(Fuente externa)

-Toca pagar los teléfonos y la electricidad- dijo Daysi al día siguiente que comenzara la cuarentena.

Asustados, en medio de la soledad de dos almas al pairo en medio del mar de la pandemia, sin saber cómo sería, Daysi se lamentó ‘¿Qué nos haremos?’. ‘Tiempo al tiempo’, le respondí mientras ella trajinaba el almuerzo.

-¿Y ahora cómo vamos a poder sacar dinero, si nada funciona?- dijo chasqueando la lengua, medio camino del fastidio.

-Algo funcionará -le respondí-, seguramente vamos a tener que hacer las gestiones a través de aplicaciones.

-No tenemos Internet Banking, habrá que solicitarlo.

-Pero eso es ya, antes que la cosa empeore-, le respondí.

Daysi dejó a un lado el almuerzo que casi estaba listo, eran unas habichuelas negras guisadas con ese toque de comino que me gusta, y el arroz blanquísimo, como masa de coco, dos plátanos maduros hechos al hornillo y un picadillo a la habanera.

Hablé con la oficial del banco. Yo no recordaba que en algún momento sí había hecho las gestiones, así que lo que hizo la oficial fue mandar a reactivar la cuenta y en pocos minutos me llamaron. Me pidieron los datos. Al rato estaríamos listos para pagar la tarjeta, hacer transferencias, pagar servicios.

Pago de factura de Claro (Fuente externa)

-Está bien hacerlo desde la laptop, pero de cualquier manera voy a bajar la aplicación. Así es más expedito- aseguró Daysi.

Poco tiempo después tenía el acceso a mi cuenta.

Después de almorzar ejercimos ese sano derecho de la siesta, una viejísima tradición que los españoles siguen con una disciplina coreana.

En la tarde volvimos a ocuparnos del asunto. Hicimos una transferencia de un banco a otro. Luego otra y otra.

Al día siguiente pagamos los celulares, el teléfono fijo, el internet y el servicio de las cajas de los televisores. Unos RD$30000 pesos, debíamos el mes anterior (por descuido) y ese.

Pagamos la electricidad por la oficina virtual de Edesur, que dicho sea de paso, hoy ha estado de apagón en apagón.

Hasta el 30 de abril el acceso desde Claro a las aplicaciones de APAP, BHD-León, Banreservas, Popular y Tpago era gratuito. No sé cuánto pago ahora. ¿Cuánto me habrán ahorrado? Pero seguimos haciéndolo todo por ahí. No queda de otra. Además, aprendimos a hacer algo a lo cual temíamos antes. Aun nos faltan algunas aplicaciones y servicios que debemos activar.

Ayer Daysi compró un pastel de pollo que costó un poco caro y después no nos gustó, estaba demasiado seco. Aprendimos que por Internet no se deben comprar pasteles de pollo de ciertos lugares, por mucha tradición que tengan sus productores.

Daysi pronto hará todo por las aplicaciones de su celular. Aunque se termine la cuarentena.

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