La tradición coco parece estar mejor preservada que los Congos de Villa Mella (Foto: Fuente Externa)

SD. La Unesco acaba de aprobar nuevas expresiones culturales del mundo que pasan a engrosar las Listas del patrimonio cultural inmaterial y el Registro de buenas prácticas de salvaguardia, que hoy día contiene 509 elementos correspondientes a 102 países.

Los Estados del mundo se interesan por incluir sus manifestaciones culturales más importantes en este registro. Sin embargo, que se incluya no es precisamente un reconocimiento -que también lo es de alguna manera-, sino que entraña un compromiso de cada Estado por salvaguardar ese bien inmaterial.

El Artículo 21 de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de 2003 de UNESCO lo define como “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes -que las comunidades, los grupos y los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este tipo de patrimonio abarca una amplia gama de expresiones, desde las tradicionales hasta las contemporáneas y tanto las rurales como las urbanas”.

Se trata de una especie de Arca de Noe de las grandes tradiciones que han ayudado a darle identidad y rostro a los pueblos.

Lo mas nuevo que acaba de ser incorporado esta semana son Las expresiones rituales y festivas de la cultura congo, de Panamá; El reggae de Jamaica; y Las parrandas de la región central de Cuba.

República Dominicana introdujo este año La música y la danza de la bachata de República Dominicana, como propuesta para engrosar la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco. Por lo general, este tipo de procesos se dilatan varios años.

El país cuenta con La tradición del teatro bailado cocolo, y El espacio cultural de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella, ambos aceptados en el año 2008, hace diez años. En el 2016, fue incluido La música y el baile del merengue en República Dominicana.

Valdría la pena conocer en qué estado se encuentran estas dos expresiones integradas en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial, que también en buena lid es un llamado de atención para que los estados se preocupen por ese tipo de manifestaciones culturales muy específicas.

Desde el año 2009, a ese listado se agregó una tercera categoría: Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia.

Aunque se han hecho acciones concretas, como por ejemplo una escuela para multiplicar entre los niños guloyas, la tradición del teatro danzante cocolo, vale la pena que el Estado dominicano, a través del Ministerio de Cultura, le preste especial atención a estas expresiones de la identidad dominicana.

En los carnavales de este año, por ejemplo, a los cocolos se les prohibió participar en el carnaval de San Pedro, pero lo peor es que hubo una prohibición de participación de estas expresiones dentro del Carnaval Nacional, emanada del propio Ministerio de Cultura. Algo insólito, inconcebible y que debió ser castigado. Sin embargo, el culpable, como el dinosaurio del cuento de Tito Monterroso… todavía está ahí.

Hace cuatro años se realizó un importante Taller sobre la confección de inventarios del patrimonio cultural inmaterial en un contexto comunitario, organizado por la oficina regional de la Unesco y el Ministerio de Cultura dominicano.Pero, cabe preguntarse, ¿se ha hecho algo en el espacio de los Congos de Villa Mella después del fallecimiento de sus dos líderes fundamentales, Sixto Minier y Pío Brazobán? ¿La continuidad de esa tradición ha sido preservada debidamente?

Por otra parte, esta semana que termina se celebró, sin penas ni glorias, el Día del Merengue. Aunque entre los líderes del género no exista la necesaria unidad -que parece haber entrado en crisis desde el año pasado a este-, hay que diseñar una política coherente y permanente de salvaguarda del merengue. Una de las quejas más escuchadas por parte de los estudiosos, creadores y músicos merengueros, es la extendida ausencia del ritmo nacional de las emisoras radiales dominicanas, por lo que han solicitado que las emisoras gubernamentales, aunque sea una, se dedique al merengue.

Hay que aclarar, junto a esta lista existe un Registro de buenas prácticas de salvaguardia, que integran aquellas expresiones a las cuales sus respectivos Estados han puesto especial énfasis en salvar de su desaparición. Y este sí es un reconocimiento a las políticas culturales de determinado gobierno, a favor de esas expresiones que son salvadas de su desaparición, y que incluyen, claro está, inversiones económicas, pero sobre todo una clara comprensión del fenómeno cultural y su importancia a nivel global. Debemos lograr que República Dominicana esté en ese registro, por preservar con medidas concretas y permanentes, esas maravillosas y valiosas tradiciones culturales.

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