Según Oscar Wilde «Revelar el arte y ocultar al artista es la finalidad del arte». Puestos así, un tal Fernando Peña Defilló anda de anónimo, escrutando el mundo desde otra dimensión del ser, donde le han puesto a mirar dos artistas que en la noche de este miércoles inauguran una muestra dual en el Museo que lleva el nombre del artista dominicano, en Padre Billini 251, esquina José Reyes, Ciudad Colonial.

Dentro / fuera se titula la exposición en la que Angel Urrely e Inés Tolentino, han puesto techo y espíritu, según el interés de cada cual. No quiere decir que en el techo no haya espíritu, ni en el espíritu exista ausencia de techo: que los lenguajes se complementan.

Obra de Angel Urrely
Obra de Angel Urrely
Obra de Angel Urrely

Tanto Tolentino como Urrely son dos virtuosos del dibujo, y en esa forma de expresión cada cuál es uno y los dos a la vez. El dibujo es el reino más sincero de la energía en el lienzo o el papel.

Junto a la rectitud de la línea de Urrely, arquitectónica y fija en el deseo de la ascensión, y por tanto más realista («la Poesía es el reto de la realidad absoluta», diría Cintio Vitier de José Lezama Lima), llega la línea lírica de Tolentino, que con la gracia de las curvas arma el mundo restante que completa el universo, desde mariposas y hojas, besos, navaja, huevos, nido, frutas, retratos, hasta el cuerpo humano.

Obra de Inés Tolentino
Obra de Inés Tolentino
Obra de Inés Tolentino

Urrely estructura mundos verticales, líneas ascendentes, edificios infinitos que forman parte de su leit motiv personal, en las selvas de ciudades, y en ellas, ha integrado esas casas victorianas que forman parte de una parte de la obra de Defilló, a modo de resistencia. Mientras que Tolentino ha auscultado la poesía de algunos elementos que ha descubierto en otra zona de la obra del pintor fallecido el 18 de mayo del 2016.

Estoy convencido que desde las obras que desde hoy se exponen en el Museo Fernando Peña Defilló se puede auscultar otra tesitura del universo de quien revolucionó el arte dominicano, y a la vez demostrar inquebrantablemente que los mundos paralelos conversan entre sí. «Dibujar algo bien, es tocar su resistencia», dice John Berger.

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