Cantidad de aluminio por partes del exoesqueleto (Fuente: cortesía revista Plos One)

SD. Parece un caso expuesto en unos cómics de los años 60, según el cual se pudo crear uno súper héroe con un caparazón de aluminio. ¿Quién quita? Tal y como van las cosas por el mundo de la tecnología y la ciencia, muchas cosas que parecían imposibles, ya son realidad. Para muestra, un botón: el reloj de Dick Tracy por el cual se podía hablar y hasta ver imágenes.

Los anfípodos, pequeños crustáceos con aspecto de camarón en la mayoría de los ecosistemas acuáticos, comienzan a desmoronarse una vez que alcanzan una profundidad de 4500 metros. Allí, una combinación de presiones de trituración, baja temperatura y mayor acidez hace que el carbonato de calcio en sus exoesqueletos se disuelva, haciéndolos vulnerables a la presión y los depredadores.

El anfípodo Hirondellea gigas es un residente de los puntos más profundos de la Fosa Mariana, la Fosa de Filipinas, la Fosa de Izu-Ogasawara y la Fosa de Japón, donde habita profundidades mayores de 8,000 m. Los científicos plantean: «Intentamos capturar ampliamente criaturas marinas utilizando trampas cebadas a lo largo de los puntos de las profundidades marinas, pero estos anfípodos fueron la única captura».

Ahora, los científicos han descubierto que esa especie, puede sobrevivir en la parte más profunda del océano: con armaduras de aluminio, según el informe científico publicado en la revista francesa Plos One.

Los investigadores Hideki Kobayashi, Hirokazu Shimoshige, Yoshikata Nakajima, Wataru Arai, Hideto Takami analizaron por primera vez los especímenes de H. gigas que se encontraron en la parte inferior de la profundidad Challenger, a más de 10,000 metros debajo de la superficie del océano. Descubrieron que este anfípodo extremo construye una armadura personal, una capa de gel de hidróxido de aluminio que cubre la superficie de su exoesqueleto. Pero el aluminio no es abundante en el agua del océano, lo que hace que sea difícil de obtener como material de construcción. Sin embargo, es abundante en los sedimentos del océano.

Para descubrir cómo H. gigas accede a su aluminio, el equipo expuso los sedimentos del Challenger Deep, que el crustáceo probablemente traga al comer, a los químicos en su intestino. Dentro de ese ambiente ácido, un subproducto de las plantas en su dieta típica reacciona con el sedimento rico en metales para liberar los iones de aluminio. Cuando estos iones de aluminio se liberan en agua de mar alcalina, se transforman en gel protector de hidróxido de aluminio, informan los investigadores este mes en PLOS ONE.

La armadura de aluminio parece aliviar tanto el estrés de las presiones de los fondos marinos como evitar que los exoesqueletos de anfípodos lixivien el carbonato de calcio y se desintegren. Gracias a estos hallazgos, los científicos están un paso más cerca de comprender cómo es posible sobrevivir en uno de los entornos más duros del mundo.

¿Servirá de algo para el futuro de la humanidad? Habrá que buscar en los viejos cómics a ver qué sucede.

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