Carmen Heredia en uno de los últimos actos en calidad de ministra de Cultura

Carmen Heredia ya es exministra. Ayer fue el adiós oficial que le hicieron los funcionarios y trabajadores del Ministerio de Cultura.

La otra despedida, la del estado, ha sido con un recorte total de 600 millones de pesos al presupuesto de esa cartera, ya que a los 400 que se recortaron en el año, hay que sumarle los 200 y pico millones de pesos menos que aparecen en la propuesta del presupuesto, aprobado hace pocos días por el poder ejecutivo.

Ha sido un año difícil para la dama que fue despedida con una ovación.

Pero en ese año hizo más que los dos últimos ministros que le antecedieron. Lo primero fue que el mismo día que tomó posesión de su cargo, le devolvió el nombre a la Sala Enriquillo Sánchez, que habían convertido en almacén y le habían renombrado como Juan Bosch.

Heredia retomó la creación y funcionamiento del Consejo Nacional de Cultura.

Además viajó mucho al interior e hizo contacto directo con exponentes de la cultura de otras provincias. Hay que apuntarle a doña Carmen tres rescates importantes más: uno, la Bienal Nacional de Artes Visuales; dos, la Galería de Arte Ramón Oviedo y tres, la revista País Cultural.

Carmen Heredia, a quien el puesto le cayó de carambola, ha trabajado lo que ha trabajado como ministra, sin dinero. Apenas para pagar nominas.

Algo negativo: en aras probablemente de querer mantener el puesto, no supo enfrentarse de manera decidida a las fuerzas tecnócratas que le fueron quitando tajadas de poder. Tanto así, que las industrias culturales están en manos de la Dirección de Zona Franca (¿?) del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes. Algo insólito.

Tampoco tuvo coraje para enfrentarse cuando se formaban comisiones cuyo contenido es netamente cultural, para ponerlas en manos de gente que muchas veces ni siquiera entienden muy bien la importancia de la cultura en la sociedad hoy día. Comisiones en la que ella quedó como segundo de gente que no comprenden la esencia de la Política Cultural.

Algo también negativo fue la presencia de sus parientes rodeándola como si alguien quisiera dañar a doña Carmen. Incluso con un aparataje, tanto de protocolo como de seguridad, que enseguida se convirtió en comidilla de los mentideros del mundo cultural.

Faltan cosas positivas realizadas por doña Carmen en el período. De cualquier manera no hubo mejor despedida que la del Dr. Héctor Guerrero Heredia, su hijo médico, quien hizo una síntesis cabal de su labor.

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