Leo Silverio provoca envidia por su capacidad de síntesis. Imagino que llegará el dia en que escriba un cuento monosilábico: «¡Sí!», por ejemplo, donde el título sea mayor que el texto en sí mismo: «Negación».

Su libro de microrrelatos «Sabores del bosque», publicado en el 2019 por Santuario, es una muestra de su agudeza y su pericia, de su inteligencia y brillantez. En 90 páginas y 406 líneas deja dicho mucho mas que voluminosas novelas.

El reto, el verdadero peligro en este ejercicio intelectual de la búsqueda de la síntesis absoluta, es que la frontera invisible entre el microrrelato y el aforismo, es peligrosa. Y a veces, como en ciertas zonas de la frontera domínico-haitiana tiene un pie en un género y el otro en el segundo.

La zona más lúdica y a la vez más narrativa de historias subyacentes, se encuentra en los microrrelatos futuristas, desde Parte de guerra en adelante.

Realmente sucede que por momentos no son microrelatos, sino aforismos. Lo sabes muy bien Elías Canetti, que estás en los cielos. Desde la página 23 a la 34 (Vincent Van Gogh, Pablo Picasso, Vasili Kandinsky, Leonardo Da Vinci, Henri de Toulouse-Loutrec, William Shakespeare, Los Hermanos Gershwin, W. Amadeus Mozart, Spyro Gyra, Rudolf Diesel, Trujillo Molina, Martin Lutero) son, definitivamente, aforismos.

Mientras que Parte de guerra, Recuerdo bélico, Negociadores, Sí, señor, Amantes, Futuo, Futuro II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, y así hasta las Sobremesas I, II, III, IV, V VI, VII y Gavilleros I, II y III son microrelatos a toda prueba. Para entonces cerrar con Aforismos desde las páginas 82 hasta la 89.

Si quien suscribe fuese el editor de este libro, lo hubiese dividido en dos: uno solo con los aforismos y la segunda solo con microrelatos, cerrando el libro con el titulado Camino.

Libro este muy recomendable, a pesar de que su Rayuela íntima sea un poco hirsuta. Porque un libro siempre tiene tantas lecturas como lectores.

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