Ya comenzaron a preparar el salón de entrega de este ao, que otra vez será virtual (Fuente externa)

El último gran escritor latinoamericano digno de un Nobel de Literatura ha sido Carlos Fuentes, que como suele suceder, no lo pudo obtener nunca. Autor de libros como «La región más transparente», “La muerte de Artemio Cruz”, “Tierra nostra” y “Cristóbal Nonato”, entre otros, el mexicano que si ganó el Cervantes, merecía el Nobel mucho más que Louise Glück, Olga Tokarczuk, Svetlana Alexéievich o Herta Müller. La mayoría de ellos entregados gracias a la agenda de favorecer -con justicia- las miradas femeninas. Pero, ¿todas esas miradas femeninas eran más merecedoras del Nobel de Literatura que las novelas arriba mencionadas, por ejemplo? No lo creo. Creo que la también mexicana Elena Poniatowska lo merecía más que ellas por «Hasta no verte, Jesús mío», «La noche de Tlatelolco. Testimonios de historia oral», o «Las siete cabritas». O la canadiense Margaret Atwood, autora de El cuento de la criada (The handsmale tale) o El asesino ciego, entre otras obras. O la poeta norteamericana Sylvia Plath, (autora de los poemarios El coloso, Ariel, o Árboles de invierno)

Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y Carlos Fuentes junto a otros en México (Fuente externa)

Otro autor mexicano que mereció el Nobel de Literatura y se fue sin él, es Juan Rulfo, autor de los clásicos El llano en llamas y Pedro Páramo. Así como el autor de «Noticias del Imperio», «Palinuro de México» y «José Trigo», don Fernando del Paso, fallecido el 14 de noviembre del 2018.

Es más ¿lo merecía más Kashuo Ishiguro u Orhan Pamuk que Carlos Fuentes o Del Paso, por ejemplo? No digamos ya de Rulfo, fallecido en 1986 y muy merecedor.

¿Qué se premia?

La verdad es que el premio literario más importante ha estado siendo sesgado por la infinita disputa entre autor y obra. ¿Se premia la obra literaria o se premia las actitudes del autor? ¿Se premia su nivel de hijeputez o se premia su genio literario, su capacidad para llevar un poquito más allá las fronteras de la literatura o su manera de pensar taL vez equivocada en determinado momento de su vida?

Según Salman Rushdie habría que retirar el premio al austríaco Peter Handke porque en su momento defendió a Slobodan Milosevic. ¿Habría entonces que retirarlo a García Marquez por haber sido amigo de Fidel Castro? ¿Acaso por el hecho de haber recibido un doctorado honoris causa a manos del dictador Augusto Pinochet en 1976, a Jorge Luis Borges se le negó el Premio Nobel de Literatura? ¿Se le negó el Premio Nobel de Literatura a Alejo Carpentier por haber sido un escritor comprometido con la revolución cubana?

Otros escritores que lo han merecido y no han recibido el Nobel

Hay otros autores que se fueron del mundo sin recibir el Nobel mereciéndolo mucho más que algunos de los que han sido premiados.

César Vallejo, sentado en el banco de un parque (Fuente externa)

El gran poeta peruano César Vallejo, que dictó uno de los caminos principales de la poesía en lengua española, murió sin el Nobel.

Emile Zola falleció un año después de haberse creado el premio, en 1902. Pero ¿acaso su obra no fue más poderosa que la del poeta francés que ya nadie recuerda, ganador del primer Nobel de Literatura, Sully Prudhomme? ¿Alguien se ha leído aun verso suyo en los últimos 50 años? De Zola aún se leen Therese Raquin, Germinal, Nana, La bestia humana o La debacle.

Virginia Woolf, autora de La señora Dalloway, En el faro, o del ensayo feminista Una habitación propia, fue una de las autoras merecedoras que dijeron adiós a este mundo, sin lograr el mayor reconocimiento que existe para un escritor.

Franz Kafka y su hermana Ottla Kafka (Fuente externa)

¿Qué buen lector del mundo no ha leído La metamorfosis de Franz Kafka, autor además de El proceso, El castillo, El desaparecido? Kafka nunca lo recibió.

A León Tolstoi, autor de algunas de las novelas clásicas para todos los tiempos, «La Guerra y la Paz», «Anna Karenina», «La muerte de Iván Illich», «La sonata a Kreutzer», «Los cosacos», «Resurrección», entre otros, le fue negado el premio Nobel por considerar su obra como una «inadversión contra la cultura» además de contra la Iglesia y el Estado. Entonces el Conde Tolstoi llegó a agradecer alegando que «prefería no recibir un dinero que estaba lleno de maldad».

Por su parte, James Joyce, autor de Retrato del artista adolescente, expresó sobre su irreemplazable Ulises -quizás con poca humildad, pero con mucha razón- que había escrito la novela “para mantener ocupados a los expertos en literatura durante los próximos trescientos años”, sin embargo los de entonces no le reconocieron con el merecido Nobel de Literatura.

