SD. La civilización digital está cada vez más adentrándose en la ciencia ficción, a unos niveles, que muy pronto, dentro de unas cuantas décadas, a lo más unos cien años, el género literario de la ciencia ficción puede haberse quedado atrás.

¿Alguien recuerda la película El cerebro de Donovan? Se trata de una película de 1953, protagonizada por Lew Ayres, Gene Evans y por la que sería primera dama norteamericana Nancy Reagan, quien por entonces se llamaba Nancy Davis. Para entonces Ronald Reagan y Nancy Davis estaban a punto de casarse.

En el filme el doctor Patrick J. Cory, casado con Janice, defiende al médico local Frank Schratt frente a sus errores médicos debido al alcohol. Cory, que se dedica a mantener cerebros de monos con vida fuera del cuerpo, se interesa por un grave accidente de aviación que ocurre en las proximidades de su casa. El único superviviente del accidente, el millonario Warren H. Donovan, es trasladado por ambos doctores a la casa de Cory para someterlo a una intervención de urgencia, pero fallece durante el proceso.

Cory decide extraer el cerebro del fallecido y probar su método de suspensión artificial. Esta vez el experimento resulta un éxito y el cerebro de Donovan sigue con vida pero, poco a poco, Cory va percibiendo como su voluntad va mermando por la influencia de Donovan.

Finalmente sucumbe y cede a realizar cada uno de los propósitos de Donovan en su mayoría crueles y despiadados, como era su carácter cuando estaba con vida. El doctor llega a intentar el suicidio con tal de librarse de la nefasta influencia, hasta desembocar en un ingenioso final.

OTRO CASO DE CEREBRO QUE NO QUIERE MORIR

En 1962 salió al mercado la película El caso del cerebro que no podía morir, dirigida por Joseph Green, y escrita por él mismo y Rex Carlton, quien también produjo el filme, protagonizado por Jason Evers y Virginia Leith.

En la película el Dr. Bill Cortner es un exitoso científico cuya novias Jan Compton. Luego que Jan muriera decapitada en un accidente automovilístico, el Dr. Cortner recoge su cabeza y corre a su laboratorio, donde la revive y se las arregla para mantenerla viva en una bandeja llena de líquido.

Cortner decide cometer asesinatos para obtener un cuerpo al que añadir la cabeza de su prometida. Mientras él busca un cuerpo adecuado, Jan planea matar al científico; dado que Cortner no la deja morir en paz, ella se comunica telepáticamente con un mutante encerrado en el laboratorio, diciéndole que mate al científico.

Tras deshacerse del asistente del científico, el mutante escapa de su celda y mata a Cortner, quien había vuelto al laboratorio con una joven inconsciente para usarla como el cuerpo de su novia.

Mientras el laboratorio arde en llamas, el monstruo toma a la joven y la lleva a un lugar seguro. Jan, que continúa en el laboratorio, ve el cadáver de su novio y dice «te dije que me dejaras morir». A medida que la película se va a negro, Jan comienza a reír.

DE LA CIENCIA FICCION A LA REALIDAD

El joven multimillonario que paga 10 mil dólares para que su cerebro viva para siempre.

Pues bien, en la realidad de hoy día, uno de los creadores del programa Y-Combinator, creado para financiar compañías tecnológicas innovadoras, y también es uno de los hombres más ricos del mundo, que lleva por nombre Sam Altman ha decidido someterse a una especie de eutanasia o suicidio asistido, para que su cerebro viva para la eternidad, dice una publicación de la Revista del MIT Technology.

Altman paga US$10,000 para que su cerebro pueda conservarse para siempre, y es una de las 25 personas en lista de espera en #Nectome, empresa que dice que pueden cargar los contenidos del cerebro de una persona y almacenarlos en una computadora.

Y-Combinator, financia empresas novedosas como Nectome. El proceso para el que se inscribió Sam Altman implica embalsamar el cerebro para luego poder simularlo en una computadora.

El cliente, vivo, se conecta a una máquina y luego se inyecta con los productos químicos embalsamadores de Nectome.

Robert McIntyre cofundador de Nectome, dijo a la citada revista que «La experiencia del usuario será idéntica al suicidio asistido por un médico». En el sitio web de la compañía, dice que la misión es «preservar tu cerebro lo suficientemente bien como para mantener intactos todos sus recuerdos: desde ese gran capítulo de tu libro favorito hasta la sensación de aire frío del invierno, hornear un pastel de manzana o cenar con tu amigos y familia¨

Según lo que dice el brochure de Nectome el fluido de embalsamamiento puede mantener un cuerpo congelado e intacto, sin la amenaza de que comience a descomponerse, durante cientos o potencialmente miles de años.

Pero para que el procedimiento funcione, el cerebro tiene que estar fresco. Nectome dijo que planea conectar a personas con una enfermedad terminal que se inscriban en una máquina de corazón y pulmón y bombeen la mezcla de embalsamamiento a sus arterias cateroides en el cuello mientras están vivas, pero bajo anestesia general.

La práctica califica como suicidio asistido por un médico, que actualmente solo es legal en cinco de los 50 estados. En esos cinco estados una persona debe tener una enfermedad terminal y a la misma debe habérsele asegurado que solo vivirán durante seis meses o menos.

La compañía ha consultado a abogados familiarizados con la ley y dijo que si las personas padecen una enfermedad terminal, creen que este servicio será legal para ellos.

En realidad, aún no existe la tecnología necesaria para llevar a cabo esa conversión del contenido cerebral a un formato digital, pero la compañía de McIntyre ofrece la posibilidad de preservar el cerebro durante cientos de años, a través de una determinada técnica de criopreservación estabilizada con aldehído.

Sin embargo, el detalle más controvertido de la propuesta de Netcome consiste en que, para evitar que el cerebro sufra daños irreversibles, el paciente tiene que estar vivo en el momento de que se le inyecten los agentes químicos encargados del proceso de embalsamamiento. Esto provocaría la muerte del mismo.

Por otra parte, no hay evidencia científica de que los recuerdos y los demás componentes mentales de la personalidad puedan extraerse posteriormente del tejido muerto, pero el presidente de la Fundación de la Conservación Cerebral, Ken Hayworth, estableció un singular paralelismo al respecto: «Si el cerebro está muerto, es como si su ordenador estuviera apagado, pero eso no significa que la información no esté allí», dijo, dejando abierta la puerta a la posibilidad de que, efectivamente, la ciencia ficción vaya quedando obsoleta.

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