Diego el Cigala, en escena
Diego el Cigala, en escena

SD. Diego el Cigala es gitano todo el tiempo. Y si se desmaya vuelve en sí sostenido. Es un hombre positivo que este sábado demostrará a Puerto Plata, junto a Angela Carrasco y desde el Anfiteatro, cómo es el flamenco visto desde la salsa, el bolero, el guaguancó, quizás el tango y sobre todo cómo lo dominicano ha ido metiéndole en los huesos el bienestar de esta tierra pródiga en bienvenidas.

“Desde la primera vez que llegué a esta tierra, este país me abrió su corazón, su alma. Me acogió en sus brazos, me ha dado mucho cariño, mucha estabilidad, mucha tranquilidad a mis hijos y a mí. Y amo a República Dominicana con todo mi corazón”, dijo el intérprete que trajo una nueva lectura del clásico Lágrimas negras.

DL conversó con él.

—Este es su debut en el Anfiteatro de Puerto Plata, lo hace con un disco muy importante en su vida.

Angela carrasco y Diego el Cigala

 

Como bien sabe, he pasado muchísimo para hacer este disco. Me ha llevado muchas alegrías, muchas tristezas. Creo que el pueblo dominicano merece que presencie Indestructible, y qué forma más bonita que tenga que ser en el Anfiteatro de Puerto Plata donde nunca he estado. Lo he visto y me he quedado maravillado. Sé que este sábado ha de ser una noche mágica.

—Se presenta en el concierto “Sentimiento y pasión” junto a Angela Carrasco. ¿Prevé la posibilidad de que hagan algo juntos?

Es que eso no se puede decir. Eso llega o no llega. Yo a Angela Carrasco la conozco, la respeto muchísimo, la quiero muchísimo, la he admirado desde niño, pero ella hace su música. El mundo la tiene que escuchar, Dominicana la tiene que escuchar, su parte musical y yo haré la mía. Y luego que sea lo que Dios quiera. Y si tiene que venir, que venga sin problema. Esas cosas si se adelantan es cuando no salen. La música es así. Le deseo todo lo mejor esa noche. Que tenga muchísimos éxitos, porque es un pedazo de artista, como la copa de un pino. Y la quiero muchísimo y la respeto muchísimo. Pero eso de cantar juntos es otra cosa. Tiene que llegar; llega y bien. Si no llega, pues no llega.

—Indestructible ha venido forjándose durante años, y culmina un hecho que comenzó con Bebo Valdés. ¿Cree que habrá una segunda parte?

Faltan unos cuantos temas que se me han quedado en el tintero y que poquito a poco los voy a ir retomando. Claro que tiene que haber una continuación. Me siento como pez en el agua con el mundo de la salsa. La salsa y el flamenco son músicas del barrio, del pueblo, de la calle, con mucho filin, con mucho swing. Ahí es donde no hay ningún problema. Lo que hay que hacer es respetar a los grandes que ya no están.

—Su próximo disco es de flamenco puro?

No. Va a haber un disco de flamenco puro, por supuesto. Pero el próximo disco es una cosa súper seria. Cigala canta México, con boleros rancheros. Te lo comenté hace tiempo. Ya tengo a la gente, áo, y lo que tengo que hacer es ponerme a grabar. Voy a darle chance a Indestructible, que todavía queda muchísimo, hasta el año que viene. Y luego me voy a México y grabaré.

—Su grupo tradicional ya no está. ¿No existe?

Sí. Siguen estando. Esos no se pueden mover. Esos siempre están. De hecho voy a hacer unos conciertos de flamenco, con Diego el Morao, con Jelsy Heredia, con Jumitus, con Piraña, porque también lo necesito. Tengo mucha necesidad también del flamenco.

—Y Jumitus, su pianista, ¿va a estar también mañana en Puerto Plata?

Claro. Jumitus no puede faltar. Jumitus es mi brazo derecho y mi alma. Y mencionando a todos los grandes pianistas, es uno de los que nos queda ahora mismo. Bebo (Valdés) cuando lo conoció -que en paz descanse-, dijo “Ese la lleva”. Claro. Así que van a estar conmigo Jumitus, la Cali Big Band, con Leo Aguirre, otro fabuloso. Es una banda de once muchachos de Cali, ¡qué increíble cómo tocan!

Aparte de Indestructible vamos a hacer también labor con lo de Lágrimas negras, pero con metales, con arreglos. Habrá uno más que otro, de lo que he hecho con Omara Portuondo, Silencio, Se me rompió el amor, temas de José Feliciano, de Roberto Carlo…

—Según me cuenta, eso ya dura como dos horas.

Dos horas. Y el otro día me tiré dos horas veinte minutos. Sí, fue increíble. En el Castillo de Perelada. Y en Toulusse, en el Festival de Tempo Latino, en el que me otorgaron el Bastón de Benny Moré -para mí es un honor-, y se me fueron dos horas veinte minutos. Y se me pasó como el agua.

—¿Sigue gozando la escena como el primer día o a veces se cansa?

Lo sigo disfrutando como el primer día, pero hay días en que uno también, como ser humano, se cansa. Y cantar no es un instrumento. Es la voz, necesita descanso. A veces tienes que salir a cantar y no quieres. Pero cuando eso sucede, a la hora de vestirme y salir al escenario, se me olvida todo, porque esa conexión con el público la necesito desde el primer momento.

—Y antes de salir a escena, ¿en quién piensa?

En mis hijos y en Dios bendito. Y en mi Amparo. Mucho.

—Este concierto, ¿a quién lo dedica?

A Amparo. A mi querida Amparo Fernández Carrascosa.

—Que en paz descanse.

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