Especial de Raúl Rivero, para Notaclave.com

MIAMI. Nació en una pequeña colonia a unos 300 kilómetros al sur de Asunción, la capital de Paraguay, y a lo largo de su niñez se comunicaba con su familia sólo en guaraní, pero su vocación, su talento y las vueltas que da la vida llevaron a Elvio Romero (Yegros, 1924-Buenos Aires, 2004) a ser hoy el poeta mayor y más destacado de su país en el siglo XX y una de las figuras más relevantes, influyentes y poderosas de la poesía hispanoamericana.

Romero vivió gran parte de su tiempo en otras naciones, del mundo donde daba recitales y dictaba conferencias hasta que en sus años finales fue a trabajar a la capital argentina como diplomático, aunque viajaba con frecuencia a su patria, donde había recibido el primer premio que se dio en literatura y se le consideraba casi un extraterrestre con sus l6 libros de poemas publicados y dos ensayos: Miguel Hernández, destino y poesía y El poeta en sus encrucijadas.

Hay algunos libros de Romero que han alcanzado popularidad entre los lectores y los críticos y, en ese plano, se pueden mencionar Días roturados, Un relámpago herido, Despiertan las fogatas, Los innombrables, Esta guitarra dura, Destierro y atardeceres, El viejo fuego, Flechas en un arco tendido, Contra la vida quieta, Cantar del caminante y De cara al corazón.

Amigo muy cercano y compañero de ideales y otras aventuras de Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Rafael Alberti y Nicolás Guillén, selecciono aquí, porque ofrece un retrato del hombre y de su obra, un párrafo que escribió sobre él Miguel Ángel Asturias: «Lo que caracteriza la poesía de Elvio Romero es su sabor a tierra, a madera, a agua, a sol, el rigor con que trata sus temas, no abandonándose ni un solo momento a la facilidad del verso, y el querer interpretar el drama de su país joyoso de naturaleza y triste de existencia, como muchos de nuestros países. Pocas voces americanas tan hondas y fieles al hombre y sus problemas, y por eso universal. Poesía invadida llamo yo a esta poesía. Poesía invadida por la vida, el juego y el fuego de la vida».

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