Boy State sigue a varios personajes centrales mientras compiten por conseguir un puesto ficticio dentro de un gobierno irreal, somos testigos de toda la gama del espectro político americano en las respuestas de estos jóvenes. La película se sumerge en todo, desde los puntos de discusión hasta las respuestas sofisticadas y pragmáticas, mientras los candidatos tratan de dirigir a un grupo de alborotadores para que estén de acuerdo, en principio, con los puntos de vista dados. Los participantes a los que seguimos son asombrosos, y es fácil creer que los líderes y los operativos detrás de la escena serían la próxima generación, al igual que todos, desde Dick Cheney a Bill Clinton, iniciaron aquí sus propios pininos en la política.

La idea resulta un experimento social fascinante, incluso si ese no era ni es el objetivo del programa Boys State. Sin embargo, los cineastas Amanda McBain y Jesse Moss ciertamente vieron ese potencial, y su documental sobre el retiro de estos jóvenes en Texas revela mucho sobre la generación naciente, algunos de los cuales probablemente podrán votar en las próximas elecciones, aunque algún momento de este filme es realmente aterrador, la mayor parte es alentadora.

Intencionalmente o no, el programa de la American Legion es un gran experimento que parece no haber sido aprovechado para su estudio desde que comenzó en la década de 1930. Es, esencialmente, un ensayo estadounidense en microcosmos, que reúne a personas de diversas creencias y antecedentes, en espacios apartados para ver si pueden elegir líderes, aprobar leyes y salir con algo que parezca un gobierno funcional, aunque falso.

Boys State no trata de juzgar a algunos de estos niños y elogiar a otros, aunque al final lo hacemos. La película simplemente observa a estos jóvenes idealistas de manera bastante objetiva mientras sus valores, sus creencias políticas y sus sentidos de la moralidad y ética son desafiados por el sistema electoral norteamericano y es un posible ejemplo de en qué se ha convertido Estados Unidos. Es un asunto complicado, por decir lo mínimo, y los cineastas revelan tanto sobre la naturaleza de la política y las elecciones como lo hacen los participantes de este programa.

Tras un selecto grupo de participantes, desde sus entrevistas con la Legión Americana local hasta la elección final, el documental ofrece sólo una pequeña cantidad de información sobre estos muchachos y su elección; dada la región donde se encuentra este programa, no debería sorprendernos que la mayoría de estos participantes tengan una inclinación política conservadora.

Steven Garza, una de las figuras más destacadas de la película, es hijo de inmigrantes mexicanos, cuya madre vivió indocumentada en los Estados Unidos durante algún tiempo (luego obtuvo la residencia legal y se hizo una carrera), y se volvió políticamente activa dentro de la campaña presidencial de Bernie Sanders. El adolescente se describe a sí mismo como un progresista que participó en manifestaciones a favor de la legislación sobre armas tras el asesinato en masa en una escuela secundaria en Parkland, Florida, Steven quiere postularse para gobernador de Boys State. Esto, obviamente, será un desafío para él, considerando la inclinación política de la aparente mayoría aquí.

La idea conservacionista de Texas está más o menos representada por Ben Feinstein, un joven con doble amputación, tiene piernas protésicas y un brazo desfigurado después de un ataque de meningitis infantil. Ben es un conservador de principio a fin, escucha los discursos de Ronald Reagan en su tiempo libre y presenta el argumento a sus padres de que su condición no debería proporcionarle ningún tipo de asistencia del gobierno, es la persona individual, no las características inmutables de una persona o grupo, lo que debería importar en este país.

Pasamos mucho tiempo con Steven y Ben, así como también con Robert MacDougall, quien se presenta como un buen joven deportista, y René Otero, un adolescente negro que se mudó a Texas desde Chicago, (su madre insiste en que está dispuesta a regresar, si la política de Texas llega a ser demasiado, pero René cree que el lugar necesita su perspectiva política). Los cineastas se preocupan genuinamente por lo que estos chicos tienen que decir, lo que esconden y por qué hablan y ocultan lo que hacen.

Las historias individuales aquí son atractivas. Los autoproclamados adictos políticos, como era de esperar, son un grupo tan extraño y ecléctico como cualquier otro tipo de fan, pero lo que está en juego es la seriedad de su obsesión elegida haciendo que esas peculiaridades de la personalidad parezcan más extrañas; esas historias pequeñas solo están rascando la superficie del punto real de McBain y Moss, que proviene de perspectivas más psicológicas y sociológicas.

Impecablemente dirigido, somos testigos de los altibajos del concurso, permitiendo a la audiencia ver los resultados desde una perspectiva neutral, haciendo que los cambiantes puntos de vista sean aún más convincentes. El producto es una especie de El Señor de las Moscas del teatro político, resultando en una de las articulaciones más elocuentes de las maquinaciones del sistema político americano jamás visto. Esta es exactamente el tipo de experiencia increíble que uno espera encontrar en un festival, y Boys State es nada menos que un triunfo.

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