SD. Luis Vargas hizo un amargo desahogo contra Acroarte.

El Bachatero que en Instagram se hace llamar Luis El Supremo colgó un texto debajo de un video de El Chaval, donde éste dice que el mejor cantante, después del Añoñaito, es Luis Vargas.

Vargas, sin pelos en la lengua -o más bien en los dedos- escribió: «De ninguna maneras podría yo dejar pasar está oportunidad de colgar este comentario de este colega mio que se despojó de todo perjuicio personal y sobre todo no le importó que otros compañeros del género lo vean mal y se sientan que esto hiere su ego ya que desde que un artista pega un tema su primer palabra es yo soy el mejor por eso siempre eh dicho que la música es muy hermosa para ese tipo de comentarios pero el chaval no dijo nada nuevo ni malo por eso me desplazó por el mundo seguro de lo que hago sin importarme que en mi país nunca eh sido ni fui reconocido con ningún maldito premio que unas personas otorgan anualmente a los artista que ellos dicen que son los más destacados sin cuestionar primero al público que son los que saben por ser los consumidores y esto lo digo más por mi hermano yoscar sarante que se nos fue que fue también como yo un artista del género que nunca se tomó en cuenta y ahora escuché la burla de que le van a dar un premio de esos después que ya el no lo necesita y yo me opongo a que su familia o alguien valla a recoger eso en su nombre y finalmente maldigo esos premios y maldigo esa falsa que mancillado y pisoteados tantos artista dominicanos talentosos y sobre todo nuestra música dominicana??que alivio coño le deje el reguero banda?? » (sic).

La diatriba es algo que ocurre casi siempre antes, durante y después de los premios. Y es necesario que hayan críticas, incluso fuertes críticas -yo mismo he sido muy crítico con los premios-, pero siempre dentro de la decencia, que no hay que andar comportándose como si en vez de artistas fueran otra cosa.

Las maldiciones son como los boomerangs. Son oraciones con modalidad desiderativa (lo mismo que las bendiciones) con el verbo en subjuntivo. Así, son ejemplos de maldiciones «maldigo esos premios» o «maldigo esa farsa que ha mancillado y pisoteado tantos artistas dominicanos talentosos y sobre todo nuestra música dominicana», y luego eso de «banda de perros», colgadizo al final y que no se debe pasar por alto. Lo malo es que muchas de esas maldiciones se echan para atrás.

Las maldiciones tienen un papel destacado en las creencias populares de muchos pueblos. En todas las culturas existen ese tipo de creencias, como por ejemplo la maldición del Almirante, en República Dominicana; la de Tuntankamón, en Egipto; la maldición de los gatos negros, primero en los países árabes y luego en el resto del mundo; la maldición de los Romanov, en Rusia y en cualquier lugar donde se encuentre un descendiente; la maldición del número 13 y la maldición del edificio Dakota en Nueva York, en Estados Unidos, entre muchísimas otras; algunas de ellas son creencias que se han globalizado.

Luis Vargas es uno de los máximos exponentes de la Bachata y su huella en el género está más que fijada. No quito que se haya merecido y lo merezca, un premio de Acroarte. Claro que sí, se lo ha merecido. Pero ¿desde cuándo no es luchamos un tema nuevo de Luis Vargas? Y mientras él se desgasta en maldiciones, otros le toman -desde hace tiempo- la delantera.

Por ejemplo, este año parece ser el de Anthony Santos, luego de que publicara en el 2018 la que probablemente sea su mejor producción discográfica hasta el momento. El Mayimbú tiene dos nominaciones, una como Bachatero del Año y otra como Bachata del año, por el tema de David Simé, «Mal educado». Aun debió tener una tercera nominación como Mejor producción discográfica por «La Historia de mi Vida».

El 2018 ha sido un año excepcionalmente positivo desde el punto de vista creativo para Anthony Santos y soy de la opinión de que debería ser el ganador del Gran Soberano.

Si eso ocurriese, habría que corroborar aquello de que lo de «Mal educado» le cae muy bien a Luis Vargas y que las maldiciones son un boomerang.

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