Marcel Proust, fallecido en 1922, y autor de En busca del tiempo perdido, Por el camino de Swann, A la sombra de las muchachas en flor, Sodoma y Gomorra, entre otras, tampoco fue favorecido con el premio.

Julio Cortazar en La Habana de los años 60, junto al fotógrafo Chino Lopez y José Lezama Lima (Foto: cortesía de Chino López)

Otro autor merecedor del más grande reconocimiento de las letras del mundo fue el argentino Julio Cortazar, autor de El libro de Manuel, Bestiario, Todos los fuegos el fuego, Octaedro, Queremos tanto a Glenda, entre otros, que con su Rayuela trazó una de las aventuras de lectura más desafiantes de la literatura universal.

También lo merecieron los cubanos José Lezama Lima autor de la monumental novela Paradiso así como Oppiano Licario y de un universo poético único entregado en apenas seis libros: Muerte de Narciso, Enemigo rumor, Dador, y Fragmentos a su imán, entre otros. Y Eliseo Diego, dueño de una muy particular orbis poética, de gran impronta en varias generaciones desde En la Calzada de Jesús del Monte, Por los extraños pueblos, El oscuro esplendor, Libro de las maravillas de Boloña, Inventario de asombros, entre otros títulos.

Fallecida en 2016, tampoco fue reconocida la novelista norteamericana Harper Lee, autora de títulos de indiscutible trascendencia como Matar un ruiseñor, y su Ve y pon un centinela, su primer libro que se mantuvo inédito y solo vio la luz tras su fallecimiento.

Isaac Asímov (Fuente externa)

Autores de ciencia ficción como H. G. Wells, George Orwell (Rebelión en la granja) , Isaac Asímov (El fin de la Eternidad; Yo, robot; El hombre bicentenario), Ray Bradbury (Crónicas marcianas, Farenthei 451) o Stanislav Lem (Solaris, Ciberiada, Congreso de futurología) también fueron merecedores del Premio Nobel de Literatura.

Merecedores lo fueron el italiano nacido en Cuba Italo Calvino, autor de El barón rampante, Nuestros antepasados, El caballero inexistente, entre otras obras; así como el cubano nacido en Suiza de padres rusos y fallecido en París, Alejo Carpentier, dueño de El reino de este mundo, Los pasos perdidos, El siglo de las luces, Concierto barroco, El recurso del método, La consagración de la primavera o El arpa y la sombra.

También lo mereció Augusto Roa Bastos el paraguayo muerto en el 2005, autor de Yo, el supremo.

Entre los grandes autores rusos del siglo XX que hicieron una obra contundente detrás de la cortina de hierro fueron merecedores del Nobel de Literatura se encuentran los grandes poetas Serguei Esenin, Alexander Blok, Vladimir Mayakovski, Anna Ajmátova, Ossip Mandelshtam, Marina Tsvetáyeva, y los grandes escritores Mijail Bulgakov (El maestro y Margarita), o Andrei Platonov, autor de Chevengur, El tercer hijo, El río Potudán, entre otros títulos, por solo poner algunos ejemplos.

Kurt Vonnegut el autor de Desayuno de campeones, fallecido en el 2007; J. D. Salinger fallecido en el 2010 y autor de El guardián entre el centeno o de Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción, también fueron obviados por el Nobel; Phillip Roth, fallecido en el 2018, autor de propuestas imperdibles como Goodbye, Columbus; El teatro de Sabbath, El lamento de Portnoy, Nuestra pandilla, La visita al Maestro, Pastoral americana, Me casé con un comunista, La conjura contra América, Elegía o Némesis.

Bob Dylan, cantando (Fuente externa)

Entre los Nobel más discutidos de la historia han estado el del español José Echagaray (1904), quien sin embargo ha trascendido más como matemático; el de Winston Churchill en 1953 por su oratoria; la austríaca Elfriede Jelinek en 2004, que provocó la renuncia de Knut Ahnlund a su puesto en la Academia Sueca: «este premio Nobel no solo ha causado un daño irreparable a todas las fuerzas progresistas, sino que ha confundido la visión general de la literatura como arte»; el de Bob Dylan (2016), del cual ni el mismo cantautor se ha bajado aun de la sorpresa. Eso sin contar ya las mencionadas Hera Müller, Svetlana Alexievich, Olga Tokarczuk o Louise Gluck, cuestionadas por cuestión de agenda de lo políticamente correcto.

Tampoco ha sido reconocido casi ningún dramaturgo.

La verdad es que hay un desgaste que comenzó desde el 1901, pero ya en los últimos tiempos, ha ido de la sorpresa, al descontento, con un eurocentrismo acentuado y una evidente falta de reinvención, desde la verdadera trascendencia de la calidad literaria, más allá de las características mundanas del autor. No obstante el Premio Nobel de Literatura sigue siendo el más prestigioso y esperado del mundo.

Veremos con qué se bajan esta vez.

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