Fragmento de la portada del libro

Conocí a Yaqui Núñez del Risco en el ocaso de su brillante vida de comunicador. Hablamos si acaso par de veces. Me llamó al periódico Diario Libre y me dijo que necesitaba que lo visitara en la caída de la noche, en su programa de televisión. Digo que debió ser más o menos en 2004. Cuando llegué estaba sentado en unas butacas en un set de televisión que si mal no recuerdo era Telecentro. Maquillado, a la espera de comenzar su programa, hablamos brevemente.

Me dijo que deseaba conocerme porque le gustaba cómo yo escribía. Diario Libre era ya el más sintético de los periódicos dominicanos y bajo la égida de Adriano Miguel Tejada -etapa cerrada hace un tiempo-, fue una escuela de libertad creadora y de síntesis periodística. Ahora comprendo a Yaqui. Cuánto me habría gustado ser su amigo, compartir, aprender de él.

Este lunes, de visita en casa de Pavel Núñez para grabar su programa, me encontré con la cantautora Susana Silfa, viuda de Yaqui Núñez del Risco. Le había llevado al sobrino de Yaqui el pan salido del horno: el libro «Siempre con Yaqui», publicado por la Fundación que lleva el nombre del inolvidable comunicador, un volumen de 639 páginas que reúne -no sé si todos- pero sí una gran parte de los textos escritos por «El Maestro» como lo llamaban (lo siguen llamando) sus discípulos.

«Siempre con Yaqui» (impreso por Editora Búho) es, desde ya, un imprescindible libro de texto para todos los estudiantes de comunicación del país, para los que aspiran a serlo, para los metidos a comunicadores que diariamente nos bombardean con la incultura a flor de piel, para los que desde las redes dicen que ya son mejores que Freddy Beras Goico y que Yaqui Núñez del Risco (¡qué vergüenza ajena!), para los lectores que gustan de buenos textos a cualquier hora.

El libro, dividido en temas, y que enseguida me regaló a mí también, lo atesoro como un gran presente, pues me dice parte de las cosas que me hubiese gustado conversar con Yaqui, comenzando por la necesidad de síntesis en los discursos y en las notas periodísticas, hasta esa joyita que es Corazón de tinta. Yaqui hubiese sido un columnista hecho a la medida de lo que fue Diario Libre, cuando no era un periódico que le caía atrás a las redes sociales.

Portada del libro

Este tiempo necesita de Yaqui, este país necesita ahora más que nunca de Yaqui, de esa sensibilidad humana especial y de su sabiduría para desentrañar, como buen observador, los problemas humanos. El 10 de octubre del 2000 previó lo que se avecinaba en los medios, lo escribió en un iceberg que tituló «No hay cama pa’ tanta gente». Y en «Hablar no es comunicar» dijo esta sentencia «Diariamente, mucha gente habla por los medios de comunicación pero no comunica».

En el 2003, Yaqui hablaba de la pura candidez de la veterana María Cristina Camilo, de su sentido de educador, de la necesidad de aprender algo nuevo cada día. De nuestra querida amiga Marivell Contreras, a quien le agradece que le enseñó «a pensar el silencio».

El 4 de febrero su columna del Listín fue especialmente previsora. Se tituló «El escenario» y habló tanto del reggaetón como de los políticos. A seguidas ofreció la fórmula de Ron Hoff sobre cómo deben de ser de breves las reuniones. En otro texto se refirió a los interactivos de la radio, esos coronavirus de la opinión pública de quienes dijo que, una cosa son los debates entre comentaristas que defienden diversos colores la contienda partidista, y otra «es contaminar con este virus interactivo el debate y más las encuestas que deberían ser representativas de los ciudadanos».

En «Periodistas y ladrones de noticias» (publicada el 10 de mayo del 2005), dijo «En el futuro sólo habrá lugar para el periodista de verdad que aprenda a jugar en una liga con nuevos equipos o a pelear en una guerra con nuevas armas».

En la sección dedicada a los políticos están las esperanzas y las frustraciones con cada uno de los presidentes: Hipólito, Leonel, Balaguer, Trujillo y de los políticos como Rafael Alburquerque, Radhamés Segura, Miguel Vargas Maldonado, José Louis Malkún, entre otros.

¡Ahhhhh, si Yaqui supiera cómo anda este mundo… se vuelve a morir!

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