Algunos de los exponentes urbanos dominicanos (Fuente externa)

SD. Cuando Ud. cae en cuenta que no hay liderazgo real en un movimiento que podría ser de una potencia tres veces mayor.

Cuando Ud. ve que no hay unidad entre los líderes de la música urbana.

Cuando Ud. nota que la música urbana parece un rompecabezas con algunas piezas perdidas.

Cuando Ud. repara en que no hay interés de superación en la gran mayoría de los exponentes urbanos.

Cuando Ud. se percata de que un tálpido se convierte en un especialista en música urbana, aunque solo hable de chismes de barrio, con mala pronunciación («pal de altijta», es una de sus joyas lingüísticas).

Cuando Ud. establece que lo único que les interesa es hacer dinero a costa del mal gusto, la indecencia y la estulticia.

Cuando Ud. admite que la pobreza musical del movimiento urbano dominicano se debe, entre otras cosas, a que no han querido evolucionar como sí han hecho los de Puerto Rico.

Cuando Ud. advierte que hay algunos exponentes de talento y liderazgo como Lápiz Conciente, forzados por la mediocridad de la vulgaridad popular, que no pueden evolucionar, no lo respaldan, no se lo admiten, porque el público pide sexo, drogas, malas palabras y violencia, y por lo tanto tienen que volver al redil de las malas letras, porque sencillamente no vende.

Cuando Ud. se fija en que las mujeres, a pesar del liderazgo de La Insuperable, y del potencial que tienen La Materialista, Melymel y Milka la Más Dura siguen quedándose rezagadas, y se dedican a otra cosa, que no a hacer música urbana de verdad.

Cuando Ud. comprende que la falta de colaboración, solidaridad, sentido de pertenencia es casi inexistente entre los exponentes urbanos dominicanos, divididos y parapetados cada uno en su auto de lujo, que más parecen pilotos de carros deportivos que artistas.

Cuando Ud. siente que lo han engañado, porque con tantos millones de seguidores entre todos, son incapaces de llenar grandes fiestas, o de lograr que en votaciones para premios Soberano, por ejemplo, vote apenas el 1% de lo que se supone es su público que lo sigue.

Entonces sabe que ese movimiento urbano, que tuvo todas las posibilidades de evolucionar como expresión natural de una generación, con códigos sonoros propios, hijos de realidades sociales que no veían reflejadas en el resto de las músicas, y que pudo ser algo grande, al democratizarse los medios de producción musical y de comunicación, sencillamente, no va -al menos por ahora- a ninguna parte. ¡Y ojalá me demuestren que estoy equivocado!

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