Fotos: Alfonso Quiñones

Alexis Valdés acaba de cerrar este pasado jueves su micro residencia tras dos de los cuatro show prometidos en Escenario 360. Cuestiones ajenas al artista y la producción de Joaquín Geara, le han obligado a desistir. Quizás más adelante sea posible.

Lo importante, lo realmente trascendente del hecho, es que ofreció un espectáculo donde provocó sonrisas, carcajadas, sonrisitas, reflexiones, recuerdos y sentimientos mucho más profundos, a lo largo de más de una hora de Tu primo el mono, un Stand up Comedy de su autoría, como todo lo que hace.

Alexis Valdés se encuentra en un nivel de madurez artística que lo convierte en un artista absoluto.

El creador de personajes como Cristinito, une lo cotidiano con lo filosófico y lo científico, en uno de los más valientes acercamientos al tema del cambio climático del mundo, sin dejar a un lado su exquisita desfachatez que se la compran todos, con malas palabras incluidas.

Alexis irrumpió en el corazón de los cubanos con un personaje sacado de lo más profundo de los barrios populares de La Habana dentro de una telenovela: Bandurria se llamaba su personaje. Y desde ahí comenzó a crecer intelectual y artísticamente, teniendo como punto de admiración y apoyo a su padre, un queridísimo actor cubano, que le puso en la mano la llave de la endromuria del humor, mientras mentía con las llegadas tarde a su casa por la supuesta rotura del carro viejo que tenía.

El jueves, en Escenario 360, Alexis supo ir, como desde las bases éticas no escritas del humor por Chaplin, de la carcajada más despampanante a la ternura esa que toca las fibras del corazón, al rememorar a su abuela, un ser que sin dudas, fue quien le puso los pies en la tierra. Solo con el ejemplo.

Así las cosas, chuletas incluidas, dio riendas sueltas a la improvisación, pero dominando siempre lo que quiere decir, sabedor del ritmo, de los momentos clímax, donde intuyo que sintió que la gente le compró el cuento de Tu primo el mono, de la primera a la última palabra. Que se repita.

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