Alcázar de Colón, en Plaza España, de visita obligatoria (Fuente externa)

SD. A un museo se va, cuando menos, a aprender. Pero también tiene que ir a entretenerse, a gastar tiempo de ocio, en una sociedad y una época en que el ocio está de mas.

El público de los museos, puede ser en menor medida el de las personas envejecientes, por aquello de la nostalgia, además de claro está, aprender. Pero en mayor medida el gran público de los museos tiene que ser el de las nuevas generaciones… y nunca lo olvidemos, ¡los turistas!

Un amigo que esta organizando una visita de turismo a Rusia, ha tenido la desagradable experiencia de que, al dirigirse a una guía turística recomendada, esta le ha dicho que No, a la mayoría de la demanda de visita a museos y galerías de arte interesantes del país. Ha dicho que no a visitar en San Petersburgo las tumbas de Chaikovsky o Petipá, ha dicho que no a la visita a la casa de Anna Ajmátova, ha dicho que no a llegar hasta la casa de Iosif Brodsky el poeta premio Nobel de Literatura, ha dicho que no a la visita de la Cámara de Pedro I, ha dicho que nona la visita en Moscú al Parque Gorki, el escenario de aquellas memorables primeras páginas, y unas cuantas más de El Maestro y margarita, de Mijail Bulgakov, o a la visita a la Galería Tretiakovskaya o al Museo Pushkin. Ha dicho que sí a duras penas al Ermitage, en San Petersburgo, pero solo una mañana y ya. Cuando se estima que para conocer de verdad todo el museo se necesitaría visitarlo durante poco más de 15 años, día tras día, durante todas las horas que permanece abierto. Con guías turísticos así, habría que decirles como el título de aquella novela de Mario Benedetti, «Gracias por el fuego», o aquella película de Cantinflas «No me defiendas, compadre». ese amigo que quiere visitar Rusia junto a otros amigos y quienes más lo deseen… soy yo mismo.

Un museo tiene que ser algo vivo e interesante. Hace unos años ¿7 u 8? Un grupo de comunicadores fuimos invitados por AmBev al carnaval de Río. Entre las atracciones de la visita estuvo un viaje a Petrópolis, una ciudad a unos kilómetros de la urbe brasileña, en montañas. Allí visitamos un museo sobre la cerveza. Fue tan importante la museografía de esa exposición, que se convirtió en un recuerdo imborrable, ya que el montaje era absolutamente interactivo, llamativo, por el interior de una fábrica antigua de la cerveza Bohemia, que degustamos al final.

El gran reto de los museos es ese: convertirse en una experiencia única, diferente, atractiva, que perdure en la memoria. Y eso incluye desde el tipo de montaje -afín a la sensibilidad de los jóvenes-, pasando por el uso de las tecnologías de punta, la traducción simultánea y/o su narración a través de dispositivos electrónicos, la selección de personal joven, simpático y empático, bien formado y bien pagado, con conocimiento de idiomas y culto, pero sobre todo que domine de la A a la Z todo el con tenido, hasta la interactividad con las piezas expuestas, y una aplicación que haga perdurar la experiencia más allá de la institución cultural. Y que sea un foco cultural de gran importancia para la comunidad donde se encuentre. Como, por ejemplo el Centro León de Santiago de los Caballeros. No solo en el resto del país, sino en el resto del Caribe no existe un museo con esas características, en cuanto a su montaje y su proyección social.

Hoy día un museo compite contra Facebook, Twitter e Instagram, contra los seriales de Netflix o el contenido de YouTube y su gran dilema es saber convertir esas herramientas en propias.

La Ciudad Colonial debe convertirse en un gran museo al aire libre. Se han realizado cambios importantísimos y debe seguirse cambiando, pero hay que convertir la ruta de sus museos en una visita entretenida, enriquecedora, memorable, segura.

La remodelación de los museos que se encuentran dentro de la Plaza de la Cultura debe ir en ese mismo tenor. Al igual que el Museo de La Isabela, en Luperón, Puerto Plata, donde el Almirante levantó la primera localidad en el Nuevo Mundo. Este proyecto en el que parece que ha puesto todas sus convicciones el actual ministro de Cultura Eduardo Selman, debe convertirse en el más importante museo del país.

Si una visita a un museo no se convierte en una experiencia aliada al conocimiento y el entretenimiento, hay que cerrarlo, o repensarlo.

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