Mientras Manny Cruz es un himno al buen gusto, hay quienes se ocupan de ser un sainete del mal gusto.

Mientras Manny Cruz tiene éxito, hay otros que se encargan de denostarlo por una envidia rabiosa de mediocres sin freno.

Mientras Manny Cruz crea y hace merengues, hay otros que creen que hacen música y que si ven en una partitura una semicorchea creen que es una hormiga que se cayó de boca.

Mientras Manny Cruz es el comedimiento, la buena onda, el tipo dedicado a su arte, a avanzar, hay quienes se ocupan de querer ser una talanquera, un valladar, una barrera para que no avance la educación.

Mientras Manny Cruz celebra que niñas vestidas con el traje típico bailen merengue, hay otros que se pasaron los meses más aciagos de la pandemia sirviendo de vitrinas para nalgas de menores en cuanto live hacían, a las cuales les enseñaba cómo ser indecentes, pagándoles.


Mientras Manny Cruz propugna por valores, hay quienes promueven la desfachatez, los vicios y la inmoralidad.

Mientras Manny Cruz está centrado, creando, trabajando, ascendiendo, hay quienes se empecinan en querer revolcarlo en la inmundicia de los más bajos sentimientos.

Manny Cruz, ahora mismo es el único joven artista (una cosa es artista y otra exponente) de este país que salva la honra, en medio de la pandemia.

Mientras Manny Cruz es nominado a los Grammy hay quienes son nominados al Salón de la Fama de la Inmundicia.

Mientras Manny Cruz pega un merengue como hace mucho tiempo no se pegaba uno, salen los que no pegan una hace tiempo, a robar cámara y crear sonido vacío.

Si Manny Cruz es un rayito de luz, de esperanza de quienes propugnan por la decencia, hay muchos que se convierten en un nubarrón indecente en el cielo dominicano.

El que ataque a Manny Cruz, está atacando lo mejor de la juventud dominicana. En momentos así fue cuando el Rey Juan Carlos dijo aquella frase para siempre: «¿Por qué no te callas?».

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