SD. Bad Bunny que estás en el trap, más es-trap-falario que un dromedario cantando rap, hay que agradecerte que eclipsaste a Maluma.

Mucho me preocupaba el mundo. Detenido en la adoración de Maluma, un bonitillo más narcisista que él mismo. Sí, sólo que él mismo. Que por demás es desafinado y misógino y del cual si acaso queda alguna cancioncilla, donde habla mal de las mujeres, siempre mal de las mujeres. Ese es su tema. Su religión.

Busco qué hay sobre él y oh, noticia, aparece en su Instagram una foto suya en una cama de un hospital, con el pie: Siempre andamos positivos. No se sabe qué le pasa. Una seguidora le deseó «Las mejores energías parce, pronta recuperación». Otro, en cambio se rió de él:»Cambio de sexo?».

Detengo el escrito por par de días a ver qué pasa con Maluma. No quiero ser ave de mal agüero.

La cuestión fue una operación menor. La rotura de ligamento es una de las lesiones más frecuentes de la rodilla ya que su función consiste en mantener la articulación en su lugar, evitando un desplazamiento hacia adelante. Si una lesión no cicatriza por su cuenta, hay que operar, eso le pasó a Maluma.

A todas estas Bad Bunny acaba de grabar un programa con Jimmy Fallon en Puerto Rico cantando en una gran comparsa Mía.

El muchacho está de moda. Pero al menos es extraño, es el otro extremo de Maluma, porque es original, colorido, pero con un sentido no siempre caribeño del color, sino diferente, de la generación Z, ha llevado el trap a nivel mundial, y será lenguaraz y lo que quieran, pero tiene sentido todo lo que hace. De hecho se embolsicó 14,7 millones en su primera gira por Estados Unidos. Ha traspasado todas las barreras. Dejó lejos a Maluma y a los demás.

De cualquier manera estamos en los albores de una nueva etapa de la sociedad mundial, donde los mandatarios se comportan como los reggaetoneros, los reggaetoneros como mandatarios, los periodistas como súper estrellas, las súper estrellas como dioses. Las modas duran una semana. La gente adora los animales, pero no a las personas. El medio ambiente nos da miedo porque nos hemos encargado de quedarnos sin ambiente. Las redes nos dictan la vida. Caminamos leyendo las redes, vamos a los restaurantes y nos reunimos y cenamos leyendo las redes. Y todo gira en un nivel de chismorreo y amarillismo que da grima.

En fin, Bad Bunny se lambió a Maluma. Gracias a Dios.

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