Angel Ramos no quería saber nada de Literatura, ni de ninguna otra asignatura. Uno barruntaba que bajo esa cabeza que vivía en el limbo, algo bueno debía de haber. Ser biznieto de doña María Ugarte (gracias Jimmy Hungría) parece que no le era fácil, a pesar de ser su nieto preferido, según me dijo una vez la querida periodista y escritora española. Fue el único alumno de cuarto de bachillerato de Babeque que hace como 18 años se graduó porque se graduó, y punto. Este video lo reivindica, con esos ángulos desde donde mira lo que está sucediendo en escena.

Es el ojo de Angel el primero que ve cada detalle de lo que cantan sobre el escenario de Casa de Teatro el proyecto Rock & Lor con su canción, “El Blues del Desencanto”, y que después podremos ver. Él es el camarógrafo de este video de minimalismo que pudiera recordar algo del neorrealismo.

Aunque ya eso es cosa de lo que Francisco Pérez, dirigiendo, selecciona en el montaje y decide cuándo va monocromático y cuando va a color, y el significado de uno y otro.

El cuarto sencillo del álbum debut de Rock & Lor (superada las nostalgias cahobianas), “Periplos de Cuarentena”, suena más honesto, más orgánico, menos presumido. Y al ser más sincero, cada nota es más coherente y agradable.

«El Blues del Desencanto» estará disponible en las plataformas digitales a partir del 15 de agosto -pasado mañana-, e incluye una ‘edición especial’ de ‘luxe’ en vinilo.

El video cuenta con la actuación estelar del ‘duende mayor’, Freddy Ginebra desde su lugar preferido: el emblemático teatro de ‘Casa de Teatro’, donde se documenta un performance intimista con una super banda conformada por Juan Francisco Ordóñez (guitarra), Allan Leschhorn (guitarra), Guillermo Pérez (batería), Leo Valenzuela (teclado), Julian Reitzel (guitarra) y Lyle (voz principal & bajo).

Según las palabras del ex Cahobazul y ahora rockanlorero Lyle O. Reitzel, compositor del tema: “Es una canción autobiográfica donde el rhythm & blues andaba rondando por mi cabeza como una cura o forma de expresión, con la suerte de capturar a la inspiración que nos brindó letra, melodía y música simultáneamente».

«Siento una conexión subliminal e influencias de The Beatles y George Harrison, destellos de Pink Floyd y algún sorbo de Calamaro o Cerati», aseguró lorero queriendo darle sentido a las cosas. Pero bajo ese sombrerito de yarey con una pluma tipo Robin Hood, se sabe que lo que está haciendo -ironías de por medio-, es ofreciendo otras posibilidades a la fatalidad de la llamada música urbana que es, ahora mismo, un cáncer que corroe el gusto de la sociedad dominicana.

Porque Blues del Desencanto, como ‘las variables invencibles’, puede imponerse, que potencial tiene para eso. Yo no sé, pero es el tema de los cuatro que han salido, del cual siento, en su honradez de blues, unas guitarras tan bien puestas y una masterización tan bien lograda que me conmueven. Tanto como al Freddy que al final grita desde las gradas «¡bravo, buenísimoooo!», como si todo hubiese ocurrido en su imaginación.

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