Llamar suspiro al merengue es un hallazgo maravilloso que pensé era de los dominicanos, pero parece que fue en Perú a mediados del siglo XIX, con una mujer amada y un poeta de por medio. La leyenda tiene un poco de telenovela, así como la tiene el paso de la actriz brasileña Regina Duarte -popularmente conocida como Porcina, aquella viuda estrambótica de la muy caricaturesca y bien actuada telenovela brasileña de mediado de los años 80 Roque Santeiro-, que ha durado como secretaria de Cultura de Brasil lo que dura un suspiro en la puerta de un colegio.

Su rol en el protagónico de la telenovela Malù mujer (1979), fue mucho más atractivo, valiente, fuerte y simbólico que sus esfuerzos al frente de la Secretaría de Cultura.

El miércoles en la mañana dimitió como secretaria del gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, en cuyo cargo pudo hacer muy poco, desde el 4 de marzo en que asumió la cartera.

La razón pública ha sido que quiere estar cerca de su familia en Sao Paulo y le han dado la casi desmantelada Cinemateca Brasileña, aunque las razones podrían ser otras, como por ejemplo incapacidad para cumplir el cargo, la conciencia propia de que allí nada podría hacer e iba a quedar muy mal parada, en una secretaría que significa los despojos en los que dejó el Ministerio de Cultura el actual presidente de Brasil, o tal vez el fuego graneado en su contra por parte tanto de la ultraderecha como de la izquierda.

“Cada semana, la prensa anuncia que hay uno o dos ministros que están siendo hostigados. Siempre con el objetivo de desestabilizarnos y echar por tierra nuestro Gobierno. Pero no lo conseguirán. Nunca te hostigaría”, ha respondido Bolsonaro a una pregunta de la actriz que ha correspondido con que es un “sueño”, un “regalo”, que la haya puesto al frente de la Cinemateca, y que “echa de menos a sus nietos”, motivo por el que abandona Brasilia y regresa a São Paulo. La escena, digna de una telenovela ha sido publicada en Twitter.

Regina había sustituido en el cargo a un tal Roberto Alvim, quien había cometido el tierno desliz de citar fragmentos de un discurso nazi de Goebbels en uno de los suyos.

La pobre Regina intentó armar un equipo afín a lo que ella asumía como cultura, pero los bolsonaristas le tumbaban cada nombramiento. Por ejemplo, nombró a Aquiles Brayner como director de Libro, Literatura y bibliotecas y fue despedido al tercer día debido a la presión ultraderechista; a Pedro Horta lo nombró su segundo a principios de mayo y fue destituido el pasado día 15.

Un gran rechazo provocó su silencio ante la muerte de grandes personalidades de la cultura en su breve paso por la Secretaría, como el escritor Rubem Fonseca (autor, entre otras de las novelas Grandes emociones y pensamientos imperfectos (1988); Agosto (1990); El salvaje de la ópera (1994)); el compositor Aldir Blanc (autor, entre muchas de la canción O Bêbado e a equilibrista, himno de resistencia contra la dictadura militar, escrita junto a Joao Bosco y popularizada por Elis Regina); y el cantautor Moraes Moreira (uno de los pilares de los Novos Baianos, autor de Mistério do Planeta, Pelas Capitais, Preta, pretinha, etc.).

El rechazo no fue solo de los bolsonaristas, el pasado 10 de mayo se dio a conocer un manifiesto de repudio a Regina Duarte, firmado por actores, músicos, intelectuales, creadores, promotores culturales y periodistas, entre ellos los cantautores Caetano Veloso, Chico Buarque; los actores Adriana Esteves, Alice Braga, Ana Lúcia Torre, Cauã Raymond, Malu Mader, Marcelo Serrado, Marieta Severo, Marisa Orth, Miguel Falabella, Monica Iozzi, Paulo Betti, Renata Sorrah y Selton Mello; los cineastas Anna Muylaert, Fernando Meirelles, Jorge Furtado e Lais Bodanzky; la antropóloga Lilia Schwarcz, la filósofa Marcia Tiburi el diretor de teatro Zé Celso Martinez Corrêa, y muchos más hasta 512 nombres que rechazaron las expresiones de la ya exsecretaria de Cultura, en defensa de la dictadura militar y luego atacó a la también actriz Maitê Proença por sus críticas a la gestiòn del gobierno.

El manifiesto dice así:

«Somos artistas brasileños y somos parte de la mayoría de los ciudadanos que defienden la democracia y apoyan la independencia de las instituciones para hacer cumplir la Constitución de 1988.

Somos parte de la mayoría que comprende la seriedad del momento en que vivimos y pide respeto por los muertos y aquellos que luchan por su propia supervivencia en un país devastado por la pandemia y la ominosa ineficiencia del gobierno.

Somos parte de la mayoría de los brasileños que no toleran los crímenes cometidos por ningún gobierno, que repudian la corrupción y la tortura y que no quieren que regrese la dictadura militar.

Somos parte de la mayoría que no acepta ataques repetidos contra el arte, la ciencia y la prensa, y no acepta la destrucción del sector cultural ni ninguna amenaza a la libertad de expresión.

Como artistas, intelectuales y productores culturales, formamos una mayoría que rechaza las palabras y actitudes de Regina Duarte como Secretaria de Cultura.

Ella no nos representa».

Regina Duarte y Joao Bolsonaro (Fuente externa)

Se espera que Regina Duarte haga nada por salvar la septuagenaria Cinemateca Brasileña, «asaltada» por los políticos y militares ultraderechistas, que así como los ultraizquierdistas entienden muy poco de cultura, y están prestos a sacar sus pistolas cuando escuchan la primera sílaba de la palabra cultura. Allí tendrá que trabajar junto al responsable de los proyectos que es nada más y nada menos que amigo personal del hijo de Bolsonaro. Quizás lo tome como una botella, y se dedique a sus nietos y pasar por allí de vez en cuando. El rechazo ha sido demasiado para una actriz que hizo historia al imponerse dentro del mundo de la telenovela con un papel de empoderamiento como lo fue Malú mujer.

La poca importancia que ofrecen a los Ministerios de Cultura en muchos países de America Latina es un vivo reflejo de la importancia que le dan tecnócratas y ultras a la identidad nacional como escudo y a la realización espiritual de los pueblos, así como al reconocimiento de los aportes económicos del sector al PIB. Hay que mirarse en esos espejos y sacar lecciones.

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