Me voy a buscar un lío con quien me hizo llegar este disco que sale mañana viernes 29 de mayo, pero allá voy. «Viento y Tiempo» es Cuba entre los dos corchetes de un paréntesis. Y esos dos corchetes son los temas Rumba callejera y Viento y Tiempo. Uno abre y el otro cierra el álbum grabado en vivo en el Blue Note de Tokio, en Japón entre el 18 y 19 de agosto del año antes del coronavirus.

Mucho me habló Mario García Haya (Mayitín) de esta producción que une a dos de los artistas que más admiro: Gonzalo Rubalcaba y Aymée Nuviola.

Cuba dio a mujeres cantantes de la estirpe de Celia Cruz, Rita Montaner, Olga Guillot, Paulina Alvarez, Elena Burke, Celeste Mendoza, Celina González, la Freddy (una leyenda bastante desconocida aún), Aida Diestro, Moraima Secada, entre decenas que ya se han ido, cuyos espíritus parecen haberse puesto de acuerdo y decidido «ésta es la nuestra», porque en Aymée Nuviola se sintetizan varias de las almas musicales de esos grandes pilares. No por gusto tiene un timbre de voz dulce, familiar y gozoso, lleno de calidez, y dueño de una tesitura amplísima que abarca de las notas más graves a las agudas, más una perspicaz capacidad de improvisar y de asumir cualquiera de los géneros de la música cubana, sumándole su natural gracia, su sencillez, el ‘chekendengue’ (que decía José Antonio Méndez) y la imagen de una mujer hermosa orgullosa de ser una mulata cubana.

Rubalcaba es un virtuoso, dueño de un nivel de pensamiento musical de mucha profundidad, que parece desbocarse en una digitación como una riada o un turbión, y no por ello menos prístina y brillante, no por ello menos sabiamente administrada y no por ello menos intensa y lírica, creando capas de ritmos (cuando percute) o melodías, mientras se entrega en improvisaciones creativas con progresiones armónicas que parecen venir de esos planos de la poïesis donde habitan los grandes pianistas ya idos, como si Art Tatum, el trombonista Jacobo Rubalcaba y su hijo Guillermo, se hubiesen puesto a conversar con Rubinstein y Rajmáninov.

Hay entre Aymée y Gonzalo una complicidad artística y amistosa que viene desde la niñez. Y esa complicidad se siente a lo largo del disco, algo que fue forjado con respeto y admiración de niño a niña, de vecino a vecina, de músico a músico.

Gonzalito al piano, Aymée junto al teclado (Foto familiar)

Cuando escucho el primer track, una creación de Aymée Nuviola, lo primero que me llega es aquella ceiba centenaria que presidía -no sé si sigue allí- el gran patio central del solar La California, en Centro Habana, y el moño alto de Celeste Mendoza cantando sin turbantes, acompañada de Tío Tom. Hay una transición imperceptible porque entonces quien entra es Celia Cruz y se apodera del paisaje y de los colores con los que Aymeé va dibujando las calles y las puertas del disco. Pero enseguida es la propia Nuviola, erguida, todas en ella, pero diferente, ella misma, sobre la bandera de la Rumba callejera, una joya para abrir caminos a un disco que debe tener un futuro promisorio.

El Güararey de Pastora me hubiese gustado más afincado en Baracoa, menos Formell. Mas hacia el original de Roberto Baute. Más changüí, menos timba. Vale sin embargo como homenaje al fundador de Los Van Van, limpio, bien resuelto y con gracia.

Ah pero esa sinceridad con que acometen El Manicero es de una ternura fundamental, donde pide permiso Rita, y deja deslizar su voz al comienzo y luego permite que fluya la voz de la Nuviola. Este es uno de los temas mejor resueltos de la producción, una joya que solo en vivo es capaz de conseguir tal nivel de autenticidad, con las improvisaciones de Aymée por un lado y Gonzalo en el piano, con ese final de ingreso de terapia intensiva. Esta es la exégesis del tumbao. Su glorificación nipona ocurre como al minuto 7 de El Manicero. Fiesta del té de jazmín en la llama del piano -que insiste en una nota con insistencia de clavista morse-, y del pan con timba en la ebullición de la gozadera.

Luego un bolero cortavenas El Ciego, de Armando Manzanero, uno de los más conmovedores cantos a la soledad, a su filo tentador, cuando la nostalgia se adueña de ese piano al atardecer, y ese saxo soprano casi cenital, titila como una luz que desordena la esperanza.

Rompiendo la rutina, danzonete primigenio -creado hará el 8 de junio próximo 90 años, por Aniceto Díaz-, tiene en esta magnífica producción discográfica una de las más verticales versiones, donde el piano de Gonzalo va de lo reflexivo a lo festivo. Aymée, que sabe lo que está sucediendo, cuando se pasa del danzonete, al son, al jazz, deja que todo fluya en una de las mejores improvisaciones del piano de todo el disco. Desde el minuto 5:38 comienza a dibujar un discurso que va y vuelve al motivo original del coro, a los 6:03 para luego desestructurarlo, lo reestructura, lo amasa, hasta que en el minuto 6:56 asoma una oreja de lo que puede suceder; y va marcando filigranas, motivaciones, sostenidos, crescendos, y entonces ese martilleo insistente donde comienza a subir la temperatura, en el 7:29, y un diamante brillante en el minuto 7:47, para desmadrarse en las totalidades a los 8:05, y luego retomar la idea central. Que ya, a falta de la flauta de clave que llevaría, entra ese saxo soprano, desmenuzando aire.

