Aparecieron tres hombres con una buena cantidad de madera y se pusieron a trabajar en un banco improvisado en el patio de una casa en Centro Habana. Llegaban todos los días a eso de las cinco de la tarde y al anochecer se marchaban.

Tres meses después, montaron en una camioneta un armatoste que habían hecho con afán y paciencia lo cubrieron con una lona y salieron para el río Almendrares. A los dos días, uno de los carpinteros llamó por teléfono al dueño de la casa habanera y le dijo esto: “Oye. Ya estoy en Miami y me estoy tomando una Hatuey bien fría.”

Esta es una versión triunfal y fabulosa de las salidas que se realizan desde hace años del territorio cubano para Estados Unidos, pero esos viajes son, una tragedia cotidiana que agobia a los isleños porque, si es cierto que se producen ciertas salidas exitosas, la verdad es que centenares de personas pierden la vida en una trayectoria en la funciona como un reloj la fragilidad de las embarcaciones y la fuerza de un mar con sus rebeldías y la ferocidad de sus animales.

No estamos hablando de un grupo caprichoso de hombres y mujeres que deciden abandonar su país porque no les gusta el socialismo y rechaza toda su cadena de fracasos. No. Es algo más complejo y grave. Es una corriente que pasa por la cabeza de la gente, una obsesión. Y los que al fin se instalan de alguna manera en Norteamérica tienen que pasar por trámites duros y difíciles para conseguir establecerse en el circuito del capitalismo.

No quiero llenar esta nota de cifras y números que encierren a los seres humanos, pero la realidad es que en el curso de este año fiscal se han capturado en el medio del mar a más de cinco mil individuos -“La mayor cifra”– dice un documento oficial -“desde que se suspendió la política de pies secos- mojados. La mayoría de ellos llegan a las costas de la Florida en medio del caos que se vive en la isla por la crisis sanitaria, política y el cierre de otras opciones migratorias.”

Para permanecer en USA los inmigrantes deben someterse a un cuestionario que tiene un nombre que combina el infantilismo con la esquizofrenia. Se llama la prueba del miedo creíble.

Hay que analizar con coherencia y lucidez la alternativa de lanzarse al mar con todos sus riesgos en un camino peligroso y muy difícil en el que se puede ganar la libertad y perder la vida.

Esperamos tu comentario

Deja un comentario