Sede de la Real Academia Española, en la calle Felipe IV, No.4, en El Barrio madrileño de Los Jerónimos (Fuente externa)

Las personas de diferente orientación sexual a la binaria, tienen los mismos derechos de existir que los demás. Tienen derecho a ser diferentes. Es justo y necesario. Pero algunos -muchos-, han olvidado el viejo adagio que dice «Tus derechos terminan donde empiezan los míos». Mis derechos terminan donde comienzan los de los demás.

La agenda del #MeToo, de lo políticamente correcto, del Black Matter Life, de imponer como modelos los no binarios, así como otras balizas de prueba social -a ver hasta donde cedemos-, tiene el mundo cabeza abajo.

Y esto no quiere decir que sea enemigo de ninguno de ellos. Tengo amigos del alma, de siempre y de hace pocos años, que son negros y orgullosamente no se avergüenzan de que llamarse negros o mulatos. Tengo amigos y amigas del alma que son homosexuales y lesbianas. Y me mato por los derechos de los demás. Pero que no me vengan a imponer el feminismo sobre el machismo, porque son los mismos extremos. Se trata de equidad e igualdad. Que no me vengan a imponer a los negros sobre los blancos porque sería lo mismo: racismo. Que no me vengan a imponer izquierda o derecha, sobre derecha o izquierda, porque son no más que tendencias ideológicas llenas de defectos, y máxime cuando se cambian a los extremos. El extremismo de derecha y el extremismo de izquierda son la misma vaina.

Ahora la Real Academia Española, tiene en estudio la incorporación del pronombre neutro «Elle». Una bonita y muy ‘ñuñuñú’ iniciativa de colectivos feministas de extremo, que como es de suponer tiene cocorícamo.

El miércoles se divulgó en medios que la RAE analiza incluir en una de sus secciones en la web denominada Observatorio de palabras, como pronombre ‘Elle’.

Todavía no ha incorporado el término en su Diccionario de la Lengua Española (DLE), pero la entidad que se dedica a la elaboración de reglas normativas del idioma español ha revelado en la citada sección que «elle» es un «pronombre de uso no generalizado creado para aludir a quienes puedan no sentirse identificados con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes».

Un meme tomado de las redes sociales

¿Y si no es de uso generalizado, por qué quieren analizarlo?

Su inclusión ha generado como era de esperarse una gran controversia, aunque el organismo aclara que dicho espacio solo «ofrece información sobre palabras (o acepciones de palabras) y expresiones que por el momento no aparecen en el diccionario, pero que han generado dudas: neologismos recientes, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, etc.» Es como si estuviesen introduciendo… la palabra, poquito a poco, pero sin vaselina.

Tras las múltiples confusiones respecto a la inclusión del término, la RAE explicó «que una voz aparezca en el «Observatorio de palabras» de nuestra web no implica que esté en estudio su incorporación al «DLE» ni que haya sido aceptada».

El organismo reitera que ante la ausencia de ciertas voces en el diccionario, ha agregado en dicho espacio palabras como «elle», lo que ha motivado a los lingüistas y defensores de género a expresar sus opiniones respecto al asunto.

Sin embargo nos están tratado de vender el lenguaje supuestamente neutro como no sexista, cuando en el fondo lo es, porque refleja el interés político de determinados colectivos feministas y LGBTQI.

Obviamente, la agenda está planteada y es cuestión de tiempo. La indignación por la imposición que se pretende hacer desde el organismo principal creado bajo el lema de que la RAE «limpia, fija y da esplendor» es de orden. Porque aporta todo lo contrario del lema de la Academia.

Si seguimos por ahí pronto estaremos hablando otro idioma, muy a favor de los extremistas del feminismo y demás opciones no binarias, del cual quedaremos excluidos… esta gran minoría que somos los heterosexuales.

¡Coño, y mis derechos?

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