Como Celia Cruz estaba y (en buena lid sigue estando) prohibida en Cuba, conocí el volcán irredento de su voz en uno de sus temas insignias, nada más y nada menos que… en Moscú, de la mano de mi querido amigo Andy Rivero, quien una noche del otoño de 1978 me invitó junto a su compañera a cenar en su komnata, y puso un long play de Celia, cantando Bemba Colorá. Aquella canción me abrió las puertas de otra realidad. La otra cara de la moneda. La otra campana. José Claro Santiago Betancourt, quien se hacía llamar José Claro Fumero (nacido el 12 de Agosto de 1906 en Matanzas) fue, además de músico, el creador de numerosos temas de la música cubana, entre ellos de Bemba Colorá, que ahora regresa en este maravilloso homenaje a Celia (así lo siento yo). Hasta el minuto 3:13 van dialogando de a poco el saxo (que me recuerda a Ed Calle) y el piano. Y Aymée se apodera de la situación para improvisar y jugar con el público del Blue Note, con ese dominio maravilloso que tiene de las graves, las medias y las agudas. Porque una cosa es cantar, saber cantar, colocar la voz, el diafragma, etc. Lo otro es cantar como canta Aymée Nuviola. Con ese despliegue de insinuaciones, jugueteos, dudas, alegrías, que es capaz de transmitir, como parte del arsenal que administra.

Sus Lágrimas negras, (Miguel Matamoros), junto a Gonzalo, se va deslizando pecho adentro. Tanto que ya en el minuto 1:01 es casi un susurro que va a permanecer por casi 2 minutos, cuando entonces comienza a recuperar la fuerza de la vida contra las lágrimas negras, casi como los heraldos negros de César Vallejo. Entonces será el bajo el que dirá lo necesario, para una voz a punto del quiebre, una voz que transmite más dolor que música. Pero eso será breve porque en el minuto 2:30 se despierta lo cubano, y arriba feliz el coro de la negación. «Yo no quiero sufrir, / contigo me voy mi santo, / aunque me cueste morir». Y ya luego vuelve la gozadera. Pero a las 4:51 ocurre algo de lo mejor de todo el disco, y es otra improvisación de Gonzalo, que va adentrarse por cierto vericuetos de su imaginación, con un pasaje a las 5:36 que me recuerda a Las Chicas de Rochefort. Para entonces continuar dibujando sus verdades. Para a los 6:58 entregar a Aymée en una provocada improvisación. A las 7:52 todo regresa a la realidad. Una de las mejores interpretaciones de esta tan interpretada canción, que a veces cansa, y que aquí resulta una re-creación llena de grácil agudeza.

Y para finalizar un tema de Kelvis Ochoa que le da título al disco, que arranca con una batería, que entrega al piano de Gonzalo Rubalcaba. Pero es solo la introducción de uno de los mejores temas del disco, el corchete que cierra el álbum. Timba en su fiebre. En el primer minuto los teclados anuncian que viene un cambio interesante. Porque el tumbao desata una urdimbre de capas de instrumentos que se entremezclan y que parecen competir. Y cuando al minuto 6:18 uno piensa que ya ha terminado todo, reinicia, a contratiempos, para entregar al motivo que avanza perfilándose con el saxo para despedirse.

Un disco fuera de serie. Un disco que dice demasiadas cosas de la amistad del barrio, de la complicidad de dos músicos formados al unísono y que ahora coinciden en esta producción que ilumina la verdad, porque viento y tiempo pasan, pero la música que une almas, permanecerá.

 

 

Portada del disco

Créditos del disco

“Viento y Tiempo”

1 – Rumba Callejera – (Aymée Nuviola)
2 – El Guararey de Pastora – (Roberto Baute)
3 – El Manisero – (Moises Simons)
4 – El Ciego – (Armando Manzanero)
5 – Rompiendo la Rutina (Aniceto Díaz)
6 – Bemba Coloraturas (Jose Claro Fumero)
7 – Lágrimas Negras (Miguel Matamoros)
8 – Viento y Tiempo (Kelvis Ochoa)

Músicos:
Aymée Nuviola (voice)
Gonzalo Rubalcaba (acoustic piano – Synthesizers – Rhodes electric piano and percussion)
Cristobal Verdecia Sardinas (bass)
Reinier Guerra (drums)
Neiger «Majito» Aguilera (percussion)
Kazuhiko Kondo (alto and soprano sax)
Yainer Horta (alto and soprano sax)
Lourdes Nuviola (voice Duo «Rumba Callejera» and backing vocal in all tracks)
Alfredo Lugo (backing vocal)

Produced by: Gonzalo Rubalcaba and Gregory Elias
Executive Producer: Gregory Elias
Arrangements by: Gonzalo Rubalcaba

Recorded August 16 – August 18,2019 @ Blue Note Tokyo
FOH Engineer: Asogi Komiya
Monitor Engineer: Yoshinori Nakamura
Engineer: Joao Gonzalez (Pianos on all tracks , Synthesizers – Rhodes electric piano and percussion)

Post-Production Editor / Engineer: Mario “Mayitin” Garcia Haya
Post- Production Editor / Keyboard Programmer: Joao Gonzalez
Post-Production Editor / Engineer: Raúl del Sol
Post -Production Editor / Engineer: Adam Straus

Mixing Engineer: Eric Schilling
Mixing Engineer: Joao Gonzalez
Mastering Engineer: Alex Psaroundakis

Stage Lighting Engineer: Kai Mikuni
Special thanks to Blue Note Japan
Producers: Bianca Champagne
Mare Gonzalez
Paulo Simeón
Art by: Paulo Simeón
Photo Cover: Emilio Guede Jr.
Blue Note photo’s by: Yuka Yamaji
Illustrations: Tatyanna
Hair design and Makeup: Tony Martinez
Gonzalo Rubalcaba plays with»Bösendorfer Concert Grand 280VC Vienna Concert»

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