SD. Como lo lee. El primer minuto del espectáculo La Dinastía Rosario el sábado en el Palacio de los Deportes costó 300 mil pesos, y un chin más. Solo el primer minuto. La producción en su totalidad fue de varios millones de pesos.

El cálculo de ese primer minuto lo hizo por supuesto su productor Cesar Suárez Jr. Esa tela de grandes dimensiones que se trajo de Argentina colocada a manera de telón, los motores colocados en el techo para poder mantener de manera segura el peso de sillones reforzados con planchas de acero, sobre los cuales aparecieron sentados y descendieron «de los cielos a la Tierra» los cuatro hermanos Rosario -Toño, Rafa, Luis y Tony Rosario- que llegaron hace 40 años, desde la pobreza de una familia numerosa, ha irrumpir en la música dominicana y dejar una huella sin discusión.

En sí se trató de un espectáculo costosísimo, con elementos traídos especialmente de otros países para el hecho que sigue siendo noticia en el mundo del espectáculo. Pero también logró recaudar, gracias a su calidad, lo que se invirtió en él y quedar en azul.

Si fue impactante en el Teatro Nacional, hace unas cuantas semanas, ahora triplicó su efecto, no solo en cantidad de personas en asistir, sino en cantidad de recursos y sobre todo en artistas invitados que tomaron presta en la puesta en escena de Albertico Zayas.

Súmele a eso los cuantiosos recursos, más de 300 luces inteligentes, pantallas leds, sonido, etc., etc., etc.

Es una lástima que La Dinastía Rosario no pueda competir en los premios Soberano, pues según las nuevas reglas desde el año pasado, todo el que participe en la producción, léase, productores tanto ejecutivo, como artístico o musical, arreglistas, conductores, etc. no pueden ser nominados.

Dentro del alegre triunfalismo que insufla en el género merengue este suceso, que para muchos ha sido histórico, hay que apuntar algunas cosas que pone en evidencia. Antes que todo, que hay graves problemas que atentan contra el merengue. Están la falta de conexión con las nuevas generaciones, la ausencia de artistas que de verdad garantice la sobrevivencia del género, cuando los líderes merengueros aún actuantes ya no estén. Pero hay uno mayor que ha quedado sobre relieveo con el espectáculo La Dinastía Rosario: la falta de inversión en el género.

Los primeros que no invierten son los líderes del merengue, salvo Juan Luis Guerra que es un caso aparte, como sabemos. Acomodados como están, al no contar con casa disquera que los respalde, no se conmueven a invertir en superproducciones que les permitan girar internacionalmente con costosas puestas en escena, que les devuelva a casa con mucho dinero recaudado.

Y algo más que finalmente demostró la producción La Dinastía Rosario. A muchas empresas que antes patrocinaban la música dominicana y que hoy día se han quitado, les dejó dicho que la inversión en espectáculos con artistas nacionales es no solo posible, sino una garantía de éxito siempre y cuando se haga como debe ser. El apoyo de ellos se necesita.

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