El Mayimbe, Fernando Villalona, cincuenta años después demuestra que la mayimbitud es un estado del ser, una actitud ante la vida, una filosofía que tiene que ver con las esencias primordiales de la identidad del dominicano y su forma de ser. En él se ven reflejados los dominicanos, en su conquista de la capital y del país llegando desde el borde de la nación, siendo un joven que desbordaba talento. En sus errores y en saber levantarse. En su manera de cantar, en el gusto por la pelota, por haber puesto a su familia el relieve del país, como un accidente geográfico. Que Loma de Cabrera suena para los extranjeros que no han estado ahí, como el Macondo de Colombia.

Una oración para salir a escena dicha por su hermano Angelito. La voz descansada para celebrar 50 años de arte. El artista al que le han perdonado todo. Uno de los ídolos más queridos del pueblo dominicano. Este viernes 26 de noviembre del 2021 y sábado 27 el Teatro Nacional es suyo. René Brea hace la puesta en escena de la celebración. Mayobanex Bautista la producción ejecutiva… que sin ‘cuartos’ no hay baile.

Tras bambalinas hay nerviosismo. «Esto solo se da una vez. ¿Te imaginas cómo deben estar los nervios de ese hombre?», comenta el Sancho Panza de este Quijote dominicano, su hermano Bolívar, quien aguanta las andanadas del artista, el ego en almíbar, ese que lo hace a él y a todos los artistas, ser lo que son. Fernando está sentado, sin sombrero y con una corbata a cristales y su camisa blanca. Hace silencio. Nervios.

Angelito Villalona, Alex Bueno, Fernando Villalona y Daniel Santacruz, momentos antes de salir a escena (Foto: Alfonso Quiñones)

A las 8:25, llaman a escena. Todo listo. Los bailarines situados en punta. Los músicos en su sitio. El telón se abre a las 8:30 en punto.

Arrancó esto. Una jazz band a la que se le han adicionado un chelo y un violín, con dos baterías y un set de percusión importante, da los primeros acordes de Armonicemos. El openning con los bailarines, es elegante. Sale a escena Fernando Villalona y es el desmadre. El Niño Mimado, como también es conocido, recibe la ovación.

El Teatro Nacional está con las medidas de sanidad a un 60% más o menos. Las boletas han estado caras, aunque las que primero se venden son las más caras, según comentan fuentes del TN.

Villalona y su público (Foto: Alfonso Quiñones)

El primer tema es para homenajear a Loma de Cabrera, por eso canta Pueblo mio. Hay una disposición poliédrica de las pantallas donde se proyectan imágenes del sitio donde nació. Ovación, y enseguida El gusto.

«Señores estoy nervioso, cualquier cosa, ustedes me disculpan, me la voy a gozar…» dijo el artista y enseguida continuó la banda con dos boleros pegados: Háblame y Respeta mi dolor.

Riqueza visual de los diseños en la escenografía digital (Foto: Alfonso Quiñones)

«En mi vida me he sentido tan nervioso y tan agradecido del señor. Fernandito Villalona no habría estado aqui de no haber sido por el cariño que ustedes me han brindado a lo largo de mi carrera». De pronto se apagaron las luces en un falso apagón y preguntó «¿Qué pasó? ¿Se fue la luz?», y cantó un fragmento de Quién apagó la luz…

«Les decía que esta noche es muy especial para mí. Nunca imaginé que aquel dia al salir de mi pueblo me convertiría en El Mayimbe». El público aplaudió. “Hoy le quiero dar las gracias a Dios porque puso en mí el talento y además hizo de mí un instrumento para dar un mensaje. Las drogas no son el mejor camino. Ya hace 26 años soy un ejemplo vivo de que sí se puede salir”. Aplausos otra vez.

Imágenes de distintos momentos de la vida de Fernandito (Alfonso Quiñones)

La jazz band de 20 músicos arremetió con un midley de merengues (Celos, Cumbia merenguera, Banana y Que lo que e’).

Al finalizar preguntó fuera de guión «Quiero saber quién ordenó que haya una cámara allá arriba… Sepa el que la puso que va a tener que darme lo que haya grabado pues no he autorizado grabar nada en video». El Mayimbe no come cuentos. Esa espontaneidad forma parte de su personalidad.

Llamó entonces a escena a Daniel Santacruz y con él cantó el tema reciente que grabaron a duo, Insensatez. Después dos parejas de bailarines le acompañaron y el cantó un arreglo de bachatas con cuerdas y una pareja de bailarines clásicos. No me dejan verla y Soy el culpable . No podía faltar el clásico colombiano del paisa Rodolfo Aicardi, Tabaco y ron. Presentó también una canción de su nuevo álbum, Señorita y otra más, Se que te perdí.

Fue entonces cuando agradeció al maestro Rafael Solano «siempre mi admiración y respeto por todo lo que hizo por mí y mi carrera» y recordó el concurso La Voz de hace 50 años donde quedó… en quinto lugar, y sin embargo fue el que más trascendió.

La presencia de un cuerpo de baile estuvo muy bien administrado a lo largo del espectáculo (Foto: Alfonso Quiñones)

«También agradecer a cada una de las personas que han estado conmigo en todo momento a lo largo de 50 años. Especialmente a uno grande entre los grandes. Alguien que sería mi invitado de honor. Esa silla que ustedes ven ahí era para él. Un gran aplauso para el inmortal Johnny Ventura», expresó y cantó Lágrimas para un recuerdo.

