. El asunto de la limpieza que es otro issue de Julia (jejejejej), no se si son los años, pues juro ante Dios que yo no era así, pero me he vuelto que cuando llego a casa y no veo lo que puse, en el lugar que lo puse, me siento unos minutos primero a calmarme, y segundo, a planificar la reorganización, pues no se duerme nadie hasta que la casa esté como debe estar… si, es un asunto, pero todo, en absoluto, tiene un por qué.

Por otro lado tenemos a Catalina, la hermana que “sacrificó todo”, la que si se esforzó por tener relaciones con sus familiares y por dar hasta el último centímetro de su ser a los demás… y es cuando pensamos, que ella seguramente sí es feliz, y obvio tuvo recompensa por hacer aquello… ¡error! Y déjeme decirle amigo lector, que eso no pasa solo en una obra de teatro. Catalina, interpretada por la imponente Xiomara Rodríguez, parece fácil, pero viene con una maleta y no de ropa solamente. Viene a sacar en cara todo lo que hizo, como un martillo que te da golpes “inofensivos”, hasta que te da el último y te mata, pero por dentro.

Ahora, hagamos el ejercicio de juntar a estas dos personas, y pensemos qué pudiera pasar… Pues sí, una explosión extrema de sentimientos y no sentimientos, que nadie guardará un día más. Pero lo más extraño de todo esto es, que incluso en esta locura de encontrar a dos personas tan distintas, encontramos el amor. Solemos esconder el amor detrás de nuestras fobias, de nuestra excusa diaria, de cada situación de dolor que vivimos, sin saber, que cuando sale, realmente nos libera, y nos hace cómplices.

Con este preámbulo que espero no haya develado mucho, solo quiero invitarles a las últimas dos funciones de una joya que se está presentando ahora mismo en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, se llama “El Reencuentro”, bajo la dirección del siempre increíble Waddys Jáquez, y la producción de Raúl Méndez. Una obra que además de hacerte reír hasta la incontinencia urinaria, te hará reflexionar, sobre el amor, y lo que amas en realidad.

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