Sylvia Hung, con su violìn (Fuente externa)

El Concurso Internacional de Música Reina Elisabeth de Bélgica es uno de los certámenes para solistas más prestigiosos del mundo.

Si bien la idea fue del violinista belga Eugene Ysaÿe, falleció antes de hacerla realidad, por lo que su amiga la reina la lleve a cabo. De ahí que tomara el nombre de su majestad, cuyo nombre real fue Isabel Gabriela de Baviera. Su realización en 1937 y 1938 se vio paralizado, como casi todo en Europa, por culpa de la Segunda Guerra Mundial. Pero de todos modos no fue hasta 1950 que el concurso volvió a la vida.

La competencia existe para violinistas clásicos desde 1937, para pianistas desde 1938, para cantantes desde 1988 y violonchelistas desde 2017.​ También incluyó competiciones internacionales para compositores de 1953 a 2012.2

Esta muy exigente competencia ha tenido entre los ganadores a nombres como los violinistas David Olstráj, Leonid Kogan, Vadim Repin, todos rusos, y el armenio Serguei Jachatryan; los pianistas Emil Guilels, Evgueni Mogilevsky, Ekaterina Novitskaya, valeri Afanásiev y Mihail Faerman, todos rusos. Entre muchos otros.

Ahora, según la prensa belga, la joven violinista belga de ascendencia asiática Sylvia Huang, despliega nobleza y elegancia, junto a una calma, aparente en cualquier caso, y una madurez que impresiona.

Pudiera decirse que la serenidad es la palabra adecuada para imaginársela. Las primeras características virtuosas se dan con gran claridad, en un estilo mucho menos bélico y paroxístico que el de Luke Hsu. Este acercamiento mucho más lírico es particularmente maravilloso en el pasaje donde el violín dialoga con las arpas y la celesta, pero es toda la ejecución de la obra lo que se verá en el nivel de una verdadera obra de concierto más que un simple ejercicio de virtuosismo.

Ha transcurrido casi medio siglo desde que el concierto en Un menor Dvorak opus 53 no se tocaba en la final del Concurso Reina Isabel: fue en 1971, con el australiano Geoffrey Michaels, quien finalmente no ganó ninguno de los premios. La ganadora de ese año fue la israelí Miriam Fried.

La prensa también da cuentas de su incomprensiòn por tanto tiempo que han sido capaces de privarse durante tanto tiempo de este hermoso concierto que casi no tiene nada que envidiar al famoso concierto para violonchelo que el compositor checo iba a escribir durante quince años más tarde.

https://www.rtbf.be/auvio/detail_l-emotion-de-sylvia-huang-selectionnee-en-finale-du-concours-reine-elisabeth?id=2496029&jwsource=cl

Cuenta por ejemplo el periódico Le Libre que en el allegro non troppo inicial, hay en la interpretación de Huang una elegante nobleza que se adapta perfectamente al arco refinado del maestro belga. El trabajo permite a la solista mostrar el alcance de su gama de matices, y Huang sobresale, especialmente en el adagio central, para traer la delicadeza y el lirismo requeridos. Esto no le impide, sino todo lo contrario, dar al alegro giocoso final todo el placer necesario, a pesar de algunos leves signos de fatiga. Nada ostentoso, y aún menos vulgar en este juego que da a escuchar la expresividad ante el virtuosismo, la canción ante el instrumento: músico honesto y modesto, la violinista belga Sylvia Huang logró hacer olvidar al público que estaban en un concurso.

Parece que sí, que por fin, Bélgica ganará el premio en su propio concurso.

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