Siguió en homenajes y claro que reconoció a alguien más: Wilfrido Vargas, quien lo hizo «pasar de baldista a merenguero» y cantó Tatico Henriquez. Tomó agua, pidió un aplauso y enseguida se puso a interpretar Sonámbulo. Y continuó con un midley que incluyó Mi vida eres tú, Cóncavo y convexo, Cama y mesa, Te amo…

Al son de Cuando suena la tambora, salió de invitado Jandy Ventura, en quien el público proyecta su amor por el inolvidable Caballo Mayor. Lo despide y se mete en El Quijote y Seré. Villalona salió de escena. Entró Gabriel cantando Confundido a mitad de la cual reapareció cantando a duo y el primer cambio de vestuario. Tras los aplausos, Fernando interpretó Corazón salvaje, de su disco El Niño Mimado (1993).

Payaso, bolero del mexicano Fernando Z. Maldonado, uno de los boleros que mejor interpreta Fernandito (Foto: Alfonso Quiñones)

Si Fernando es grande en el merengue lo es también en el bolero. La tesitura de su voz es tan cercana al género del 4 x 4, que de no haber sido merenguero, donde mejor le hubiese ido seguramente hubiese sido  en el bolero, corroborado con la interpretación de un midley que incluyó la composición de Homero Parra Vida consentida (inolvidable en la voz de Lino Borges), La cartita (inscrita originalmente como Quien tiene tu amor, por su compositor, el argentino Leopoldo Díaz Velez) y Payaso un clásico del compositor Fernando Maldonado, eternizada en la eterna joven voz de Javier Solís, fallecido en 1966.

Uno de los mejores momentos del espectáculo fue cuando Fernandito cantó Me muero por tí con las voces de las coristas Chantal (miembro del clan Villalona) y Cinthya, ambas dueñas de voces firmes, seguras en las agudas, con timbres muy particulares, y quienes podrían tener sus propios temas dentro de la banda del Mayimbe, antes de volar cada una con carrera propia, que talento tienen para eso.

Después fue el momento para presentar a su hermano Angelito Villalona, con lo cual Fernando salió de escena, mientras Angel cantaba Sorbito, Qué quieres y La Chula, Fernando regresó con otro cambio de vestuario y acabaron cantando juntos.

El Mayimbe y El Mayimbito, Alex Bueno (Foto: Alfonso Quiñones)

Con Baila la calle, de Luis Díaz, acompañado en escena por bailarines, comenzó la última parte del espectáculo.

Para interpretar Delirante amor invitó a escena a la violinista dominicana Génesis Céspedes, a quien le dejó exhibir una voz de gran calidad, de eficaz afinación y timbre cálido, siguió con Te siento (con una de las bailarinas haciendo un acercamiento al flamenco); después otro midley con Déjate querer, Necesito tenerte y Muchachita mia, y al final del bloque el tema No podrás.

Villalona anunció «Ahora tengo el placer de presentarles a uno de mis favoritos, Alex Bueno» y cantó con El Mayimbito otro midley Amada mía y Piel canela. Ovación.

Villalona en medio del batallón de guardias (Foto: Alfonso Quiñones)

Un momento esperado llegó con Dominicano soy y la participación de un batallón de soldados del ejército dominicano. Para Música latina, se invitó a Chelsey quien rapeó y desbordó gracia, desenfado y aportó brillo al momento, demostrando que está lista para mucho más que rapear o hacer música urbana. Su talento puede abarcar otros géneros más serios y de calidad que valdría la pena descubriera y se diera la oportunidad, incluyendo el teatro musical.

La hamaquita, del compositor dominicano Teodoro Reyes, llegó en los prolegómenos del final. En el merengue Amaneciendo, que originalmente fue compuesta por el colombiano Adolfo Echavarría como una cumbia, Fernando Villalona estuvo largo rato estuvo sin cantar (música y coros sonaban) quizás por dos motivos, deficiencia con la referencia y las posibilidades de que estuviese extenuado tras tres horas de show y 50 canciones.

Con A mi manera -cuya composición original es francesa (Comme d’habitude), debida a Claude Francois, Jacques Revaux y Gilles Thibaud- llegó el falso final, del cual regresó a escena el homenajeado con un medley de Navidad  que incluyó Déjame volver, Felix Cumbé, La lluvia, y de ñapa Mi pueblo.

Villalona y Chelsey, quien demostró una gracia desbordante, ángel para estar en escena y calidad vocal y danzaria en su desempeño (Foto: Alfonso Quiñones)

Un espectáculo con una limpia puesta en escena, el uso justo del cuerpo de baile, muy bien administrado, con diseños de vestuario adecuados a cada momento, incluyendo no solo el vestuario y peluquería de los bailarines, sino la imagen del propio Fernando Villalona, y su uso de sombrero o gorras para la cabeza. Algo negativo fue que en ocasiones se evidenciaron problemas con el audio, al menos la primera noche. Se destaca en cambio la riqueza visual llena de colorido, basada en la escenografía a base de pantallas led, características en René Brea. Las cuatro mujeres participantes junto al artista haciendo dúos, son nuevos talentos -un plus para la producción-, ocasión propicia para el lanzamiento de Chelsey, Génesis, Cinthya y Chantal.

Triste la evidencia de la poca solidaridad entre los pares del merenguero Fernando Villalona, quienes debieron hacer un alto en sus faenas e ir a darle el espaldarazo, sorprenderlo en escena, y cantarles un felicidades con el público.

El espectáculo presentado en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito es un evento premiable, importante no solamente en la vida del ídolo dominicano, sino para revitalizar la escena dominicana en medio de una pandemia que insiste en permanecer.

Cincuenta años, aún vistos a vuelo de pájaro en apenas tres horas, como dicen por ahí, no son paja de coco, ¿verdad? ¡Bravo, Mayimbe!

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